Vinculación emocional consciente (VEC): ¿en qué consiste?
La inteligencia emocional ha venido para quedarse, y es que cada vez somos más conscientes de la influencia que tienen nuestras emociones. Además, aunque conocemos a personajes que vivieron hace siglos que ya se interesaron por el mundo emocional, hablamos de un campo que prácticamente acaba de nacer en lo que se refiere a la investigación sistemática y rigurosa. En este sentido, uno de los últimos métodos propuestos ha sido el de la vinculación emocional consciente (VEC).
Hasta ahora, los esfuerzos se han centrado en ayudar a las personas a identificar sus estados emocionales, a ponerles nombre y a gestionarlos cuando aparecen. Pero, ¿y si fuéramos capaces de escoger la emoción más apropiada en cada momento? ¿Y si pudiésemos crear un clima emocional para nosotros mismos y para quienes nos rodean? Esta es la propuesta del modelo que hoy compartimos.
¿Qué es la vinculación emocional consciente?
La vinculación emocional consciente es un tipo de inteligencia emocional que nos permite conectarnos de forma deliberada con nuestros estados internos; es decir, nos permite relacionarnos con nuestras emociones de una forma inteligente.
Para ello, se parte de un proceso de autoconocimiento y se aprenden nociones de autogestión y de liderazgo emocional. En muchos casos, el objetivo consiste en influir en un grupo a cargo de la persona.
Este modelo ha sido desarrollado por el psicólogo clínico Roberto Aguado y se asienta en los hallazgos de la neurociencia. Tras décadas de investigación, la vinculación emocional consciente se posiciona como una de las herramientas más útiles para alcanzar el bienestar y el éxito personal y social.
Emociones adecuadas e inadecuadas
Por norma, distinguimos entre emociones de valencia positiva (las que nos hacen sentir bien) y negativa (aquellas que nos resultan desagradables). Sin embargo, en el VEC se hace una categorización diferente: en este caso se dividen entre emociones adecuadas e inadecuadas.
Las emociones adecuadas son aquellas que son apropiadas o funcionales para hacer frente al contexto en el que nos encontramos. Por ejemplo, sentir miedo ante un incendio es adaptativo, ya que nos invita a alejarnos del peligro y a pedir ayuda.
En cambio, las emociones inadecuadas son aquellas que no nos sirven en esas circunstancias, que nos limitan o nos generan problemas. El mismo miedo, si surge ante una situación inofensiva (por ejemplo, al relacionarnos con otras personas), es disfuncional (por ejemplo, puede elevar nuestro nivel de activación hasta hacernos parecer realmente torpes).
Los seres humanos nacemos con un repertorio de emociones básicas que estamos preparados para sentir por naturaleza (asco, miedo, tristeza, sorpresa y alegría). Sin embargo, a medida que crecemos, aprendemos a asociar esas emociones a determinadas situaciones; y, si este aprendizaje no es apropiado (por ejemplo, si asociamos el miedo al contacto social) sufrimos las consecuencias.
Desde la vinculación emocional consciente se nos anima a desaprender y volver a aprender esas asociaciones, haciéndolo ahora de un modo más efectivo. Sintiendo tristeza cuando sea necesario, miedo cuando se requiera o alegría cuando sea el momento. Y, para ello, tal como sucedió cuando éramos niños, es bueno contar con el referente adecuado.
La vinculación emocional consciente en el ámbito educativo
El ámbito educativo es una de las principales áreas en las que se ha aplicado el VEC, obteniendo buenos resultados para profesores y alumnos. En este caso, el objetivo consiste en crear un clima emocional apropiado para el aprendizaje. Para ello, se distingue entre dos grupos de emociones que facilitan o entorpecen el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Emociones TRAM
Estas siglas hacen referencia a:
- Tristeza (si el profesor o el alumno se sienten tristes, afligidos o desmotivados).
- Rabia (aparece cuando se siente ira hacia la obligación de tener que estar en clase y tomar una materia).
- Asco (cuando la asignatura o el modo de impartirla causa desagrado).
- Miedo (el alumno se siente incapaz de aprender o de estar a la altura en la clase).
Si el docente o el estudiante abordan la sesión de clase con estas emociones será muy difícil que el conocimiento se integre y el aprendizaje sea significativo.
Emociones CASA
Hacen referencia a Curiosidad, Admiración, Seguridad y Alegría. En este estado tanto el maestro como el estudiante se sienten motivados, el alumno se percibe como capaz de aprender y experimenta interés por la materia y el estilo de enseñanza. De este modo, los conocimientos se adquieren de una forma mucho más sencilla y natural.
Son precisamente las emociones las que explican, en un gran porcentaje, el fracaso escolar. Es por esto que, por ejemplo, entre los alumnos con altas capacidades no se encuentran resultados tan positivos como cabría esperar. Y es que la desmotivación, la falta de interés y los estados emocionales negativos no son adecuados para el contexto de aprendizaje.
La elección de nuestras emociones
En definitiva, la vinculación emocional consciente nos permite seleccionar deliberadamente nuestras emociones para adaptarnos al entorno, en lugar de ser presas de un secuestro emocional que no hemos elegido.
Es positivo sentir ira cuando hay que defenderse, pero no cuando tratamos de comunicarnos y llegar a acuerdos. Es necesario sentir miedo ante un peligro, pero no en un salón de clases.
Por ello, el VEC es una buena herramienta para el aprendizaje. Al vincularnos de forma consciente con nuestras emociones, podemos sacar el máximo partido a todas ellas.
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- Aguado, R. (2014). La emoción decide y la razón justifica. Padres Y Maestros / Journal of Parents and Teachers, (357), 15-19. Recuperado a partir de https://revistas.comillas.edu/index.php/padresymaestros/article/view/3292
- Aguado, R. (2015) Vinculación Emocional Consciente (VEC). El poder de saber que puedes. Educar y orientar: La revista de COPOE Nº2 (24-30).