Vivir en plenitud, el arte del empoderamiento personal
Vivir en plenitud es casi un acto de rebeldía. Lo es porque implica atreverse a romper moldes, estereotipos y hasta convencionalismos. Significa dar forma a una existencia acorde a nuestros valores y necesidades. Lograrlo, pasa a menudo por habilitarnos en un distinguido arte, el del empoderamiento personal, el de saber tomar decisiones que nos permitan hacer realidad nuestras metas y deseos.
Somos conscientes de que en materia de desarrollo personal cada vez afloran más términos, más conceptos nuevos. Ahora bien, introducir esta nueva idea, la del “empoderamiento”, puede sernos muy beneficioso en estos momentos. Cuando transitamos por épocas complicadas, es común tener la sensación de que estamos perdiendo el control sobre muchas de las cosas que nos rodean.
Atravesamos por un presente con muchos cambios, nuestro enfoque se dispersa ante tanta incertidumbre, la mente se distrae y nuestras emociones empiezan a sufrir altibajos. Todo ello son procesos completamente normales. En este contexto nada nos puede ayudar más que sentirnos un poco más poderosos. Esa capacidad parte ni más ni menos que de nuestra habilidad para decidir un poco mejor.
Este recurso y herramienta de vida puede ser útil tanto para desarrollarnos a nivel profesional, como para alcanzar esa plenitud personal en la que nada sobra y nada falta. Analicémosla a continuación.
Vivir en plenitud: las claves del empoderamiento personal que te ayudarán a lograrlo
“Quien vive profundamente absorbe toda la médula de la vida”, decía el filósofo Henry David Thoreau. Ahora bien, ¿qué significa realmente eso de vivir en plenitud? ¿Es lo mismo que ser feliz? ¿Podríamos sustituir un término por otro? La verdad es que no. La felicidad, al fin y al cabo, no es más que una emoción, un estado puntual que viene y va.
Asimismo, hay un hecho innegable: quien aspira a ser feliz se centra en objetivos hedónicos, es decir, en aumentar el placer y disminuir el sufrimiento. La plenitud, en cambio, tiene que ver con la autorrealización, con alcanzar un nivel en el cual sentirnos bien con nosotros mismos. Ello significa, por ejemplo, percibirnos como personas capacitadas para lidiar con la adversidad.
Es ir más allá de lo hedónico para aspirar a esa dimensión que definió Aristóteles en su momento: la eudaimonía. Es decir, alcanzar el máximo desarrollo humano, encontrar un significado vital y activar esa autoconciencia con la cual saber cómo reaccionar en cada momento de manera acorde a nuestras necesidades y valores.
No es un proceso sencillo. Alcanzar esa plenitud personal implica tener que trabajar muchas dimensiones psicológicas. Hay que empoderarse para lograr, por ejemplo, lidiar con los miedos que frenan los cambios. No basta con tener voluntad, necesitamos ser hábiles, revestirnos de una actitud positiva y trabajar con inteligencia una serie de dimensiones. Las analizamos.
Apertura a la experiencia
La apertura a la experiencia se relaciona con una mentalidad que acepta los cambios y se aprovecha de ellos. Es mirar al presente para atisbar oportunidades y transformarlas en nuevas rutas de futuro. Por contra, las mentes que se resisten al cambio y que asumen una actitud defensiva o anclada al miedo, difícilmente lograrán vivir en plenitud.
Empoderarse personalmente implica, en primer lugar, entender que si queremos algo mejor para nosotros, debemos propiciarlo.
Vayas donde vayas, sé siempre tú mismo
Nadie se empodera siendo cautivo de visiones ajenas, de decisiones externas, de expectativas que otros sitúan sobre nosotros. Tengámoslo claro, plenitud es sinónimo de libertad y este concepto es el que debe guiarnos en cada momento. Para ello, hay que escuchar esa voz interna que se nutre de la autoestima y de una identidad propia que sabe siempre quién es y qué quiere en la vida.
Autoconfianza para alcanzar la plenitud personal
Sin autoconfianza no hay progresos. Porque lo opuesto a la confianza es el miedo y nadie puede progresar o conquistar sueños si lo que siente es angustia e inseguridad. Así, en el momento en que logramos trabajar esa templanza interna en la que uno se siente válido para alcanzar sus metas y hábil para poder lidiar con las dificultades que puedan aparecer, ese viaje hacia la plenitud personal es más fácil.
Ama lo que haces
Aún en los momentos difíciles, debemos ser capaces de hallar pasión, motivos y significados. En esos días oscuros en que el horizonte solo nos trae nubes de tormenta, uno debe seguir manteniendo una actitud inoxidable y, para ello, nada mejor que recordar nuestras pasiones. Porque una pasión es siempre un motivo que nos ancla a la vida y que nos inspira.
Clarifica qué es importante para ti, qué quieres para el día de mañana y qué es que le da significado a tu existencia. Ama la persona que eres y procura encontrar una ocupación que te permita proyectarte y realizarte como ser humano.
Perder el miedo a tomar decisiones
Las decisiones son las que nos permiten avanzar en el tablero de ajedrez de nuestra vida. Unas serán más acertadas que otras, es cierto, pero cada movimiento cuenta en este juego, cada avance deja atrás una casilla que ya forma parte del pasado. Perder el miedo a decidir es la esencia que impulsará el permitirnos vivir en plenitud, acercándonos cada día más hacia nuestros propósitos y deseos.
Tengámoslo presente, lo que cuenta es evolucionar hacia esa eudaimonía de la que nos habló Aristóteles, hacia un desarrollo humano en el cual, sentirnos libres y, por encima de todo, realizados. Trabajemos en ello.