Y tú, ¿te dejas llevar por el piloto automático?
“Ir con el piloto automático puesto”, es una expresión hecha bastante común. Es ese modo que tiene el cerebro de economizar, de ahorrar energía. Los hábitos se han instalado en nuestro interior y ya no hacemos grandes esfuerzos por preocuparnos de algunas cosas básicas: ir y venir del trabajo, conducir, coger el metro… en ocasiones llegamos a casa y nos sorprendemos a nosotros mismos. Pero, ¿cómo lo he hecho?
Vamos tan inmersos, tan sumidos en nosotros mismos que nos pasamos gran parte del día “ritualizando” actos y costumbres. Y en cierto modo, lo entendemos… conducir, ir en bici, coger el tren sin perdernos, son acciones de las que ya no dudamos porque llevamos mucho, mucho tiempo haciéndolas, y el cerebro, simplemente las automatiza.
“Cuida tus pensamientos porque se volverán actos. Cuida tus actos porque se harán costumbre. Cuida tus costumbres porque formarán tu carácter. Cuida tu carácter porque formará tu destino y tu destino será tu vida”.
-Mahatma Gandhi-
Pero, ¿Qué ocurre cuando hacemos lo mismo con nuestra propia vida, con nuestras relaciones? ¿Qué pasa cuando nos levantamos y nos acostamos haciendo las mismas cosas, sin replantearnos nada, sin echar la mirada más allá de nuestro propio caparazón?
La vida es aquello que pasa mientras haces otra cosa
Seguro que has oído esta expresión en numerosas ocasiones. Es más, puede que hasta tú mismo te la hayas dicho alguna vez con esa sensación indefinible de “angustia vital”. Si hacemos un poco de autoanálisis e incluso si dirigimos la mirada hacia la sociedad actual, es casi un estribillo habitual en el poema de nuestras vidas.
Vivimos con el piloto automático puesto. Y lo peor de esto es que nuestra mente se siente esclavizada y suele escaparse de esta rutina, para fijarse en algo muy diferente de lo que en realidad hacemos; en esa vida que se escapa mientras hacemos cosas que no nos hacen felices.
Es en esos momentos cuando emerge el vacío existencial… Nos falta algo, echamos en falta esa espontaneidad y esa novedad que tanto enriquece al ser humano… aceptamos bien las rutinas y nos dejamos llevar, pero en ocasiones, estamos muy lejos de encontrar un verdadero equilibrio emocional.
“El hombre no está hecho para ser un autómata y si se convierte en tal la base de la salud mental queda destruida”.
-Aldous Huxley-
Otro dato a tener en cuenta, es que el hecho de poner el piloto automático puede alejarnos también de aquellas cosas que son verdaderamente importantes. Un trabajo que nos absorbe por ejemplo, puede hacer que vayamos dejando de lado a nuestras personas queridas.
También hay un tipo de personalidades que encienden “su piloto automático” a propósito, debido a que ellas mismas se establecen un tipo de normas, rutinas y creencias en las cuales, dejan de lado a los demás. Son autómatas de su propio mundo. Pero éste, es otro tipo de perfil más problemático, esos cuya habilidad máxima es hacer infelices a los demás.
El piloto automático y las relaciones afectivas
Otro riesgo muy común de este fenómeno, es el que establecemos a menudo en nuestras relaciones personales, con nuestras parejas.A veces, pensamos que lo tenemos todo hecho y conseguido con la persona que amamos y que ya no debemos esforzarnos por nada. Ponemos el piloto automático y nos dedicamos a ritualizar nuestra vida con esa pareja.
Dejamos a un lado la improvisación, las muestras de cariño, los esfuerzos… es como si ya no hiciera falta cuidar de esa persona que, libremente, ha elegido estar a nuestro lado y en definitiva, de esa relación. Es un riesgo muy elevado. Nunca debemos dar nada por sentado.
Las pautas, los rituales y los pilotos automáticos son esas gafas tintadas que nos impiden ver la belleza de la vida. Párate un instante, respira, atiende, sonríe… a tu alrededor tienes cosas increíbles que atender y que descubrir. No te las pierdas.