4 formas de autoagresión
La autoagresión es una forma de hacernos daños a nosotros mismos. En general, la autoagresión se realiza de forma intencionada como forma de aliviar cierto estado emocional. Sin embargo, con respecto a las autoagresiones psicológicas, la persona puede que quizá no tenga consciencia de su uso.
Si bien la autolesión es una de las formas de autoagresión (e incluso de las más graves), la autoagresión puede adoptar varias formas que la persona quizá no se percate. Lo cierto es que este mecanismo para aliviar el malestar constituye otro problema más a largo plazo, por lo que se hace necesario buscar ayuda profesional.
¿Qué es la autoagresión?
De manera paradójica, la autoagresión constituye una de las formas para el alivio del malestar emocional y el sufrimiento. En términos generales, la autoagresión es una conducta que engloba una finalidad y es el alivio momentáneo del malestar.
La autoagresión suele darse sobre todo en mujeres jóvenes. Uno de los productos más frecuentes de estas autoagresiones son las autolesiones. En estos casos, la media de edad se estima entre las mujeres de 20-29 años.
Existen, o pueden confluir, las conductas purgativas. Estas últimas pueden generar confusión en el profesional, confundiendo sus características topográficas con ciertos trastornos alimentarios. En este tipo de conductas suele haber una intencionalidad, ya que quedan al uso para el alivio momentáneo del sufrimiento.
¿Por qué ocurren?
Para responder a esta pregunta necesitaríamos realizar un análisis funcional individualizado y ajustado a las circunstancias de cada persona. En todo caso, podríamos decir que constituye un “fracaso autodefensivo”: un método para protegerse de las agresiones externas y el estrés, utilizando la autoagresión como una estrategia de afrontamiento infructuosa.
Atendiendo a la experiencia de la persona, puede haber varias, aunque no necesariamente tienen que darse. Hay que tener en cuenta que la autoagresión es una forma aprendida de conducta y que queda reforzada en función de las consecuencias, sean del tipo que sean.
Trastornos psicológicos asociados
Algunas formas de autoagresión, como es el ejemplo de las autolesiones, van en consonancia con algunos trastornos psicológicos. Algunas de estas formas van precedidas por algunas experiencias en la infancia, que bien pueden ser traumáticas o jugar un papel importante en las circunstancias presentes.
El acoso escolar en adolescentes puede ser una de las causas y uno de los motivos por los que puede iniciarse conductas autoagresivas en forma de lesiones. Los sentimientos de vacío, la sensación de aislamiento y abandono pueden desarrollar una espiral emocional en la que si hay cierta predisposición al uso de este tipo de conductas, pueden usarse como método de alivio.
Algunos de los trastornos psicológicos asociados a formas graves de autolesión pueden ser el trastorno límite de personalidad. Sin embargo, otros trastornos que impliquen una escalada emocional intensa también pueden constituir otros factores de riesgo, como por ejemplo el trastorno bipolar, algunos trastornos de ansiedad, autismo, etc.
4 formas de autoagresión
Las formas de autoagresión, como se ha explicado anteriormente, varían de unas personas a otras. En este apartado hacemos una breve clasificación de las formas posibles que pueden darse:
- Autoagresiones verbales: pueden venir en formas de pensamiento como los autorreproches, la vergüenza, la culpa, etc. En este caso, es también frecuente que el pensamiento sea hostil, es decir, en forma de hastío y desvalorización de uno mismo.
- Automutilación: heridas que la persona se provoca a sí mismo como descarga emocional. De este modo, la persona puede encontrar cierta liberación momentánea consigo mismo y con la realidad. En algunos casos, estas autolesiones van enfocadas como cierta forma de “purificación” sobre algún tema en el que la persona se sienta culpable.
- Estereotipias autoagresivas: es más frecuente en síndromes como el autismo y otros trastornos relacionados con el desarrollo. Se caracterizan por movimientos voluntarios, repetitivos y estereotipados como por ejemplo los balanceos. Estas autoagresiones suelen adoptar la forma de cabezazos, golpes en la pared, arañazos, etc.
- Abuso de sustancias y trastornos alimentarios: los límites entre la automutilación y este tipo de conductas están bastante difusos y, de hecho, comparten ciertas características. Es el caso, por ejemplo, de las autolesiones en resonancia con trastornos alimentarios, por no mencionar el abuso de sustancias.
Si bien la autoagresión puede tomar muchas formas, la autolesión es una de sus formas más peligrosas. El inicio de tratamiento psicológico es indispensable para la prevención de este tipo de conductas que revierten cierta peligrosidad para el mismo individuo y su entorno.