4 formas sutiles de maltrato psicológico
Las formas sutiles del maltrato son muy peligrosas por lo complicado de su identificación. Estas conductas, en apariencia inofensivas, minan poco a poco a las víctimas, creando importantes consecuencias a nivel psicológico. Pero, ¿cómo son estas formas sutiles de maltrato y en qué consisten?
En este artículo, te explicamos cuatro formas sutiles de maltrato que se pueden producir en contextos familiares o de pareja. Además, hablaremos de aquellas señales que nos pueden ayudar a identificarlas, fijándonos de manera especial en las consecuencias que tienen sobre las víctimas.
Las formas sutiles de maltrato
Es habitual que, al hablar de maltrato psicológico, se haga referencia a las formas más evidentes de identificación. Por el contrario, las formas sutiles de maltrato psicológico se caracterizan por ser encubiertas, jugar a la ambigüedad y ser candidatas a otra interpretación más generosa respecto a los intereses del agresor. Así, desde fura podríamos pensar que este incluso quiere ayudar o, al menos, no incomodar.
Las investigaciones apuntan a que las formas sutiles de maltrato son mucho más habituales que otras que dejan señales más evidentes, como el caso del maltrato a nivel físico. Sin embargo, el daño provocado por estas formas sutiles de maltrato puede ser más profundo a la larga.
La dificultad para identificar la agresión, los sentimientos reprimidos y el silencio que producen hacen que la intervención llegue más tarde y, por lo tanto, que salir o revertir la situación sea más complicado.
Las formas sutiles de maltrato pueden parecer comentarios o conductas aparentemente inofensivas. Algunas de las formas en las que aparece son el desprestigio, la humillación, formas de chantaje o el control. Este tipo de agresión puede producirse en diferentes contextos, como la pareja, de padres a hijos o, incluso, en otro tipo de vínculos como la amistad.
Por otra parte, estas formas sutiles de maltrato se caracterizan por generar sentimientos y sensaciones en la víctima muy concretos. Generalmente, provocan que la víctima se sienta como indigna de ser querida, culpable de todas las situaciones o con una fuerte desconfianza respecto a su propio autocuidado.
1. La ley del hielo
La conocida como “ley del hielo” o “ley de silencio” es una de las formas sutiles de maltrato. Se caracteriza por emprender acciones encaminadas a ignorar a la víctima, como retirarle la palabra durante un tiempo o fingir que no se le escucha o ve. Este es un chantaje encubierto por parte de la víctima, que no se deshará de su indiferencia hasta que el otro se pliegue a sus deseos.
La ley del hielo pone de manifiesto la inmadurez emocional del agresor y un pésimo manejo de la comunicación. Las consecuencias para la víctima pueden ser enormemente dañinas. Ser ignorado conduce a sentimientos de miedo, tristeza, ira y, sobre todo, mucha angustia. La víctima se culpa de la situación al no entender por qué es tratada de este modo.
2. Gaslighting
El acuñado como gaslighting por el cine hollywoodiense es una de las formas más sutiles de maltrato. Se caracteriza por los esfuerzos del agresor por conseguir que la víctima dude de su propio criterio, juicio o, incluso, de su propia percepción o memoria.
En esta forma de chantaje, el agresor alude a que la víctima se ha imaginado o exagerado ciertas situaciones vividas, de forma consciente o inconsciente. Así, en una discusión, la víctima dejará de confrontar su postura al surgir una duda en su interior de si lo vivido realmente no es como pensaba o recordaba. Una situación, que repetida en el tiempo, termina con la confianza de la víctima, quedando en una situación de vulnerabilidad extrema frente al agresor.
Las consecuencias de estas formas sutiles de maltrato pasan por fuertes sentimientos de dependencia, sensaciones de despersonalización y pérdida de control. Las víctimas de gaslighting, con frecuencia, afirman tener la sensación de volverse locas o estar perdiendo el control de sus vidas.
3. La sobreprotección
La sobreprotección no tiene nada que ver con proteger, más bien todo lo contrario. En estas formas sutiles de maltrato los cuidados proporcionados tienen efectos limitantes en las víctimas. Es decir, esta protección va en detrimento de la autonomía de la víctima y es una forma negligente de crianza.
La sobreprotección toma muchas formas: desde la baja capacidad para poner límites claros, el veto de las iniciativas propias o la evitación de cualquier tipo de frustración a toda costa. Las consecuencias de estas acciones generan en la víctima sentimientos de miedo, dependencia y una baja tolerancia a la frustración que limita a la víctima en su vida diaria.
4. El conflicto de lealtad
El conflicto de lealtad es una de las formas sutiles de maltrato que, aunque pueden producirse en diversos contextos, generalmente están ligados a la separación con hijos de por miedo. En el conflicto de lealtad, los padres separados luchan por conseguir que el niño se posicione de forma incondicional con uno de ellos. Sin olvidar, que la lealtad hacia uno supone la deslealtad hacia el otro.
Es habitual que los padres devalúen la figura del otro delante de sus hijos, coloquen al niño en un rol de juez o que le hagan sentir culpable por disfrutar con el otro progenitor.
Las consecuencias de este tipo de maltrato en los niños se asocian a sintomatología ansiosa, somatizaciones y pueden comprometer seriamente la estabilidad emocional de los mismos.
Formas sutiles de maltrato: las heridas gota a gota
Las formas sutiles de maltrato se caracterizan por ser ambiguas. Sin embargo, son más comunes que otros tipos de maltrato más notorios y pueden provocar efectos muy dañinos en las víctimas a largo plazo. Estas condiciones pueden agravar el pronóstico de las víctimas en su padecimiento.
La conocida como ley del silencio se basa en comportamientos encaminados a ignorar a la víctima para conseguir algún tipo de cambio en su comportamiento. De la misma forma, el gaslighting ataca directamente a la confianza que deposita la persona en su criterio. Estas formas sutiles de maltrato, habituales en contexto de pareja, provocan miedo, ira y angustia en sus víctimas.
La sobreprotección y el conocido como conflicto de lealtades es más habitual en contextos familiares de padres a hijos. Los padres crean conductas de protección que limitan la autonomía de sus hijos y los colocan como desvalidos. En el conflicto de lealtades ambos progenitores presionan a los niños para ponerlos de su parte.
Las formas sutiles de maltrato desgastan como las gotas que caen de manera repetida sobre la piedra. Es decir, la reproducción de pequeñas acciones que por sí mismas no producirían mayor daño terminan, a costa de mantenerse en el tiempo, por dañar a la persona.
Se trata de fórmulas corrosivas cuyo mayor peligro reside en la dificultad para identificarlas. De ahí, que la información sea una de las variables más importantes en los planes de prevención.