5 hábitos que empobrecen tu mente
No hay mayor pobreza que aquella que habita en la mente . Esa que te lleva a sentirte menos y a mantenerte inactivo y apocado. En esas condiciones no echas mano de tus potencialidades, sino que te dejas llevar como una hoja al viento. Por eso es importante saber que hay hábitos que empobrecen tu mente y que se deben erradicar.
Los hábitos que empobrecen tu mente tienen que ver con actitudes que asumes, muchas veces de forma automática o sin ser consciente de ellas. Te llevan a sumarte a un rebaño, que finalmente no te aporta más que un sentimiento de seguridad endeble.
“El pobre es aquel que es tan pobre que no sabe “definir” lo que es un pobre”.
-Eusebio Gómez Navarro-
Una mente pobre no ve más allá de las apariencias . Tampoco se compromete con un proyecto de vida que le invite a crecer y sentirse mejor. Construye vínculos mediocres con los demás y, finalmente, existe sin vivir realmente. Para que tomes nota, estos son cinco de esos hábitos que empobrecen tu mente.
1. Autocompasión, una de los hábitos que empobrecen tu mente
Si hay algo que debilita la mente es asumir que uno es pobre existencialmente. Esto se refleja principalmente en las conductas de victimismo y autocompasión, que muchas veces llevan a justificar la inacción o incluso las acciones destructivas.
Si te sientes pobre, ya lo eres. Pero esto no para ahí. Esa actitud autocompasiva te conduce también a empobrecer tus relaciones con los demás y a la convicción de que mereces poco en la vida, por lo tanto te resignas a cualquier cosa. Además, es muy difícil tratar con alguien que está en constante posición de queja y sumido a una vida gris.
2. Ahorro obsesivo
Ahorrar en exceso es una manera de declararse pobre constantemente. También es uno de los hábitos que empobrecen tu mente. Por supuesto que el ahorro es una gran virtud, pero en exceso se convierte en una actitud que solo alimenta miedos y mezquindades.
No hablamos aquí de las personas que son responsables con sus finanzas y a quienes les gusta tener un colchón económico para eventualidades o para adquirir después algo que desean. Hablamos de quienes ganan lo suficiente y aún así regatean céntimos en cualquier mercado. De los que no gastan ni lo necesario, por temor a quedarse en la ruina, aunque eso no sea un riesgo real.
3. Énfasis en lo material
Las personas que ponen demasiado énfasis en lo material, se parecen mucho a los ahorradores compulsivos. Ese hábito de medir todo en términos de dinero es uno de los hábitos que empobrece nuestra mente con más nitidez.
Si les preguntas, te dirán que no son materialistas. Pero si miras la forma como actúan, te das cuenta de otra cosa. Sus preocupaciones siempre tienen que ver con el dinero. Les inquieta mucho la cantidad de su salario y el de los demás. Sus sueños están asociados con comprar más o adquirir determinado bien. Fuera de esa lógica no tienen mucho para decir.
4. Gastar más de lo que se gana
Aunque no lo parezca, el derrochador es muy similar al ahorrador compulsivo y al materialista. También ese tipo de persona tiene en la mira, casi exclusivamente, el dinero y el gasto. Siente un enorme placer al gastar, aunque eso signifique un problema en sus finanzas.
Gastar más de lo que se gana es otro de los hábitos que empobrecen tu mente. Y es así porque esto introduce unas dinámicas en la vida en las que finalmente el dinero termina ocupando un papel protagonista. Las preocupaciones comienzan a centrarse en las deudas, las ofertas, los descuentos, etc.
5. Hacer lo que no nos gusta
Quien se dedica a hacer lo que no le gusta está malgastando su vida. Se olvida de que solo tenemos una oportunidad sobre la tierra y que de nosotros depende aprovecharla. En este tipo de actitud hay una especie de “espera” a que “llegue algo” que nos saque de la miseria que implica trabajar en algo que nos desagrada.
El trabajo es una parte esencial de la vida. De hecho, es en el ámbito laboral donde pasamos la mayor parte de nuestro tiempo. Así que renunciar a hacer lo que nos gusta, básicamente equivale a renunciar a la vida y a la felicidad. Es una forma de autocastigo.
Todos estos hábitos, y otros como crear conflicto por todo o mantener las relaciones impregnadas de odio, son costumbres que empobrecen tu mente. Te llevan a ver la vida desde una óptica muy estrecha y deprimente. Cuando menos te des cuenta, pueden conducirte a la amargura, la apatía o la falta de sentido.