5 señales de que alguien quiere hacerse la víctima
Hacerse la víctima llega a ser una estrategia eficaz en ciertos contextos y en situaciones determinadas. La mayoría de las personas que optan por ella no son conscientes de que lo están haciendo. Su dosis de paranoia los lleva a pensar que, en verdad, están siendo objeto de injusticias o agresiones gratuitas.
Lo que falta en la ecuación de alguien que quiere hacerse la víctima es un análisis de su conducta . Así mismo, una reflexión sobre la respuesta que ofrece ante situaciones difíciles o conflictivas. Parten de la premisa de que son particularmente vulnerables y que los demás abusan de ellos de diversas maneras, aunque esto no sea cierto.
El punto es que hacerse la víctima sí puede ser una estrategia que conceda ventaja en algunas situaciones. Si quien incurre en ese comportamiento experimenta que le sirve para eludir responsabilidades o salirse con la suya, seguramente seguirá haciéndolo. Con frecuencia, las supuestas “víctimas” terminan victimizando a otros para lograr sus propósitos. Veamos qué señales los delatan.
“Para justificar cualquier crimen, tienes que convertir a la víctima en tu enemigo”.
-Chuck Palahniuk-
1. Quien quiere hacerse la víctima exagera sus esfuerzos
Esta es una de las señales más evidentes en la conducta de alguien que quiere hacerse la víctima. Con frecuencia, exagera sus esfuerzos, bien sea en la teoría o en la práctica.
En la teoría, cuando sobredimensiona la importancia de lo que hace o bien la energía que les demanda. Así, limpiar el polvo del escritorio puede ser para ellos una prueba incuestionable de su “esclavitud” y su “martirio”.
También se exageran los esfuerzos en la práctica cuando se hace más de lo que se debe hacer, no por perfeccionismo o porque sea necesario, sino para tener un pretexto que les permita victimizarse. Por ejemplo, cuando se excede el horario de trabajo, sin que nadie lo haya pedido, todo para lamentarse después de esa situación.
2. Elude las responsabilidades por sus errores
Uno de los rasgos más evidentes en alguien que quiere hacerse la víctima es su deseo de despertar la compasión de los demás, cuando se enfrenta a una dificultad o a un problema. No son el tipo de personas que en esas circunstancias piden ayuda o llaman a la empatía, sino que, decididamente, buscan que los demás sientan pena por ellos.
Estas personas se ven a sí mismas como niños indefensos, completamente carentes de iniciativa y de recursos para sortear las dificultades. Por lo tanto, es como si siempre anduviesen en busca de alguien que los adopte y resuelva sus problemas. En suma, evaden la responsabilidad de afrontar la vida y sus vicisitudes.
3. Se queja constantemente
La queja es muy propia de alguien que quiere victimizarse. Lo usual es que todos a su alrededor se pregunten por qué se queja de lo mismo que propicia. La esencia de esa queja neurótica es precisamente esa: quejarse por quejarse. Lamentarse por lamentarse.
No hay intención de revisar las situaciones y cambiar lo que esté desajustado o requiera modificaciones. La idea es exactamente la contraria: conseguir que las cosas sigan como están, para tener una base sobre la que elaborar la queja. Como la persona que gasta de más y luego se lamenta de su falta de recursos.
4. Culpa a los demás frecuentemente
Quien se siente víctima, y adopta el rol de víctima frente a los demás, suele tener dificultades para evaluar su propia conducta. Da por sentado que “hace todo con buena intención” o “de la mejor manera que puede”. Así que, si surge un problema, lo habitual es que no busque la causa del mismo en sus propios errores, sino en la acción de los demás.
Quien se victimiza con frecuencia termina victimizando a otros a través de la culpa. Suelen tener un gran repertorio de ideas y frases que están destinadas a culpar a otros por asuntos que son fruto de sus propias equivocaciones. Si hacen mal una tarea y alguien se lo señala, no piensan en el error cometido, sino en la insensibilidad y falta de consideración hacia el otro.
5. Busca relaciones de dependencia o codependencia
Como los victimistas se asumen a sí mismos como si fuesen niños indefensos, es muy habitual que busquen protectores por todas partes. Personas que los orienten, que les digan qué hacer y los saquen de dificultades cuando estas se presenten.
Por supuesto, encuentran personas dispuestas a ello, ya que siempre hay quienes complementan ese juego neurótico. Por lo general, agresores velados que terminan cobrándoles cara su ayuda y su protección. Así se forman los círculos de dependencia y codependencia, que terminan profundizando más en las dificultades de quienes los componen.
Seguramente todos hemos caído alguna vez en la tentación de hacernos las víctimas. Puede ser agradable volver a sentir que alguien se hace cargo de nosotros. El problema aparece cuando esta conducta se hace constante y se convierte en una estrategia para asumir, o más bien no asumir, la vida.
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- Perceval, J. M. (2008). Víctimas y verdugos. Realidad y construcción de la víctima y el victimismo. Universitat Internacional de la Pau, Recull de ponències, 22, 201-212.