Adolescencia tardía, un fenómeno cada vez más común
La edad de las personas cada vez tiene menos importancia en el mundo actual. Hemos descubierto que la vida no necesariamente se ajusta a los esquemas teóricos que manejamos. Prueba de ello es el fenómeno de la adolescencia tardía, una realidad cada vez más frecuente.
Digamos primero que la adolescencia es esa etapa de la vida que sirve de puente entre la infancia y la vida adulta. Se caracteriza por una gran inestabilidad emocional y una intensa búsqueda de la identidad propia. Buena parte de los altos y bajos en esta etapa dependen de los múltiples cambios físicos que sobrevienen. Llega la maduración sexual y con esta una actividad hormonal particularmente dinámica.
“La adolescencia es el permiso de la sociedad para combinar la madurez física con la irresponsabilidad psicológica”.
-Terri Apter-
El concepto de adolescencia tardía tiene dos connotaciones. Una es la que corresponde a los años finales de la adolescencia. Cuando ya se han completado todos los cambios y el joven está listo para entrar propiamente en la vida adulta. La otra connotación tiene que ver con esas etapas de la vida que parecieran un renacer de los rasgos adolescentes. El primero es un término técnico. El segundo, una construcción de la psicología popular.
La adolescencia tardía como concepto técnico
Los psicólogos del desarrollo dividen la adolescencia en tres etapas. La adolescencia temprana, que va de los 11 a los 13 años y corresponde a la pubertad. La adolescencia media, que va de los 13 hasta los 16 o 17 años. Y la adolescencia tardía, que incluye la etapa comprendida entre los 15 a 17 años y los 21 años.
La adolescencia tardía es una etapa de mucha mayor estabilidad que las anteriores. La identidad está mucho más establecida. Prima un gran idealismo y enorme capacidad para ilusionarse con el futuro. A veces aparecen algunas crisis en razón a las nuevas responsabilidades adultas que se deben asumir. El adolescente no siempre se siente listo para ello.
A diferencia de las etapas anteriores, en la adolescencia tardía ya no es tan importante formar parte de un grupo, más o menos estable. En esta fase se le concede mayor relevancia a las relaciones persona a persona. El vínculo con la familia se vuelve más pacífico. Priman los grandes proyectos y el deseo de cambiar el mundo, todo de una vez.
Los adolescentes “trasnochados”
Actualmente también se ha dado en llamar adolescencia tardía a esos estados emocionales que muestran rasgos adolescentes, aunque ya se esté en una edad adulta. Sucede que en los seres humanos las etapas no se completan como lo indican los esquemas teóricos. Hay circunstancias que llevan a que se prolonguen, o reaparezcan aspectos infantiles o adolescentes, aún a edades avanzadas.
Esta adolescencia tardía se manifiesta de muchas formas. La más típica diríamos que es aquella en la que la persona sigue siendo “un eterno rebelde”, lleno de sueños, pero sin metas concretas por alcanzar. Se presenta una resistencia, sin razones precisas, a adaptarse a la vida adulta. No se acepta el mundo como es, pero tampoco se adelantan acciones concretas y reflexionadas para cambiarlo.
Es usual que en esos casos también se mantenga la tensión adolescente con los padres. Se les culpa, se les recrimina, pero al mismo tiempo resulta imposible separarse de ellos emocionalmente. A veces también se mantiene la cohabitación.
Los mitos en torno al crecimiento
Muchas veces los padres de un adolescente son los primeros en resistirse a que este crezca. Más allá del apego afectivo, lo que puede estar animándolos para que actúen de esa manera es su propio miedo a envejecer o a hacerse cargo de su vida. Por eso, ellos mismos se encargan de prolongar la dependencia económica, afectiva y psicológica.
En general, la sociedad moderna ha construido el mito de que la juventud es la única etapa digna de ser vivida. No por nada se ha edificado una prolífica industria de la cosmética, en donde poco menos de la mitad de los productos está destinada a “retrasar el envejecimiento”. La palabra “adulto” le resulta antipática a muchos. Suena seria y apagada. Suena a responsabilidad, lo cual sería lo contrario de juventud.
Todo esto no es en sí mismo negativo. Lo que sí puede ser contraproducente es la renuncia a la autonomía y a la responsabilidad, que implica el seguir sosteniendo una actitud adolescente. Los adolescentes tardíos se pierden saber de qué son capaces realmente.
Eso solo se descubre cuando uno decide hacerse cargo de uno mismo y vence el miedo a hacerlo. Si se renuncia a ello, es probable que una cierta inconformidad se apodere de nosotros. Se vuelve crónica, sin que nos demos cuenta, y ello nos lleva a privarnos de grandes experiencias.