Agradezco las noches que se hicieron mañanas por amigos que se hicieron familia
No podemos elegir la música que la vida va a hacer sonar para nosotros, ni que aquella canción que tanto nos gusta vuelva a sonar una y otra vez cada día. Pero, sí podemos dirigir el baile, decidir acompañantes que luego serán amigos y vestir el corazón para interpretar nuestra coreografía personal.
Es cierto que el baile, a veces, exige un solitario porque siempre es positivo mejorar los propios pasos y conocernos dentro de la pista, pero hay coreografías en las que seguro vamos a necesitar el número de una pequeña mano de personas que sientan el estribillo igual que lo hacemos nosotros.
En esos casos la elección del grupo de baile que te va a acompañar es una de las decisiones más importantes: juntos pasaréis fatigas, superaréis baches, ganaréis resistencia y, sobre todo, aprenderéis a no dejar de bailar bajo ninguna circunstancia. La familia, incluida la que uno encuentra, forma este equipo: amigos gracias a los cuales las noches son el momento del día en el que salen más estrellas.
Corazones que empujan a no dejar de bailar
La voluntad y el coraje son las dos armas principales que consiguen que un bailarín supere todos sus obstáculos: que le digan que nunca lo logrará, que se mueva peor en unos determinados estilos de danza, que haya momentos en los que expresarse con el cuerpo le resulte más sencillo…
Los amigos son algo así como el coraje, la voluntad y la fuerza que nos falta con algunos de nuestros monstruos: aquellos que nos dirán que sí, que podemos; los que nos darán la mano en las situaciones más complicadas que nos hacen quedarnos quietos, esos que entenderán que no hablemos y que lo harán por nosotros si es necesario.
“Quizás es bueno tener una mente maravillosa, pero un regalo incluso mayor es descubrir un corazón maravilloso.”
-Película Una mente maravillosa–
Los amigos son esos corazones que empujarán a no dejar de bailar cuando aparecen las primeras señales de cansancio y en nuestra mente aparece la tentación de parar. Ellos son esas personas maravillosas que hacen valer más un abrazo que cualquier otra acción: un regalo que convierte nuestras caídas en pasos escénicos.
Sus risas son agua en un desierto
Al pensar en mis amigos yo no puedo separarlo de un poema de Luis Alberto de Cuenca, en el que se recoge el verso original de este subtítulo. Esto me pasa, quizá, porque el infierno se asocia con un lugar dónde alguien va a pasarlo mal y la risa de los amigos son capaces de hacernos salir de los peores lugares.
“A veces el tesoro te desentierra a ti.”
-Benjamín Prado-
Las noches más frías gracias a ellos tienen significado y valor, porque te hacen ver lo que no ves y llegar a la mañana siguiente con valentía. Las noches más duras gracias a ellos son más débiles o, al menos, nos lo hacen parecer. Las mañanas, cuando llegan, gracias a ellos lo hacen llenas de primavera y dejando atrás todo el invierno.
En ocasiones, el baile es lento, sombrío, muy duro e incluso triste pero tu equipo de baile sigue estando ahí: interpreta la coreografía hasta el final y a tu lado, te ayuda a hacer las acrobacias más complicadas y espera hasta que la música acabe.
Amigos, el “rocanrol” de la vida
Siguiendo con la metáfora del baile, a todo bailarín se le obliga a tener un oído perfecto para escuchar el ritmo que se le marca, una disponibilidad de su tiempo plena para hacer crecer lo que va recogiendo de su aprendizaje y una coordinación exquisita que mantenga siempre a sus compañeros concentrados, a golpe de mirada.
Por ello, los amigos son los mejores bailarines que podríamos querer en nuestra escuela de baile: nadie mejor que ellos para escuchar, aunque sea tu silencio; nadie mejor que ellos para guiar tu ritmo y ser tu ejemplo; nadie mejor que ellos para ofrecerte su tiempo, ese que hace crecer amistades y fortificar el cariño. Nadie mejor que ellos para coordinarse contigo, en las buenas y en las malas.
Los amigos son el rock and roll de nuestra vida, ese espíritu rebelde y a la vez sofisticado y variado que anclará tus pies a la pista y solo dejará que los levantes para seguir bailando. Los amigos son, en definitiva, aquellas personas a las que puedes agradecer que tus noches se hayan convertido en mañana, la razón del baile.
“Si no tienes algo por lo que bailar,
encuentra una razón para bailar.”
-Melody Carstairs-