Agujero K: el efecto de la ketamina
El agujero K —o K-hole, como se le denomina en inglés— es el nombre con el que se conoce al efecto que produce el consumo de ketamina en dosis altas. Esta es una droga que al principio se utilizó con fines anestésicos y analgésicos. Sin embargo, desde hace varios años también viene empleándose como droga recreativa, pese a que su consumo está prohibido en la mayoría de los países.
En dosis bajas, la ketamina provoca un efecto disociativo en la persona (Gitlin et al., 2020). Esto es, una sensación de desconexión tanto del mundo externo como de uno mismo. Las dosis elevadas provocan el agujero K, o sea, un estado de disociación y despersonalización, el cual conduce a distorsionar la percepción del propio cuerpo, del entorno y del tiempo.
Los consumidores refieren que el agujero K provoca una sensación parecida a la que describen las personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte. Se siente como si la mente estuviera fuera del cuerpo. De hecho, algunos consumidores se han visto a sí mismos separándose por completo de su cuerpo, subiendo y flotando. Descubre más al respecto de este tema en esta lectura.
La ketamina, ¿qué es?
La ketamina es un psicotrópico. Dicha afirmación indica que actúa sobre el encéfalo y genera cambios en la percepción, los pensamientos, los sentimientos, el estado de ánimo y la conducta. Se deriva de la fenciclidina y en un principio se usó en la medicina con fines anestésicos, como lo señala la revista Anesthesia, essays and researches.
Apareció en los años 70 y su uso se volvió muy común en cirugías menores. Sin embargo, muchas personas reportaron efectos secundarios de esta droga, tales como alucinaciones, taquicardia, mareos y dolores de cabeza. Por eso, cada vez se usa menos con humanos.
Según un artículo de StatPearls, esta droga es considerada un antagonista del receptor de glutamato N-metil-D-aspartato (NMDA). Asimismo, opera en contra de los receptores de acetilcolina, bloquea los canales de sodio y potasio, activa los receptores de la dopamina y facilita la inhibición del GABA. También puede incrementar la serotonina en el cerebro.
A esta sustancia se le conoce con diferentes nombres como keta, K, special K o cat Valium, entre otros. Es habitual que se mezcle con otras drogas como anfetaminas, metanfetaminas o alcohol. Si se combina con cocaína, se le llama «Calvin Klein» en la jerga de los consumidores. La ketamina es adictiva y una sobredosis mínima puede conducir a la muerte.
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Efectos deseados y secundarios
De acuerdo con Energy Control, un programa español de la Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD) que busca reducir el riesgo de consumo recreativo de drogas, los efectos deseados de la ketamina son los siguientes:
- euforia,
- tranquilidad,
- desinhibición,
- evasión y desconexión,
- disminución del cansancio,
- alucinaciones visuales y auditivas,
- sensación de estar fuera del cuerpo,
- disminución de la sensación del dolor,
- alteración de la percepción del tiempo.
Por otro lado, según un artículo de StatPearls, los efectos secundarios que se reportan son los siguientes:
- amnesia,
- arritmias,
- ansiedad,
- confusión,
- anafilaxia,
- bradicardia,
- hipotensión,
- convulsiones,
- laringoespasmo,
- rigidez muscular,
- náuseas y vómitos,
- dificultad para respirar.
Esta sustancia viene, por lo general, en presentación líquida o en polvo. Es posible esnifarla, como si fuera cocaína, pero también se puede fumar, ingerir o inyectar en las venas. Dependiendo del tipo de consumo, el efecto de la ketamina se puede sentir entre los siguientes 2 y 20 minutos después de que ha penetrado en el cuerpo.
El agujero K
El efecto deseado con la ketamina es el que se conoce como agujero K. Como ya lo explicamos, se trata de un estado de despersonalización y disociación, en el cual se llega a tener la sensación de «viaje astral », según lo reportan los consumidores. Esto es lo que se conoce como un efecto psicodélico, que es similar al provocado por el LSD.
Con base en un artículo publicado en Journal of clinical psychopharmacology, podemos señalar que los efectos psicotrópicos asociados con el agujero K o «viaje de ketamina» pueden ser los siguientes:
- disociación,
- despersonalización,
- distorsión corporal,
- sensación de ligereza,
- experiencias psicóticas,
- pensamientos referenciales,
- experiencias extracorporales,
- ausencia del sentido del tiempo,
- experiencias de unidad cósmica.
Un artículo de la revista Drug and alcohol dependence indica que el agujero K se produce cuando se consumen más de 150 mg de ketamina. Ante esta ingesta, los investigadores plantean que la persona siente «un desapego intenso hasta el punto de que sus percepciones parecen estar ubicadas en lo profundo de su conciencia». Esto hace que el sentido de realidad se difumine y que todo se perciba distante.
Durante esta experiencia disociativa, la persona también puede tener alucinaciones visuales como fractales o formas giratorias. De igual forma, puede ser incapaz de moverse o de hablar, tener náuseas, mareos y confusión.
Un estudio del 2014, realizado por Energy Control sobre el consumo recreativo de ketamina, muestra que el 33 % de los usuarios buscan o desean experimentar el agujero K cada vez que consumen la sustancia. Sin embargo, solo el 8,1 % logra experimentarlo con frecuencia, mientras que el 51,2 % nunca llega a sentirlo.
La ketamina es una droga peligrosa
El uso de la ketamina como droga recreativa tiene varios peligros. El primero de ellos es su alto poder adictivo. Esto se debe a que este psicotrópico genera tolerancia, lo que hace que las personas poco a poco se habitúan al consumo. Por eso, cada vez van a necesitar una dosis mayor para conseguir el efecto deseado.
Lo anterior no solo genera dependencia, sino que también se convierte en un factor de riesgo para tener una sobredosis. Si una persona se excede, incluso con dosis demasiado pequeñas, los efectos pueden ser devastadores.
Es posible que provoque crisis hipertensivas, paro respiratorio, convulsiones o infarto cardiaco, entre otros. Por lo tanto, tiene el potencial para causar la muerte. Su abuso crónico puede dañar el tracto gastrointestinal, el corazón, el sistema genitourinario, el hígado y el cerebro, tal como indica una investigación publicada en Baylor University Medical Center Proceedings.
Con respecto al daño cerebral, una revisión sistemática publicada en Frontiers in Neuroanatomy asoció el consumo a largo plazo de keta con una reducción del volumen de materia gris y de la integridad de la materia blanca. Asimismo, encontró una menor conectividad funcional talamocortical y corticocortical.
Una sobredosis de ketamina es una emergencia médica que debe atenderse tan pronto como sea posible. Algunas de las señales de que es necesaria una atención de urgencia son las siguientes:
- coma;
- convulsiones;
- dolor en el pecho;
- problemas para tragar;
- presión arterial elevada;
- orina con sangre o turbia;
- frecuencia cardiaca irregular;
- temperatura corporal elevada;
- labios, piel o uñas pálidos o azulados;
- párpados, lengua, cara o labios hinchados.
La mezcla de la ketamina con otras drogas puede potenciar el efecto de esta sustancia. A largo plazo, los consumidores podrían tener problemas de memoria, pérdida de los sentidos o dificultad para mantener el principio de realidad. Una persona adicta a esta droga requiere tratamiento médico especializado, para superar la dependencia sin riesgo.
Un agujero peligroso
Como pudimos observar, la ketamina es una droga psicotrópica que se emplea como anestésico y analgésico en la medicina, pero que también se ha popularizado en el consumo recreativo. Un efecto de la ketamina que los consumidores desean experimentar es el llamado agujero K, que produce disociación y despersonalización.
Sin embargo, el uso de esta sustancia conlleva riesgos para la salud, como adicción, sobredosis y daños en diferentes órganos del cuerpo, incluyendo el cerebro. Por lo tanto, es importante concientizar sobre sus peligros y buscar ayuda profesional en caso de dependencia o sobredosis.
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