Al mal tiempo, buena música
Hay momentos en la vida en los que la música alimenta más que la comida. Aunque duelan las letras y, con ellas, el alma. Escuchar música y dejarte impregnar por ella es como hacer el amor contigo mismo, como fundir tu cuerpo y tu espíritu en uno, mimar tus sentidos, explorarte, tocarte y acariciarte con la misma premura que dos amantes desbocados.
Es ella quien está con nosotros cuando nuestras palabras se desvanecen, cuando no conseguimos explicarnos la alegría o la tristeza, cuando nuestras emociones nos bloquean o cuando tenemos algo que festejar.
No nos abandona ni en la tormenta ni en la calma, nos ayuda a sanar nuestras heridas emocionales, a crecer y a limpiar nuestro interior. Como dijo Oscar Wilde, es el arte más cercano a las lágrimas y a los recuerdos.
La música sintoniza con nuestro estado de ánimo en segundos
La música nos ayuda a ser capaces de quedarnos a solas con nuestros pensamientos. Ella te transporta a un mundo mágico, a un lugar en el que todo se hace más soportable, en el que puedes llorar hasta quedarse seco o sonreír hasta tener agujetas.
Y es que la música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo. Es la vía rápida de sintonización con nuestro interior, la que parece permitirnos existir, despertar nuestros sentidos y ser infinitos.
Cuando tienes un problema, cuando te bloqueas o cuando todo te da vértigo, la melodía de una canción llega hasta ti para convertirse en tu favorita durante un tiempo. De alguna forma, en cuanto te toca se convierte en un sello de identidad, en tu grito de guerra, en tu botón de conexión y desconexión.
Si hay música en tu alma, se escuchará en todo el universo
Da igual los años que pasen, cuando la buena música viene y te toca, ya nunca se va. La música es nuestra mejor máquina del tiempo, un preciado capricho que dulcifica y embriaga nuestro corazón, haciéndonos contener la respiración.
Y es que yo creo en la música como aquel lugar en el que todos nos encontramos, que a todos nos ayuda en los peores momentos y que tiene la capacidad de llenar de colores los mejores instantes de nuestra existencia.
Podemos olvidarnos de cualquier una palabra, de una cara o de una fecha, pero nunca podremos olvidar una melodía y su momento, pues nos transportó a un mundo de sensaciones por explorar que consiguió dar rienda suelta a una parte de nosotros que no conocíamos.
¿Quién no ha pensado nunca “esta canción está hecha para mí”?
Cualquiera de nosotros ha sentido la música como suya, como si alguien se hubiese metido en su cuerpo y hubiese ido sacando notas a su alma.
Hay melodías con las que nuestras emociones retornan a su estado más puro y tanto nuestros sentimientos como nuestro mundo se vuelven canciones hechas realidad. De hecho, si alguien nos pregunta qué canción destacamos sobre nosotros, nos veremos en serias dificultades para poder hablar de una sola.
A través de ella podemos transportarnos a nuestros recuerdos y hacer resoplar a los sentidos. Hubo quien dijo que sin música la vida sería un error y un eterno pesar en un mundo de incomprendidos.
Dicen que la música es el arte más directo, que entra por el oído y que va directa a nuestro corazón. Y es que el amor y la música no se ven, pero se sienten y se disfrutan como nada en la vida.
Ponle música a tu vida, llena de melodías tus paisajes y disfruta del placer de sentir el golpeteo de los ritmos que te invaden. Porque lo que sientes gracias a ella no es solo la magia de estar vivo, sino la libertad que te envuelve.