¿Amor o anestesia?
Si no estás enamorado, quizás uno de tus sueños sea entrar en este estado y disfrutar de todo lo que una relación puede aportarte. Es un deseo muy común. De hecho, se dice que el amor romántico es la única gran utopía en la postmodernidad. También se dice que se ha convertido en una especie de anestesia colectiva que en muchos casos termina desilusionando.
De hecho, hay quienes van más allá. Señalan que este deseo por encontrar el amor no nace realmente de una necesidad intrínseca, sino que es el fruto de la hábil manipulación de “una industria de los afectos”. Se trataría de una especie de “domesticación” que busca que reduzcas tu mundo emocional solo a un plano: el amor romántico.
Por eso, hay cientos de mensajes que sutilmente publicitan una idea: enamorarte es alcanzar la panacea. Además, nos trasladan la idea de que nuestro proyecto de vida no estará completo hasta que encontremos al “amor de nuestras vidas”. Además, se supone que este amor nos hará mucho más fuertes en el plano emocional.
Llegado este momento, podemos hacernos una pregunta: ¿buscamos el amor verdadero o lo que pretendemos es llenar nuestro vacío vital con un ideal romántico?
“A menudo la sensualidad apresura el crecimiento del amor, de modo que la raíz queda débil y es fácil de arrancar”.
-Friedrich Nietzsche-
El anhelo de enamorarte
Muchas personas han desarrollado un gran apetito de emociones intensas. Asumen que sentir en exceso es también “sentirse vivos”. Esa necesidad de emociones intensas está más presente en quienes experimentan su vida actual como tediosa y sin sentido. Aparte de las llamadas “experiencias extremas”, son tan radicales que solo le dan el nombre de amor a las vivencias apasionadas con otro.
Lo complicado de esto es que todas esas experiencias de vértigo son, por su propia naturaleza, pasajeras. No podrían ser de otro modo. Si se repitieran con mucha frecuencia o duraran más de lo necesario, paulatinamente perderían su carácter emocionante e intenso.
Por lo tanto, todas estas experiencias están destinadas a ser volátiles. Hacen que un instante se viva con mucha mayor intensidad, pero al mismo tiempo son de corta duración. Mucha gente quiere amores de ese tipo. Cegadores y brutales. Sueñan con que duren así por mucho tiempo. Precisamente por sus expectativas, suelen desilusionarse con facilidad y de manera muy intensa. Cabe preguntar en esos casos si lo que quieren es enamorarse o anestesiarse.
Un egoísmo para dos
El origen de estos frustrantes equívocos está precisamente en la fuerte distorsión que ha sufrido el concepto de amor romántico en nuestros tiempos. Son muchas las personas que no saben resolver los problemas con los que se cruzan en su línea vital y buscan un velo de ilusión en el amor romántico.
Casi todos tienen grandes planes para sí mismos, que generalmente están asociados con el éxito a los ojos de otros. Dentro de esa lógica, la pareja vendría a ser alguien que facilite o complemente esos objetivos. O sea, una pieza que encaje en ese rompecabezas narcisista. Reducir la vida a esta idea suele generar una sensación de vacío existencial: un frío gélido que se acentúa cada vez que la realidad no coincide con su esquema.
Quienes piensan así esquivan dos ideas. La primera, entender que hay ideales y valores que van mucho más allá del éxito social. La segunda, que una vida sana y normal incluye aburrimiento, monotonía, frustraciones y tristezas en varios momentos y bajo diferentes circunstancias.
Enamorarnos no nos completa
Cuando se dice, románticamente, que el amor lo es todo y que es la esencia de la vida, nadie miente. Lo que a veces se pasa por alto es que la afirmación no se refiere al amor de pareja solamente, sino a las múltiples dimensiones del fenómeno. Desde el amor propio, pasando por el amor al trabajo, hasta a la humanidad o a unos ideales.
Enamorarte no es una experiencia que puedas vivir solo en pareja. Las relaciones amorosas de pareja son solo una pequeña parte de esa inmensa constelación de lo amoroso. Y, hay que decirlo, no necesariamente la expresión más completa de ese amor en mayúsculas que tanto se tiende a idealizar.
Lo más importante, en todo caso, es comprender que el amor no anula ni elimina otros aspectos más bizarros de la vida. La contradicción, el vacío o el tedio no quedan automáticamente eliminados por obra y gracia del amor. De hecho, en esas realidades difíciles es donde mejor logra afianzarse y enraizarse un afecto real. El amor, por ti mismo y por otros, no te lleva al paraíso, sino a una realidad humana más honda y trascendental.