Ansiedad por dejar de fumar
El consumo de tabaco está asociado a numerosas enfermedades. Este hábito nocivo reduce la esperanza de vida en aproximadamente diez años y nos afecta diariamente de muchas maneras. Sin embargo, aunque todos somos conscientes de esta realidad, aproximadamente un 23 % de la población continúa fumando a diario. Y es que la ansiedad por dejar de fumar puede frenar nuestras intenciones e intentos de abandonar el tabaco.
Muchos fumadores ni siquiera se plantean dejar de serlo a corto plazo, quizá por una falta de confianza en su capacidad para lograrlo. Sin embargo, muchos otros tras varias tentativas han terminado volviendo a sucumbir. Esto sucede porque los síntomas de abstinencia, entre los que predomina la ansiedad, pueden resultar realmente duros de abordar.
Es importante estar preparados psicológicamente para hacer frente al reto, contando con una serie de estrategias útiles.
¿Cómo se manifiesta la ansiedad por dejar de fumar?
Tras las primeras horas sin fumar, la bajada del nivel de nicotina en el organismo empieza a generar en la persona ansias por volver a hacerlo. Esta ansiedad puede mantenerse durante varios días, semanas o incluso meses y se manifiesta tanto a nivel físico como psicológico.
En el primer caso, existen medicamentos y terapias de reemplazo de la nicotina que pueden ayudarnos a sobrellevar los síntomas. Entre ellos se encuentran productos, como los parches o los chicles de nicotina, que suministran esta sustancia a bajas dosis sin el resto de componentes nocivos del tabaco.
Sin embargo, la ansiedad psicológica o cognitiva requiere más trabajo personal. Esta puede aparecer como una sensación de inquietud, irritabilidad, falta de concentración e impaciencia. Hemos de considerar que una gran mayoría de fumadores utilizan el tabaco con un fin de regulación emocional; es decir, que al afrontar circunstancias estresantes, dolorosas o desbordantes, recurren al tabaco para obtener alivio, calma y placer.
Por todo lo anterior, es importante conocer y reconocer el modo en que nos relacionamos con el tabaco. Esto nos permitirá detectar posibles detonantes y manejar la ansiedad de una forma adecuada.
¿Cómo gestionar la ansiedad por dejar de fumar?
Respetar el proceso
En primer lugar, hemos de saber que es muy probable que la abstinencia se presente y se mantenga durante un tiempo. La ansiedad por dejar de fumar aparecerá, la necesidad de volver a consumir la sustancia resultará imperiosa y habremos de agarrarnos a nuestra voluntad para no ceder. Afortunadamente, esta prueba no será eterna ni mantendrá su dureza: irá disminuyendo con el paso de los días.
Desligar el tabaco de las emociones
Un aspecto de gran importancia para vencer la ansiedad por dejar de fumar es quitarle al tabaco su función de regulador emocional. Para muchas personas abandonar el tabaco de forma abrupta resulta intimidante y prefieren hacerlo de manera progresiva. Para ello, una gran estrategia es desvincular el tabaco de las emociones.
Es decir, la persona aún puede fumar si lo desea, pero no puede hacerlo en momentos de gran intensidad emocional. Debe evitar fumar cuando sienta estrés, tristeza, preocupación o cualquier sentimiento relacionado. Al no poder recurrir al tabaco en estos momentos críticos, el deseo de fumar en circunstancias normales será mucho menor.
Desarrollar estrategias de afrontamiento
Por último, hemos de encontrar maneras más sanas y adaptativas de hacer frente a la ansiedad. Para ello es muy recomendable comenzar a meditar o practicar ejercicios de respiración y técnicas de relajación. Del mismo modo, tal vez sea necesario desarrollar nuestra habilidades sociales o nuestra capacidad de solución de problemas. Se trata, en definitiva, de contar con herramientas personales que nos permitan afrontar la ansiedad sin necesidad de recurrir al tabaco.
La ansiedad por dejar de fumar es pasajera
En definitiva, es importante asumir que para dejar de fumar habremos de lidiar con ansiedad tanto fisiológica como emocional, y que esto puede prolongarse en el tiempo. El craving (o las ansias intensas por fumar un cigarrillo) se presentarán durante las primeras semanas, pero su duración no suele exceder los 10 minutos cada vez.
Del mismo modo, con el paso de las semanas, este fuerte impulso se irá reduciendo, al igual que la ansiedad. Ante todo, hemos de recordar que, igual que podemos recurrir a medicamentos o parches de nicotina, podemos buscar la ayuda psicológica que haga más sencillo el proceso.
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- Marqueta, A., Jiménez-Muro, A., Beamonte, A., Gargallo, P., & Nerín, I. (2010). Evolución de la ansiedad en el proceso de dejar de fumar en fumadores que acuden a una Unidad de Tabaquismo. Adicciones, 22(4), 317-324.
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