Aprende a detectar y a prevenir el ictus, comparte vida
Carmen está sentada en una cafetería con sus amigas cuando de pronto nota que la mitad de su cuerpo está adormecido y que casi no le queda fuerza en el brazo izquierdo. A la vez en su cabeza un dolor atronador le impide comprender lo que sus amigas están diciendo. De hecho, ya casi ni las ve… Todos los síntomas indican que se trata de un ictus.
Luisa, que es enfermera, se da cuenta de lo que le está ocurriendo a Carmen y llama sin pensar al número de emergencias. Su amiga está sufriendo un ictus o, lo que es lo mismo, un tipo de accidente cerebrovascular (ACV).
La amiga de Carmen sabe que cada minuto es vital, pues cuanto más dure la interrupción del flujo sanguíneo al cerebro mayor será el daño y mayor será la probabilidad de que se produzcan secuelas. No actuar a tiempo puede suponer la muerte.
¿Qué es el ictus?
El ictus es una alteración brusca en la circulación sanguínea cerebral que altera de manera transitoria o definitiva el funcionamiento de las áreas cerebrales afectadas. O sea, se trataría de un colapso o parón en el riego sanguíneo cerebral de una zona concreta.
Como podemos imaginar, es una urgencia de riesgo vital, por lo que en el momento en el que se comienza a notar extrañeza o ciertos síntomas de alarmas hay que solicitar ayuda médica. Esto no solo salva la vida, sino que reduce las secuelas que puedan derivar de este accidente.
Los síntomas son variados y van a depender del área cerebral afectada. Así, es de vital importancia que conozcamos los síntomas de alarma y sepamos qué podemos hacer ante ellos. Veámoslo a continuación:
- Pérdida de fuerza repentina en la cara, en el brazo o en una pierna, especialmente en uno de los lados del cuerpo (izquierdo o derecho).
- Sensación de adormecimiento, acorchamiento y hormigueo en un lado del cuerpo.
- Confusión, desorientación y pérdida de conciencia repentina.
- Problemas para hablar, articular palabras o comprender aquello que se le dice.
- Dificultad para andar, vértigos repentinos e intensos, mareos, pérdidas de equilibrio o falta de coordinación.
- Problemas repentinos de visión en uno o en los dos ojos.
- Dolor de cabeza fuerte y repentino de causa desconocida
- Vómitos.
- Enlentecimiento motor.
Cabe hacer un pequeño inciso para indicar que a veces el ictus avisa. Así, si sentimos algo extraño del estilo de lo que acabamos de comentar pero solo ocurre durante unos segundos, deberíamos igualmente acudir al médico de manera inmediata.
¿Qué podemos hacer ante las señales de alarma?
Como hemos comentado, ante las diferentes señales de alarma debemos contactar con urgencias médicas cuanto antes, pues es de vital importancia que se reciba asistencia a la mayor brevedad posible.
No obstante, ante las señales de alerta debemos pedirle inmediatamente a la persona que tenemos delante que realice unos ejercicios que nos ayuden a verificar que puede tratarse de un ictus:
Asimetría facial
Debemos pedirle que sonría o que nos enseñe los dientes. Podemos sospechar de un ictus si vemos una asimetría en la cara o que ambos lado se mueven de manera desigual.
Descenso del brazo
Debemos pedirle que cierre los ojos y extienda los brazos al frente durante 10 segundos. Podemos sospechar de ictus si no puede levantarlo, se le cae un brazo respecto al otro o es incapaz de coordinar movimientos.
Dificultades en el habla
Para esto podemos pedirle que diga su nombre o que repita una frase que use habitualmente o que nosotros le digamos en ese instante. Debemos sospechar de ictus si la persona alarga las palabras, si utiliza palabras incorrectas o no puede hablar.
Conocer para prevenir
Los organismos médicos nos dan algunas pautas para eliminar aquellos factores de riesgo que pueden dar lugar con mayor probabilidad al ictus. Veamos algunos de ellos a continuación:
- Llevar una dieta rica y saludable con la que reduzcamos al máxima las grasas saturadas. Además, dado que la obesidad es un factor frecuentemente asociado a este problema, se debe mantener el índice de masa corporal por debajo de 25 a fin de reducir el riesgo de ictus.
- No fumar es un imperativo obligado a la hora de cuidar de nuestra salud. No obstante, también lo es eliminar la exposición pasiva al tabaco, solo así reduciremos al máximo el riesgo de ictus.
- Moderar el consumo de alcohol y, por supuesto, no consumirlo todos los días.
- Llevar un control de la tensión arterial de manera regular. La tensión arterial para aquellas personas que no han sufrido antes un ictus debe ser inferior a 140/90. Por su parte, diabéticos o con antecedentes de ictus será inferior a 130/80.
Asimismo, cabe destacar ciertos factores que tienen mucho que ver con el padecimiento de ictus: ser mayor de 55, tener antecedentes de ictus personales y familiares, padecer enfermedades cardíacas, ser fumador, ser diabético, condiciones climáticas extremas, el consumo de alcohol o drogas, etc.
Cada 29 de Octubre se conmemora el día Mundial del ictus. Un día en el que nos debemos concienciar de que este dolor vacío y sordo es una realidad que afecta a miles de personas no solo cada año, sino cada día en todo el mundo.
Si bien hay muchos tipos de ictus, este tipo de daño en global constituye una de las primeras causas de discapacidad médica en el mundo. Pero, como hemos visto, su prevención y su conocimiento están en gran parte al alcance de nuestra mano.
Por eso es el momento de cuidarnos, de acudir a nuestro médico de manera regular y de deshacernos de todo aquello que aumente el riesgo de que tanto nosotros como los que nos rodean tengan un accidente cerebrovascular.
Y recuerda: compartir esta información es compartir vida.
Fuente: dmedicina.com, ictussen.org