7 claves para aprender a pensar como Sherlock Holmes

7 claves para aprender a pensar como Sherlock Holmes
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 24 noviembre, 2017

Para aprender a pensar como Sherlock Holmes nada mejor que sumergirnos en su mente, una de las más lúcidas de toda la historia de la literatura. El famoso método del que Conan Doyle dotó a su personaje tiene mucho de atención y disciplina, unas gotas de escepticismo natural y una mirada inquisitiva, curiosa y enérgica que todos podemos entrenar con eficacia…

Decía Joseph Bell, el médico forense en el que Doyle se inspiró para dar forma a su famosa criatura de la calle Baker, que todo diagnóstico que uno intente llevar a cabo, ya sea en un contexto forense, científico o en cualquier otro, debe basarse en tres pasos muy básicos: observar cuidadosamente, deducir astutamente y confirmar con evidencias. La asimilación de tal estrategia no se consigue en un día o en dos, sino a través de una rutina meticulosa donde entrenar la mente, donde aprender a conocer un poco mejor los “áticos de nuestro cerebro”.

“El día en que Sherlock Holmes se especializó en criminalística, el teatro perdió un magnífico actor y, la ciencia, un agudo pensador”

-John Watson-

Aquel médico escocés, al que Conan Doyle tuvo la fortuna de conocer, siempre se mostró muy orgulloso de que su alumno lo tomara como referencia para su obra detectivesca; de hecho, incluso llegó a prologar alguno de sus libros. Asimismo, cabe decir que no solo se inspiró en el método analítico del doctor Bell, de hecho, también se sintió atraído por la personalidad y razonamientos de otro famoso detective, C. Auguste Dupin, el famoso detective que nació de la pluma de Edgar Allan Poe en “Los crímenes de la calle Morgue”.

Arthur Conan Doyle sabía muy bien lo que quería cuando trazó uno por uno los rasgos de la fascinante personalidad de su personaje. No debía ser un hombre fácil, no quería al clásico héroe, debía tener matices oscuros y contradictorios, un sentido muy propio de la justicia, y por encima de todo debía disponer de la mente más brillante de todos los tiempos. Y lo consiguió, no hay duda…

Aprender a pensar como Sherlock Holmes está a nuestro alcance si seguimos las siguientes estrategias…

figura que nos inspira a pensar como Sherlock Holmes

1. Desarrolla tu escepticismo

No hay peor enemigo que dejar de cuestionarnos ideas o pensamientos, que asumir una actitud pasiva ante cada hecho, información o acontecimiento que nos envuelve. Es más, si no aprendemos a cuestionar incluso nuestros propios pensamientos y actitudes, rara vez veremos más allá de una cortina de humo.

Para aprender a pensar como Sherlock Holmes tenemos que pasar por una fase de preparación destinada a descalzarnos de prejuicios, propios ajenos, dejando también de asumir como ciertas las opiniones o razonamientos que otros defienden, como si estos fueran verdades universales irrefutables. Aprendamos a poner filtros, nuestros filtros, seamos escépticos, seamos curiosos, desafiantes y capaces de ver más allá de la cima de nuestra nariz, controlando ante todo esos razonamientos automáticos que a veces nos surgen y que no solemos cuestionarnos.

2. Pensamiento inclusivo

Cuando Sherlock Holmes recibe una nota no se limita en exclusiva a leer el mensaje. De hecho, el texto a veces es lo de menos. El “método holmesiano” implica desarrollar un pensamiento inclusivo donde todo cuenta, donde todo aporta información. Pensar como Sherlock Holmes implica tener en cuenta que todo objeto, todo rostro, todo tono de voz, gesto nimio o escenario en apariencia anodino aporta mucha más información de la que parece en un primer momento.

Recordemos, por ejemplo, la aventura del “Carbunclo azul” y cómo a través de un viejo sombrero y un ganso, Holmes logra hilar con astucia uno de los casos más complejos y originales que Conan Doyle llegó a crear.

3. Un compromiso auténtico

Quien haya leído todos los casos y aventuras de Sherlock Holmes se habrá dado cuenta de un aspecto esencial: el inquilino de la calle Baker pasa de la inactividad y la letargia más profunda, a la excitación y el movimiento cuando algo capta su interés. Es entonces cuando su mente se centra y deja de vagar, ociosa y apesadumbrada.

Holmes rechaza los casos que no son lo bastante estimulantes para él o a los clientes que no le inspiran confianza. Su mente es selectiva, ahorra tiempo y energías para centrarse solo en aquello que se ajusta a sus valores, a sus intereses. En este sentido, solo acepta aquellos casos que le motivan, que piensa que pueden llegar a constituir un auténtico desafío para sus capacidades.

4. Para pensar mejor a veces hay que alejarse

Para aprender a pensar como Sherlock Holmes nos será de gran utilidad aplicar una de sus técnicas: el pensamiento imaginativo. En esos momentos en que su mente dispone de infinidad de datos, de cabos por unir, de piezas sueltas, testimonios, sensaciones imprecisas e imágenes contradictorias, Holmes necesitaba ordenarlas para analizarlas y elaborar teorías plausibles que explicaran lo ocurrido.

Para llevar a cabo este proceso, no dudaba en aislarse del mundo en su habitación, recurrir a una buena pipa el violín y sumergirse en su palacio mental para afinar sus deducciones. En ocasiones, para pensar mejor lo ideal es tomar distancia del problema central; dejar de destinar esfuerzos a recoger más información y trabajar con la que ya tenemos.

5. Nos podemos ayudar de un diario

A veces, pecamos de confianza y nos decimos a nosotros mismos que nuestra mente no va a olvidar tal dato, tal detalle o tal información. Es un error. Recurrir a los diarios, a escribir nuestros pensamientos e ideas en un papel puede sernos de gran ayuda no solo para no olvidar información, sino para reflexionar mejor, canalizar más ideas y contrastar conceptos.

Asimismo, tampoco podemos dejar a un lado un hecho que el propio Holmes y el científico André-Marie de Ampère tenían en común: llevar siempre lápiz y papel encima. Las ideas son libres, van y vienen y aparecen en el momento más impreciso, por tanto, nada mejor que estar preparados para tirar la caña cuando aparecen.

6. Para aprender a pensar como Sherlock Holmes busca los retos mentales

Hay un dato curioso ha tener en cuenta sobre el personaje de Sherlock Holmes. Sus habilidades deductivas, su capacidad de análisis, su maestría para conectar hechos en apariencia dispares con los que demostrar una teoría no son aspectos que le llegaron de “fábrica” en su mente.

Quien disponía en realidad de una inteligencia excepcional era su hermano Mycroft, a quien todos describían como el mejor cerebro de Inglaterra. Sin embargo, su fabuloso cerebro contrastaba con su actitud pasiva, era un hombre de férreas rutinas y enemigo de la acción y del trabajo de campo. Dichas tareas se las dejaba con placer a su hermano menor, a esa mente siempre inquieta y necesitada de estímulos, de retos y enigmas con los que “alimentarse” y a su vez, entrenar su mente, sus habilidades y su olfato como detective consultor.

“Soy un cerebro, Watson, el resto es mero apéndice”

-Sherlock Holmes-

7. Usa tus habilidades para hacer el bien

Un detalle que el doctor Watson suele señalar a menudo sobre su querido compañero de piso y aventuras es el hecho de agradecer que Holmes haga uso de sus espléndidas habilidades para hacer el bien. De lo contrario, Sherlock Holmes podría haber competido en el mismo bando con otra mente, en este caso criminal, extraordinaria: la d el profesor Moriarty.

Todo ello nos anima a reflexionar en una idea: el concepto de inteligencia así como nuestras habilidades cognitivas necesitan también un fin por sí mismo, un objeto motivador que nos sirva para seguir entrenándonos, para ser más eficaces en nuestros razonamientos, reflexiones y campos de acción.

El pensamiento sin motivación e inspiración sirven más bien de poco. De hecho, el propio Holmes solía recurrir a esa “solución del 6% de cocaína” cuando pasaban los días y no llegaban casos, cuando el tiempo discurría lento como la niebla londinense sin que su mente sirviera a un fin, a un propósito.

Aprender a pensar como Sherlock Holmes es sin duda un propósito excelente que podemos ponernos en nuestro día a día. No obstante, siempre tenemos a nuestra disposición ese magnífico canon holmesiano en el que inspirarnos, decenas de aventuras donde aprender un poco más sobre los métodos y estrategias de uno de los personajes más queridos y admirados de la historia de la literatura. Además, de ser uno de los pocos que tuvieron que resucitar por voluntad popular y en contra de los deseos del autor.


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