Así como te amaron, amarás: ¿siempre se cumple este principio?
Así como te amaron, amarás. ¿Qué tiene de cierto esta sentencia? ¿Es verdad que los patrones afectivos de la infancia determinan el modo en que construimos relaciones de pareja en la edad adulta? De algún modo, todos quedamos ligeramente condicionados -no determinados- por esas dinámicas construidas con nuestros cuidadores primarios.
La ciencia del afecto no duda en recordarnos lo importante que es criar y educar a los niños con amor. El ser humano florece y se desarrolla de manera óptima siempre y cuando haya recibido en su infancia el cariño, la validación y la seguridad de unas figuras enriquecedoras.
Si bien es cierto que una niñez feliz no garantiza al 100 % una madurez dichosa, ni el poder construir relaciones de pareja satisfactorias, sí tenemos cierta ventaja. Hay un sustrato de base. Hay un cerebro que se ha desarrollado en un contexto de armonía, libre de ansiedades, miedos y necesidades no satisfechas. Son personas hábiles en recursos socioemocionales.
El amor que recibimos en la infancia nos influye
En muchos casos, pensar que somos aquello que nuestros padres hicieron (para bien o para mal) con nosotros puede enfadarnos y contradecirnos. Sin embargo, hay que incidir en algo muy concreto. Nuestra infancia no nos determina, solo nos condiciona al haber impreso en nosotros ciertos patrones de comportamiento e incluso de pensamiento.
Por ello, es importante recordar que siempre estamos a tiempo para romper esos esquemas más patológicos o problemáticos que perviven en nuestra mente y que limitan nuestro bienestar. Sea como sea, la forma en que nuestros progenitores nos trataron influye muchísimo en los tipos de relaciones de pareja que construimos. E incluso hasta en las personas de las que nos enamoramos…
Hazan y Shaver (1987) plantearon que amamos tal y como nos amaron y que en esto, la teoría del apego de Bowlby ofrece un marco de referencia inigualable. Tanto el enamoramiento, como el mantenimiento del vínculo, el miedo al abandono y las rupturas pueden explicarse con los pilares básicos de la teoría del apego.
Por otro lado, una investigación de la Universidad de Michigan revela otro factor que vale la pena tener en cuenta. La conexión emocional de los padres afecta tanto a la crianza de los hijos como al futuro de estos. Es decir, ser testigos de la relación que establecieron nuestros progenitores entre ellos también puede mediar en la manera en que entendemos el amor de pareja.
Así como te amaron, amarás: la importancia de los tipos apego
La afirmación de “así como te amaron, amarás” se relaciona de manera directa con la teoría del apego antes citada. Recordemos, el apego se define como la unión establecida entre los cuidadores y un niño desde que nace. Es un sistema de lazos emocionales con los que se atiende desde necesidades de afecto y seguridad hasta de supervivencia.
Esta teoría desarrollada por John Bowlby en los años 70 nos explica varias cosas. La primera es que todos desarrollamos un modelo de relación interpersonal en la infancia partiendo del vínculo construido con nuestros progenitores. La segunda es que esto puede determinarnos en la edad adulta.
Las personas nos relacionamos a partir de las creencias o las expectativas que tengamos sobre cómo van a responder los demás ante nuestras necesidades. Y, por lo general, establecemos tres tipos de apego que pueden determinar nuestras relaciones de pareja. Los analizamos.
Apego y relaciones de pareja: la forma en que te amaron de niño sí importa
- Estilo evitativo. En este caso, el niño no recibió la atención y el cuidado de sus progenitores. Sus necesidades emocionales no fueron atendidas, sus miedos no fueron consolados. Esto da forma a relaciones en la edad adulta desconfiadas y distantes. Hay miedo a la intimidad, así como desconfianza, distancia emocional y clara dificultad para construir vínculos estables. Por lo general, tienden a guardarse sus sentimientos y a resolver sus problemas por su cuenta.
- Estilo ansioso. Este tipo de apego construye vínculos dependientes. Si en la infancia el niño tuvo que hacer frente a un afecto ambivalente (a veces se le atendía y otras no), en la edad adulta pervive el miedo al abandono o a la traición. Esto se traduce en celos, en dependencia emocional y en buscar el amor en las personas equivocadas.
- El estilo seguro. En muchos casos, la frase de “así como te amaron, amarás”, sí se cumple. Sobre todo cuando recibimos en la infancia la atención de unos cuidadores enriquecedores y atentos a nuestras necesidades. Esto nos permite construir relaciones confiadas y autónomas. Elegimos mejor a nuestras parejas y construimos relaciones más maduras, basadas en la confianza y la satisfacción.
Estamos a tiempo de construir vínculos emocionales más saludables y felices
Así como te amaron, amarás. Así como te trataron en la infancia, construirás tus relaciones de pareja. Estas afirmaciones, a modo de sentencias, definen muchas dinámicas afectivas que vemos a día de hoy. Abundan las personas que construyen sus vínculos afectivos desde la necesidad y la carencia: buscan en el ser amado lo que no recibieron en la infancia.
Otros repiten patrones que integraron viendo la propia relación de sus padres, incluyendo el maltrato o la dependencia. Asimismo, también se aprecia a menudo a quienes no saben amar porque nunca los amaron de forma correcta. ¿Hay solución hasta este tipo de dinámicas? Sí, las hay, siempre y cuando seamos conscientes de esos patrones dañinos.
Aprender a amar de manera correcta, saludable y feliz requiere aprender a amarnos a nosotros mismos. Esto implica, muchas veces, tener que tratar esos trastornos del apego de la infancia; los mismos que, en ocasiones, derivan en depresión o ansiedad o hasta en traumas que aún no hemos resuelto. No dudemos en pedir ayuda experta si lo necesitamos.
Todos merecemos amar en plenitud, madurez y satisfacción.
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- Sarah R. Brauner-Otto, William G. Axinn, Dirgha J. Ghimire. Parents’ Marital Quality and Children’s Transition to Adulthood. Demography, 2020; DOI: 10.1007/s13524-019-00851-w
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