ASMR: placer y relajación para ciertos afortunados
Cuando era niño, muchas eran las ocasiones en las que ante determinadas acciones que algunas personas llevaban a cabo delante de mí, acompañadas de particulares sonidos y cierta repetitividad, quedaba inmóvil -casi en trance-.
Ante aquel escenario, lo único que podía experimentar era una placentera sensación de hormigueo que brotaba de mi cabeza, pero que desconocía totalmente. Lo cierto es que me gustaba experimentarla. Con el tiempo, descubrí que este fenómeno era conocido como ASMR (Autonomous Sensoy Meridian Response), respuesta sensorial meridiana autónoma u orgasmo cerebral. Profundicemos.
El gran interés por el ASMR
Por aquel entonces, pensaba que aquello que experimentaba era una propiedad únicamente mía, tan inefable como irresistible. De hecho, cuando preguntaba a mis compañeros “¿Y no os quedáis embobados y os da un “gustito” en la cabeza a veces?”, más de una burla me llevaba. Por ello, decidí guardarme una rareza a la que resultaba imposible negarse.
Hoy en día, y, en parte, gracias a la capacidad de difusión e interconectividad que las redes sociales traen consigo, este fenómeno psicofisiológico -que, para mi sorpresa y alivio, ha dejado de ser de mi exclusividad- ha sido acuñado como ASMR u orgasmo cerebral.
Su descubrimiento ha despertado un gran número de líneas de investigación y un impredecible interés público. Caza vez son más las personas que buscan información sobre el ASMR, a pesar de no conocerse sus bases causales. Y es que no hay nada como encontrar a otros con los que compartir algo en común, ya sea una característica, actividad o simplemente cierto interés hacia un tema en concreto.
Como ejemplo de este creciente interés tenemos el gran número de vídeos de YouTube sobre ASMR, hashtags, entradas de blogs, artículos, asociaciones, podcasts, noticias en presa y medios e incluso investigaciones académicas. Como vemos, lo que conocemos vulgarmente como orgasmo cerebral es una indiscutible realidad tiene el mismo potencial para el placer que para el tratamiento de la ansiedad, el mal de nuestro siglo.
Así, según las investigaciones llevadas a cabo, el ASMR es una propiedad intrínseca del cerebro de muchas personas -que no de todas- que encuentran en ella un modo sencillo e incluso terapéutico para relajarse y experimentar sensaciones corporales placenteras.
“El ASMR es parecido a la relajación profunda que una persona puede experimentar al recibir un masaje”.
-Prof. Craig Richard, Shenandoha University (Virginia)-
ASMR: origen y significado
ASMR es el acrónimo anglosajón empleado para designar a la respuesta sensorial autónoma meridiana (Autonomous Sensory Meridian Response, en su denominación original).
Esta respuesta es elicitada, sobre todo, por estímulos visuales o auditivos muy específicos. Incluso, la recepción intencional de atención proporcionada por otra persona puede también funcionar como disparador, aunque de forma menos común.
Por otro lado, analizando uno por uno los componentes del acrónimo llegamos hasta los factores definitorios básicos de este fenómeno:
- Autónoma. Espontánea, de libre actuación, con o sin control por nuestra parte.
- Sensorial. Fenómeno relativo a los sentidos, a lo percibido sensorialmente.
- Meridiana. Hace referencia a un clímax a punto de máximo alcance.
- Respuesta. Se refiere a una experiencia disparada por un agente interno o externo.
Un inevitable hormigueo y relajación sin esfuerzo
Comencemos por distinguir el placer sexual de este tipo de placer, al que más de uno describe como “un hormigueo que se origina en la nuca y baja por el cuerpo o como una oleada de cosquillas que emerge y desciende pulsátil, cada vez que un disparador hace su efecto.”
Así, en un artículo publicado en el prestigioso The New Yorker, encontramos una definición aún más descriptiva: “[El ASMR] surge del tranquilizador sonido de una voz que susurra o del suave roce de la ropa; es entonces cuando una sensación de cosquilleo nace en el cuero cabelludo y se extiende hacia abajo por el cuello, hombros y brazos, acompañada de un profundo estado de calma, o incluso euforia.”
Ambos placeres (el sexual y el derivado del ASMR) son distintos, tanto en su naturaleza (estructuras y procesos fisiológicos involucrados), resultado final (el ASMR no culmina en un orgasmo real), como en su finalidad (mediante el ASMR no se persigue la satisfacción de una pulsión sexual). De hecho, se ha comprobado que la activación sexual y la activación por ASMR son, en general, mutuamente excluyentes.
Algunos ejemplos de ASMR
Para quien nunca ha experimentado el ASMR resulta difícil comprender de qué se trata. Por ello, a continuación enumeramos algunos ejemplos.
Desde una perspectiva perceptivo-sensorial, hay quien describe la sensación resultante como algo similar a una “leve corriente eléctrica” placentera y relajante.
Aunque en mi caso, la definición que encuentro más acertada sería “la vivencia similar a encontrarse entre las burbujas gaseosas de una copa de champán”. Desde luego que, una vez disparado el ASMR, uno desearía no salir jamás de ese estado de dulce entumecimiento.
Por otro lado, algunos ejemplos de factores susceptibles de disparar esta respuesta son los siguientes:
- Escuchar susurros o una voz que habla suavemente.
- Escuchar sonidos ligeros y repetitivos resultantes de la realización de tareas comunes de la vida cotidiana, como pasar las páginas de un libro.
- Observar atentamente a alguien realizar una tarea mundana.
- Recibir atención personalizada y cuidada.
- Presenciar un sonoro acto de masticación, ver cómo se muerde el alimento o se bebe un líquido, siempre ruidosamente.
- Escuchar sonidos de golpecitos y, en concreto, de uñas chocando contra superficies tales como el plástico, la madera y el metal.
- Etc.
Aplicaciones clínicas del ASMR
El empleo de la técnica de inducción de ASMR no está reconocido por ningún organismo oficial como una medida terapéutica válida; por lo tanto no puede recomendarse como sustitutivo de ningún abordaje terapéutico.
No obstante, cada vez son más las personas que emplean aproximaciones basadas en ASMR para tratar problemas específicos relacionados con el espectro ansioso (ansiedad generalizada, ataques de pánico, dificultades de concentración, pensamiento rumiativo o dificultades para conciliar el sueño, entre otras).
En esta línea, el efecto terapéutico del ASMR se asemejaría en forma y acción al obtenido a partir de extendidas técnicas como la meditación, el yoga o el mindfulness. De hecho, al igual que ha ocurrido con las prácticas citadas, el mundo académico ha confirmado ya el beneficio fehaciente del ASMR en términos de salud física y mental.
Según hallazgos científicos, son varios los parámetros determinantes de un estado psicofisiológico de relajación y bienestar que resultan positivamente impactados gracias al trabajo con ASMR. Como ejemplos: la tensión arterial, la liberación de endorfinas o el ritmo cardíaco.
Posibles explicaciones
Son escasos los datos objetivos y replicables que atestiguan el origen y los mecanismos operantes de este fenómeno. Eso sí, se ha hallado una relación estadística entre personas susceptibles al ASMR y la probabilidad de sufrir misofonía (la molestia ante determinados ruidos, especialmente los provocados por personas). Por ello, se piensa que para el ASMR puede existir una base genética.
En estudios en los que se ha empleado la imagen por resonancia magnética funcional (fMRI), se ha observado que en aquellos sujetos que afirmaban experimentar las “cosquillas” del ASMR, las áreas cerebrales asociadas con conductas sociales de acicalamiento o aproximación interpersonal (córtex medial prefrontal) y con sensaciones de tacto (córtex somatosensorial secundario) presentaban un inusual grado de activación. Además, esta activación era muy superior a la presentada en sujetos control o en momentos de ausencia de ASMR.
Lo cierto es que todos aquellos que tenemos la fortuna de poder disfrutar de este mecanismo tan natural, sencillo, innato y controlable no tendemos a preguntarnos en exceso cuál es el origen o la funcionalidad de este fenómeno. A gusto es como uno se siente y eso es lo que cuenta.