El ayuno, una práctica espiritual

El ayuno es un beneficio para el cuerpo y para la mente. Es una técnica que necesita del autocontrol y realizada de manera correcta, puede generar mejor calidad de vida. En el siguiente artículo te contamos de qué manera.
El ayuno, una práctica espiritual
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 02 enero, 2018

El ayuno es una práctica que se ha llevado a cabo desde tiempos inmemoriales en casi todas las culturas. En un principio se realizaba por motivos básicamente sagrados. Se ayunaba colectivamente, en ciertas épocas, con la finalidad de hacer un homenaje a Dios o para que fuera concedida alguna gracia.

De hecho, hoy en día se mantiene ese espíritu en prácticas como la Cuaresma católica o el Ramadán de los musulmanes. Y, con el tiempo, se ha descubierto que el ayuno puede traer grandes beneficios tanto al cuerpo como a la mente.

Desde muchos enfoques médicos, se aborda como un ejercicio que permite desintoxicar el cuerpo y contribuir a la sanación de distintas enfermedades. Así mismo, ayunar beneficia la mente y el espíritu, en tanto exige una puesta en juego de la voluntad y la renuncia.

“Dejar de comer y beber es más que un placer; es gloria para el alma”

-León Tolstoi-

Ayunar es un acto de austeridad voluntaria. Por eso mismo, fortalece la mente y contribuye a que se incremente la capacidad de concentración. De alguna manera, deja más libre a la mente para que pueda enfocarse al conocimiento y al reconocimiento de uno mismo. Es una puesta a prueba de la voluntad que, en todo caso, no debe llevarse al punto de violentar el organismo o la mente.

El ayuno y el poder de renunciar

 

Buda con velas, simbolizando ayuno voluntario

Aunque nuestra sociedad hace un gran énfasis en desplegar todas las potencialidades hacia el tener, la verdad es que pueden requerirse muchas más capacidades para renunciar. Algunas filosofías insisten en el hecho de que cuanto más tenga una persona, menos libre es. Su mente y su corazón deben ocuparse de esas posesiones, materiales y espirituales, y en lugar de ponerlas a su servicio, queda atado a ellas.

Se dice que “rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita”. Esto es verdad, en la medida en que la necesidad nos pone en una perspectiva de carencia, de vulnerabilidad.

Y está claro que mucho de lo que necesitamos responde más a una imposición del mercado y de la sociedad que a una verdadera carencia. Sin embargo, lo olvidamos o ignoramos con demasiada frecuencia y por eso muchos de nosotros nos hemos convertido en “necesitadores crónicos”.

El ayuno nos recuerda que tenemos el poder para renunciar, incluso a algo tan fundamental como la comida.

Privarnos voluntariamente del alimento nos permite entrar en una nueva perspectiva. Es una práctica que obliga a volver los ojos sobre nosotros mismos, a percibir con mayor nitidez las señales que envía nuestro cuerpo y a identificar las emociones que nos acompañan.

Quienes ayunan aseguran que se incrementa notablemente la percepción y la sensibilidad durante los lapsos de abstinencia. El resultado de este tipo de prácticas, cuando se llevan a cabo de manera correcta, es muy benéfico para el mundo emocional.

Se experimenta mayor poder sobre uno mismo y esto incrementa la confianza y la autoestima. Se produce una sensación de bienestar por el logro alcanzado y se desarrolla la tolerancia a la frustración. Quienes ayunan suelen ser más tranquilos, autocontrolados y sensibles a sí mismos.

El ayuno y la salud

Mujer con cerebro de colores

Uno de los científicos que ha investigado a profundidad sobre los beneficios del ayuno es Mark Mattson, jefe del laboratorio de neurociencia del Reino Unido. Sus estudios han permitido concluir que el ayuno es una práctica saludable, que favorece de manera notoria el cuidado del cerebro.

 

Para Mattson, la práctica regular del ayuno prolonga la esperanza de vida y reduce la velocidad degenerativa de las neuronas en enfermedades como el alzhéimer o el parkinson. Como también reduce los procesos oxidativos en todos los órganos del cuerpo y retrasa la aparición de enfermedades crónicas relacionadas con el envejecimiento.

Pero eso no es todo. Ayunar también incrementa las habilidades cognitivas y promueve la capacidad de las neuronas para establecer y mantener conexiones entre ellas. Esto se refleja en un aumento de la habilidad para aprender y en un crecimiento de la memoria. Dice Mattson que el ayuno ofrece beneficios similares a los del ejercicio físico y mental y que lo recomendable es practicarlo una o dos veces a la semana.

Así mismo, los investigadores del Instituto del Corazón del Centro Médico Intermountain, en Utah, Estados Unidos, han indicado que el ayuno reduce los riesgos de padecer enfermedades del corazón y aporta cambios positivos en los niveles de colesterol.

De este modo, es claro que ayunar te beneficia física y emocionalmente. Sin embargo, no debes olvidar que este tipo de prácticas se deben realizar bajo supervisión médica, especialmente si padeces alguna enfermedad.

 


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.