Biografía de William Shakespeare, El bardo inmortal
Ben Jonson, célebre poeta y dramaturgo del siglo XVI dijo de William Shakespeare que no tenía edad, que sería el genio de todos los tiempos. No se equivocó. Sus obras se han traducido a más de 100 idiomas. Sus historias, personajes y frases tamizan nuestra cultura enseñándonos cómo se orquesta la magia del amor, cómo duele la traición, el engaño, la guerra…
Conocido también como El bardo inmortal de Avon, Shakespeare fue ese poeta y dramaturgo venerado ya en su época, pero que adquirió una trascendencia notable durante la época victoriana. Han pasado más de 400 años desde su muerte y, desde entonces, sus obras se han adaptado miles de veces, en casi cualquier lugar del mundo.
Personajes como Hamlet, Shylock, Lady Macbeth, Viola, Rosalinda o su Caliban de La Tempestad se escapan a menudo a los clásicos arquetipos. Esa es quizá la mejor habilidad de William Shakespeare. Porque justo cuando creemos que ya empezamos a conocerlos, ocurre algo que nos sorprende y nos aferra aún más a la trama.
Con su hábil pluma pudo trazar el contorno de figuras ya inmortales. Aquellos reyes atormentados, comerciantes, brujas o dulces enamorados se muestran con las mismas contradicciones que cualquiera de nosotros. El espectador vio en el pasado y contempla, en la actualidad, pedazos de su propio yo agazapado en el escenario e incrustado en esos magníficos personajes…
“El que no se ama a sí mismo no puede amar a nadie”.
-Shakespeare-
Primeros años: los inicios de un joven actor y escritor
William Shakespeare nació en 1564 en Stratford-upon-Avon, Warwickshire (Inglaterra). Su padre, John Shakespeare, era concejal, y su madre, Mary Arden, era una dama acaudalada de buena posición. De estos primeros años de infancia y juventud poco se sabe de cómo fue su vida. Sin embargo, fue a partir de 1582 cuando se tiene constancia de los problemas económicos de la familia. Shakespeare se ve obligado entonces a dejar los estudios y a trabajar como carnicero.
Con 18 años deja embarazada a Anne Hathaway, la hija de un granjero de su localidad. Después del nacimiento de una niña, la pareja contrae matrimonio, momento en que el joven William decide marcharse junto a su familia hasta Londres. Tenía un objetivo en mente: vivir como actor y escritor.
Al llegar a la capital británica no tiene demasiados problemas a la hora de unirse al grupo teatral The Chamberlain’s Men, el cual, empezaría a actuar con notable éxito.
El nacimiento del dramaturgo
A partir de 1592 surge el nacimiento de El Bardo. Ese dramaturgo de Avon empezaba a adquirir una notable fama en los escenarios londinenses. Su mecenas, el joven Henry Wriothesley, Duque de Southampton, lo adentró con solvencia entre los círculos intelectuales más aclamados de la época. Esa influencia, sumada al carácter abierto y hasta libertino, de Shakespeare dieron forma a una vida social bastante agitada.
Formó una buena amistad con otros autores como los escritores Christopher Marlowe, Ben Johnson, Robert Greene o Richard Burbage. Todos ellos quedaron admirados ante sus primeros trabajos. Así, Henry IV, (parte uno) y más tarde Henry IV (parte dos), junto a Henry V lograron un éxito notable en la escena teatral londinense.
Más tarde llegaría Richard II, Richard III y Titus Andronicus. Por otro lado, con comedias como Dos caballeros en Verona o El sueño de una noche de verano demostró el ingenio, la originalidad y el encanto de unas historias que cada vez atrapaban más al público de la época.
Para 1597, el Bardo de Avon, como solían llamarlo, había escrito 15 de esas 38 obras que conocemos a día de hoy. Era un hombre rico, poseía las casas más distinguidas de Stratford y podía ofrecer a su familia cualquier deseo y comodidad. William Shakespeare disfrutaba de aquella vida.
Podía escribir guiones para su compañía teatral. Él mismo actuaba cuando lo deseaba y a su vez, en 1599, llegaron a reconstruir The Globe a partir de las ruinas de The Theatre , para crear incluso una casa de juegos.
Últimos años de William Shakespeare
Llegado el nuevo siglo, sus obras literarias seguían creciendo y madurando. A partir del 1600 aparecen en escena grandes legados inmortales para nuestra historia como Troilus y Cressida, Hamlet, Othello, el Rey Lear o El sueño de una noche de verano. Los diálogos en esta época eran más ricos, más dinámicos y abundaba, a su vez, un estilo poético más pulido y profundo.
Así, los textos que podemos encontrar en Hamlet distan bastante de los que pudimos ver en épocas anteriores con Henry V. El lenguaje es más hábil y las líneas más ágiles, a la vez, que efectivas para mostrarnos la profundidad psicológica de los personajes. Asimismo, en esta época, William Shakespeare publica también sus famosos Sonetos.
Sus últimas obras, como Cymbeline o la Tempestad, dan forma a un género que apunta la tragicomedia, ahí donde las historias son un poco más sombrías pero sin perder nunca la habilidad de sorprender al espectador. Llegado el año 1613, y tras representar Henry VIII, el Globe se quema en un incendio.
Tardó casi un año en reabrirse de nuevo. No obstante, para entonces William Shakespeare ya se había retirado a Stratford. Falleció poco después cuando contaba aún con 52 años. Así, y aunque no se conozca con exactitud la causa de su muerte, hay documentos escritos que relatan su afición a beber junto a sus amigos dramaturgos, como Ben Johnson. La fiebre y los continuos excesos dieron fin temprano a alguien que, quizá, pudo regalarnos aún más obras, más creaciones inmortales.
Estilo y controversia sobre las obras de William Shakespeare
Una sombra que siempre acompaña la figura de William Shakespeare es si fue él mismo el autor de todas sus obras. Aún más, se dice que Mark Twain, Henry James y Sigmund Freud llegaron a preguntarse si realmente llegó a existir tal persona. No falta quien asegura que detrás de muchos de sus trabajos estaría en realidad Christopher Marlowe y en especial, el Conde de Oxford Edward DeVere.
A día de hoy, desconocemos si Shakespeare tenía tras de sí un hombre de paja. Desde la editorial británica Oxford University Press, por ejemplo, señalan que Shakespeare y Marlowe llegaron a trabajar juntos, y que por tanto, muchas de las obras atribuidas al primero eran, en realidad, resultado del una colaboración mutua.
Shakespeare y el arte de enriquecer un idioma
Más allá de la duda de si todas las obras shakespearianas fueron escritas bajo la pluma del Bardo de Avon, hay una realidad innegable. La influencia de sus trabajos ha sido inmensa. Una de sus habilidades fue configurar el lenguaje para adaptarlo a sus propósitos artísticos.
Con ello, enriqueció el idioma inglés de forma notable. Se estima que gracias a William Shakespeare se incluyeron hasta 2000 palabras nuevas. Así, términos como “auspicioso”, “menguante” e “intempestivo” son resultado de su magnífica inventiva. Por otro lado, sus personajes configuran también en nuestra cultura popular e incluso en el mundo de la psicología, referencias clave para entender muchas realidades.
Actuar como un Othelo, sufrir síndrome de Edipo o ser como Romeo y Julieta nos dan una idea inmediata de a qué nos estamos refiriendo. En esencia, William Shakespeare sigue siendo a día de hoy esa figura inmortal e irrepetible que tanto nos sigue inspirando.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Ackroyd, Peter (2008) Shakespeare, la biografía. Madrid: Edhasa