Coger las riendas de nuestra vida
¿Habéis leído La Metamorfosis de Kafka? En esta novela, un chico se levantó una mañana y se había convertido en una especie de cucaracha. Nosotros esperamos un acto mágico pero al revés, deseamos despertarnos una mañana y que todos nuestros problemas estén solucionados. Sería ideal, ¿verdad? Sin embargo, este pensamiento no es muy funcional. Por ello, el mejor plan es coger las riendas de nuestra vida.
“Un día todo cambiará e irá a mejor”, “ya verás como todo mejorará”… ¿cuántas veces nos hemos repetido este tipo de frases? Por alguna extraña razón, cuando la vida no nos va bien, tendemos a pensar que algo externo producirá el cambio. De repente, algo cambiará la dirección de los acontecimientos y todo irá mejor. Parece que estamos convencidos de que todos los problemas, por arte de magia, se solucionarán. Sin embargo, las cosas no funcionan de este modo, así que te confesaré algo: tu vida depende de ti.
“La felicidad no es algo confeccionado. Viene de tus propias acciones”.
-Dalai Lama-
Un pequeño gran secreto
Otro pequeño gran secreto es que la vida no se soluciona sola. Si queremos coger las riendas de nuestra vida, esto implica poner de nuestra parte. He conocido a muchas personas que quieren salir de una relación de pareja o dejar atrás una incómoda situación, pero son incapaces de tomar decisiones. También conozco a mucha gente que se lamenta una y otra vez de lo mal que les va todo, sin embargo, no son capaces de ver su papel en este juego. En la novela de Kafka todo parece ocurrir por arte de magia, pero la realidad no es así.
Cuando este tipo de situaciones comienzan a darse con frecuencia, podríamos estar hablando del concepto de victimización, a través del cual tendemos a pensar que somos víctimas de todo lo que ocurre a nuestro al rededor. No somos conscientes del poder que tenemos en nuestras manos y culpamos a los acontecimientos externos de lo mal que nos va y lo desgraciados que somos. Sin duda, una de las posturas más dañinas que podemos adoptar.
Si os lamentáis una y otra vez con frases “todo lo malo me pasa a mí” o repetís expresiones similares como si fueran mantras cada vez que os ocurre algo negativo, lo único que puede ocurrir es que acabéis creyendo que es cierto, a pesar de ser falso, y os convirtáis en agentes pasivos de vuestra vida, es decir, personas sin capacidad de acción. Todos atravesamos diferentes situaciones, a veces mejores, a veces peores e incluso, a veces nos sobrevienen varios acontecimientos adversos de forma sucesiva o situaciones favorables una detrás de otra.
Una gran parte de la vida depende de cómo decidamos tomárnosla por muy mal que nos vayan las cosas. Existen personas que ante la adversidad muestran siempre una sonrisa de oreja a oreja y otras que tan solo profieren frases llenas de negatividad y gestos hostiles hacia ellos mismos, los demás y todo lo que les rodea. Y lo mejor de todo, es que aunque parezca mentira, tú también puedes elegir. Tienes el poder de elegir vivir tu vida con serenidad, pase lo que pase, o bien elegir vivirla con un alto nivel de ansiedad y frustración.
Que empiece el cambio
En el budismo, existe un término cuya descripción podría llenar cientos de páginas pero que en resumidas cuentas viene a ser la Ley de la Causa y Efecto, esto es, Karma. Según el Karma, si plantas una semilla positiva, recogerás frutos positivos.
¿Y qué tiene que ver esto con el cambio en nuestra vida? Muy sencillo. Aquellos que queráis un cambio, tenéis que poneros en acción. Nada externo vendrá a rescataros. Toda la energía que gastáis en soñar con una vida mejor la podéis invertir en comenzar a recorrer un nuevo camino, en coger las riendas de vuestra vida. Porque el nuevo camino sólo depende de vosotros, de nadie más. Así, si empezáis a sembrar semillas de cambio, el cambio llegará.
El cambio cuesta, requiere un esfuerzo y no todos están dispuestos a llevarlo a cabo. No podemos pretender cambiar de vida sin modificar absolutamente nada del día a día. Durante muchos años actuamos de una forma muy concreta y esto deja patrones de conducta muy marcados en cada uno de nosotros. ¿Qué quiere decir esto? Que intentamos solucionar los problemas en la misma dirección, a pesar de que muchas veces veamos que no es la mejor forma.
¿Habéis tenido compañeros de clase que a pesar de pasarse el día estudiando han suspendido? La gran mayoría de nosotros conocemos casos de personas muy cercanas que se han empeñado en utilizar los mismos métodos a pesar de obtener malos resultados. Sus creencias radican en que el esfuerzo no ha sido suficiente, sin embargo, el problema suele estar en la base. Si estudias mucho y suspendes, ¿cuál puede ser el problema? El método. Y ahí es donde debemos trabajar, en cambiar el enfoque y el método a través del cual queremos conseguir nuestros objetivos.
Coger las riendas de nuestra vida implica acción, esfuerzo y conciencia.
Los primeros pasos para coger las riendas de nuestra vida
El primer paso para coger las riendas de nuestra vida es analizar aquello que queremos cambiar. ¿Qué aspecto/s de nuestra vida nos gustaría mejorar? Es muy importante ser sinceros con nosotros mismos. Tendemos al autoengaño, a la impostura, para no reconocer nuestros fallos o para no trabajar en lo que es necesario. Pero esto es un error. Es importante la sinceridad, además, es un trabajo que haremos de forma interior, por lo que no tenemos la necesidad de decírselo a nadie.
El segundo paso es observar qué hemos hecho hasta el momento para que todo siga igual. ¿Cómo han sido nuestras estrategias? ¿Por qué acabamos de la misma forma? ¿Por qué no se ha producido un cambio en el aspecto que nos gustaría? Debemos observar si nuestra tendencia ha sido repetir una y otra vez las mismas estrategias, y si esto ha sido así, es hora de cambiar.
El tercer paso para coger las riendas de nuestra vida, y casi más importante que los anteriores, es vencer el miedo. El miedo es una emoción primaria muy necesaria que nos puede salvar la vida en momentos de peligro, pero cuando este se extiende a la vida diaria comienza a representar un problema. Esta emoción tiende a paralizarnos y a dejarnos atrapados en nuestra zona de confort. Preferimos seguir pasándolo mal a enfrentarnos a algo nuevo por el simple hecho de sentir temor ante lo que pueda ocurrir o ante el hecho de tener que dejar atrás ciertos aspectos de nuestra vida.
¿Qué os parece si en vez de quedaros en el sofá esperando a que la vida cambie os levantáis y empezáis a cambiarla vosotros mismos? Tened autoconfianza. Os aseguro que empezaréis a ver resultados que jamás hubierais imaginado. Como dice un famoso dicho: para recorrer mil kilómetros, hay que dar el primer paso.