¿Cómo afrontar una ruptura de pareja?
A veces el amor se apaga. Otras, acontece el desengaño, la traición o la amarga decepción. En la mayoría de las ocasiones, aún existiendo el amor, uno es consciente de que es mejor dejar la relación: por salud, por integridad y por el bien de ambos. Afrontar una ruptura de pareja nunca es fácil, nadie nos ha enseñado cómo hacerlo, sin embargo, gestionarlo del mejor modo nos permitirá avanzar con mayor dignidad.
Admitámoslo, en cualquier relación de pareja es inevitable el conflicto, las diferencias, los desencuentros. Estos surgen a partir de las incompatibilidades e inconsistencias entre el mundo interno de sus miembros cuando no coinciden las ideas creadas acerca del otro y de la relación. Una realidad que puede desembocar como ya sabemos en una ruptura.
Sin embargo, un conflicto no lleva de forma obligatoria a la separación. El conflicto puede darse en un nivel adaptativo y ser gestionado de forma adecuada. De hecho, la mayoría habremos experimentado esos momentos en que tras un problema o desavenencia con la pareja, hemos podido superarlo del mejor modo para crecer y fortalecer el vínculo.
“Pensé que el amor duraría para siempre. Yo estaba equivocado”.
-W. H. Auden-
Ahora bien, en algunos casos no cabe la reconciliación, ni el acuerdo ni un proyecto de futuro. Romper ese lazo afectivo es a menudo una de las realidades más devastadoras que podemos vivir.
Así, tal y como nos lo explica por ejemplo un estudio llevado a cabo en la Universidad de Denver y publicado en el Journal of Family Psychology, dejar nuestro compromiso con alguien genera siempre angustia psicológica, una dimensión a menudo muy complicada de manejar.
La ruptura de pareja
Cuando las parejas no comparten su proyecto de vida es probable que una vez pasado el enamoramiento inicial, tengan dificultades para continuar. Vivir una ruptura puede ser una de las experiencias más dolorosas de afrontar, lo sabemos. Se pierde algo que se ha tenido y valorado, se deja atrás un espacio compartido, un proyecto ya truncado y un legado de recuerdos que deberemos gestionar del mejor modo posible.
Una vez que se termina la relación es necesario redefinir aspectos fundamentales. Esto es algo que no todo el mundo hace de forma adecuada, porque nuestro cerebro, nuestras emociones y pensamientos siguen anclados a esa persona. Es como un flujo de energía negativa que nos enviste y nos supera, una avalancha de recuerdos y hábitos pasados de los que no sabemos muy bien cómo desprendernos.
El desconcierto y la incertidumbre nos impiden a menudo centrarnos en lo más importante: nosotros mismos. Sabemos que la vida continúa, pero asumir que lo haremos sin la otra persona es un trance tan duro como complejo.
¿Y ahora qué?
Después de la ruptura de pareja, lo esperado y recomendable es iniciar el proceso de duelo. Transitar por esas etapas es una tarea imprescindible para aceptar la realidad, recuperar la esperanza y reorganizar su vida personal y/o familiar.
El duelo, recordemos, es ese proceso psicológico que nos permite adaptarnos a las pérdidas. En ocasiones, puede iniciarse incluso antes de la separación física por un hecho más que evidente: dejamos de contar con el apoyo del otro y este pierde su idealización. Es decir, a menudo y antes de la propia ruptura de pareja muchos ya vamos tejiendo el manto del duelo para asumir algo esencial: que ya no somos amados.
Por otro lado, tal y como nos revela un estudio llevado a cabo por los psicólogos David Sbarra y Jessica Borelli y que publicaron en el Journal of Marital and Family Therapy, ser capaces de dar forma a un duelo, genera un alto beneficio psicológico y emocional. Nos ayuda a definir nuestro concepto del yo, a “unir nuestras partes rotas”, por así decirlo.
Cada uno en su tiempo y a su manera, logrará adaptarse a la situación, reconstruirá la experiencia y seguirá hacia adelante, consiguiendo superar la ruptura.
Para la mayoría, el duelo es un proceso complejo, pero para algunos, resulta extremadamente difícil. Hay que personas no logran adaptarse a la nueva situación y quedan atrapados en el dolor y la rabia, esforzándose en eliminar al otro de su vida un día sí y otro también sin poder hacer nada más. Si el duelo se congela, la separación se vuelve destructiva, se estanca y se prolonga.
Los costes por estas últimas realidades pueden ser inmensas.
Algunas ideas para superar la ruptura de pareja
¿Cómo superar el final de una relación? No es sencillo, pero se puede conseguir. Estos son algunos consejos que pueden ayudar.
Asumir cuanto antes la ruptura
Asume, acepta, integra lo sucedido sin rencores, rabias o bloqueos. De esta forma, las emociones serán cada día menos intensas y llevaderas para permitirte crear nuevas rutinas. Es fundamental cerrar ese capítulo, reestablecer las expectativas puestas en la relación anterior, darle un sentido a lo vivido y reajustar lo que esperamos.
Nunca hay que engancharse al pasado. Buscar obsesivamente “posibles razones encubiertas” del otro para finalizar la relación o aferrarse a lo que alguna vez fue, puede prolongar y dificultar el proceso.
Y, por supuesto, no hay que comenzar una nueva relación sin superar el duelo. Esto lo hará más complejo, al llevar a la nueva pareja todo lo no resuelto de la relación pasada.
Busca una separación constructiva
El modo en que gestiones la ruptura determinará el impacto sobre los involucrados, especialmente si hay hijos. Es importante asumir su responsabilidad y su papel en esta nueva etapa, manifestar y expresar el dolor, establecer límites claros, e impedir que terceros se vean involucrados.
Se deja de ser pareja, pero no padres. Si hay hijos, con la ruptura se pierde la pareja, pero ambos siguen siendo padres y deben respetar estas funciones, tanto en el caso propio, como del otro. Asimismo, no hay que involucrar a los hijos en el conflicto, ya que les genera daños profundos y permanentes.
Siempre hay que evitar la separación destructiva. Es importante dejar a un lado el deseo de ganar y buscar culpables.
Vivir cada etapa
Aunque lo deseemos, no podremos recuperar la estabilidad y la felicidad de un día para otro. Sufrir, sentir el vacío, experimentar el dolor y llorar son realidades esenciales para superar lo sucedido. Es importante vivir cada fase del duelo, expresar las emociones sentidas y dejar que sigan su curso, no forzar el “no pasa nada” o “no me importa” cuando la herida aún está abierta.
Aunque es importante dar cabida al dolor como decimos, queda prohibido instalarnos en él de por vida. Una vez llegado el momento, debemos recuperar y reinventar nuevas rutinas. Hay que intentar sacarle partido a la situación. De hecho, puede ser una oportunidad para retomar o comenzar actividades gratificantes que eran difíciles de realizar con la expareja.
Es un buen momento para dedicarse a uno mismo, para cuidarse y consentirse con aquello que nos guste. Es fundamental cuidar la autoestima.
No caer en la tentación de volver
La situación tras la ruptura de pareja es dolorosa y puede llevarnos a retomar desesperadamente la relación, aunque no sea la opción más favorable. Al ser un momento de vulnerabilidad, es mejor esperar para tomar decisiones permanentes hasta que haya mayor estabilidad.
Busca apoyo. Puede ser conveniente y necesario buscar ayuda profesional a través de la terapia o mediación familiar. Asimismo, acércate a tus seres queridos, a tus amigos, a personas relevantes que siempre quieren lo mejor para ti y que saben cómo ayudarte.
Por último y no menos importante, aprende de esa nueva etapa. Aunque el miedo a la soledad es muy frecuente y compartido en esos momentos tras una ruptura, es una experiencia que se acompaña de aprendizaje y crecimiento personal.
Avanza, por tanto, sin angustia, recorre esa nueva etapa vital con confianza recuperando el amor propio y la esperanza por un futuro más fuerte, acorde a tus sueños y anhelos.