¿Cómo puede ayudar la inteligencia artificial (IA) a la salud mental?

La inteligencia artificial (IA) se está convirtiendo en una valiosa herramienta para realizar diagnósticos y diseñar tratamientos más personalizados. No obstante, aún es necesario mejorar muchos aspectos éticos.
¿Cómo puede ayudar la inteligencia artificial (IA) a la salud mental?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 26 enero, 2025

La inteligencia artificial (IA) es un campo imparable en todos los ámbitos, incluso en la salud mental; tanto es así que los profesionales en esta área hacen uso frecuente de ella. Si bien se abren aún ciertas fisuras de desconfianza en su empleo, son muchos los que intuyen un nuevo renacer en esta disciplina. Más ahora, cuando la demanda de atención psicológica es más alta que nunca y necesitamos tratamientos más personalizados.

El resultado de esta simbiosis tecnología-clínica lo vemos, por ejemplo, en chatbots capaces de tener conversaciones terapéuticas con pacientes. Aunque esta tecnología no podrá sustituir la labor de los psicólogos, se alza ya como una herramienta de apoyo interesante, en especial en análisis de datos y diagnósticos. Te describimos, a continuación, esta alianza en ciernes.

Mayor acceso a recursos de salud mental

Nuestra sociedad se enfrenta en la actualidad a notables desafíos en materia de salud mental. Ejemplo de ello es el impacto de la soledad en los mayores, los problemas emocionales y de autoestima en nuestros adolescentes, el estrés laboral, traumas, ansiedad… Hay mucha demanda de terapeutas, pocos recursos y también dificultades económicas a la hora de acceder a la asistencia psicológica.

Ahora bien, la IA se alza como una herramienta de intervención temprana rápida, atractiva y asequible. Chatbots como Woebot o Replika están diseñados para ofrecer apoyo emocional las 24 horas. Lo hacen facilitando técnicas de regulación, validación emocional, seguimientos… Son recursos accesibles a cualquier usuario y actúan como un apoyo complementario.

El auge en el uso de aplicaciones de salud mental, basadas en IA, apareció durante la pandemia por COVID-19. Desde entonces, las grandes tecnológicas han desarrollado programas cada vez más sofisticados como Woebot, el cual se adapta a la personalidad del usuario, demostrando empatía para guiarlo a través de terapias y ejercicios de conversación.


Una herramienta diagnóstica más eficaz

Investigaciones como la divulgada en Frontiers in Digital Health, destacan los beneficios de la inteligencia artificial en cuanto a diagnóstico. De hecho, es fascinante comprobar cómo los algoritmos pueden analizar múltiples datos de los pacientes en poco tiempo, para compararlos con grandes bases de datos. Esto les permite detectar de forma muy temprana condiciones como la depresión, la ansiedad o la esquizofrenia.

Algo así es un avance indudable, sobre todo a la hora de evaluar el riesgo de suicidio. Hay modelos de IA que pueden analizar esta variable con precisión, evaluando desde el tono de voz de la persona, hasta las alteraciones del sueño y lo que consulta en redes sociales o buscadores. Disponer de esta información complementa sin duda la labor de los profesionales de la salud mental.

En la actualidad, se están diseñando dispositivos portátiles que leen nuestras señales corporales para anticipar desde ataques de ansiedad, hasta posibles episodios de disociación. Una vez detectado el riesgo, la IA interviene ofreciendo ayuda conversacional.  

Personalización de tratamientos psicológicos

Si hay algo que sabemos desde el campo psicológico es que cada paciente presenta unas necesidades y no todos responden igual a una misma terapia. A veces, hay que «fabricar un traje a medida». En este sentido, a favor de la salud mental, la inteligencia artificial puede analizar cuáles estrategias serán más idóneas para cada persona. Esto resulta importante para el profesional de dicho campo.

Es un gran avance disponer de una herramienta capaz de evaluar desde los antecedentes médicos y familiares, estilo de vida y personalidad, para saber qué modelo psicológico es más efectivo. Pero en todo momento debe estar la figura del terapeuta supervisando progresos y necesidades, con el fin de tomar siempre la mejor decisión.

El Instituto Alan Turing está entrenando una IA con un objetivo pionero en el campo de la psicología: predecir en personas que no han mostrado todavía síntomas de problemas de salud mental, el momento en el cual podrían desarrollar algún síntoma.

Chatbots impulsados ​​por IA

Como señalamos, los chatbots guiados ​​por IA brindan asistencia 24/7 y de forma económica. Y en los últimos años, estos programas conversacionales han desarrollado, con múltiples fines terapéuticos, un lenguaje más natural, empático y compasivo. Es más, hay chatbots que se integran en robots para aliviar la soledad de las personas mayores.

Por otro lado, también son una opción atractiva para los jóvenes, quienes se sienten más cómodos con entidades no humanas porque no les juzgan. No obstante, cabe matizar los riesgos de estos asistentes virtuales. Como destacan en Frontiers in Digital Health, no podemos asumir que esta interacción supone una intervención terapéutica real. Los chatbots presentan sesgos y pueden ser un riesgo.

Las empresas de salud digital deben aplicar recursos para que, en cualquier momento, el usuario pueda acceder a un terapeuta real cuando se detecten posibles ideaciones suicidas o un claro empeoramiento. A veces, un mal consejo de la IA puede tener una consecuencia indeseada y peligrosa.

Terapias innovadoras

El uso de realidad virtual (RV) mediada por la inteligencia artificial ha abierto nuevas formas de tratamiento muy innovadoras para la salud mental. Un ejemplo es el que se describe en Npj Digital Medicine. En este trabajo se desarrolló tal tecnología para intervenir con pacientes que presentaban ansiedad y depresión. Lo que pudo verse es que hablar con este avatar de forma inmersiva mejoró la sintomatología.

Generar un escenario de RV donde la IA valide las emociones y acompañe de forma empática, deriva en el bienestar en los pacientes. De este modo, muchas terapias tradicionales adquieren ahora un componente pionero y beneficioso con este recurso.

Los chatbots del sector sanitario se diseñan cada vez de forma más sofisticada, hasta el punto de anticipar sus necesidades, psicoeducar y prestar una ayuda válida, en la cual la compasión siempre está presente.

Limitaciones y consideraciones éticas

Las mayores limitaciones de la inteligencia artificial son la privacidad y la seguridad de los datos. Estas son preocupaciones muy críticas, dado que esta tecnología trabaja con enormes cantidades de datos personales. Además, presenta otro problema, y es el sesgo. Piensa que muchos de estos algoritmos de IA se entrenan utilizando datos que pueden no representar de forma adecuada la diversidad de las poblaciones.

Si las informaciones están sesgadas hacia ciertos grupos, como personas de una determinada etnia, género o nivel socioeconómico, los modelos resultantes ofrecerán diagnósticos menos precisos. Todo ello es peligroso, por no hablar de la excesiva dependencia de lo tecnológico, porque estas tecnologías nunca podrán sustituir la labor de los profesionales de la salud mental.

Se ha descubierto que algunos chatbots de inteligencia artificial emplean tropos médicos racistas e incluso emiten diagnósticos erróneos a la comunidad negra estadounidense. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud recuerda que hay brechas significativas en la IA aplicada a la atención de la salud mental y que deben considerarse todos los riesgos a la hora de hacer uso de ella.


La IA, el potencial de una herramienta colaborativa

La integración de la inteligencia artificial en la salud mental es un desafío tecnológico en ciernes. Si bien se han logrado avances esperanzadores en este ámbito, los errores siguen marcando serias líneas de advertencia. Como ejemplo, podemos hablar de un caso del 2023, cuando un hombre se quitó la vida después de semanas de interacción con Eliza, un chatbot conversacional.

El desafío para el futuro será mejorar su potencial y encontrar un equilibrio ético en su uso. La IA puede iluminar caminos inexplorados hacia una mejor salud mental, es cierto. Sin embargo, la presencia humana seguirá siendo indispensable para guiar el proceso de intervención. Si se implementa con sensibilidad y responsabilidad, esta colaboración entre humanos y máquinas puede ser muy poderosa.


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