Cómo elegir la mejor residencia de ancianos
La calidad de vida de las personas de la tercera edad, relacionada con el envejecimiento con éxito, está asociada a los factores externos que rodean al individuo. Así, en un envejecimiento saludable influye la historia vital, la genética, pero también el entorno. Así, hoy volvemos la mirada hacia ese lugar olvidado: la residencia de ancianos.
La ampliación de la definición de calidad de vida surge con el objetivo de mejorarla más allá o por encima de las limitaciones. Por ello, que una persona sufra la enfermedad de Alzheimer no impide que tenga una buena calidad de vida o que podamos mejorarla utilizando los recursos con los que cuenta.
También es este sentido, si una persona con artrosis no tiene lo grifos adaptados, su dependencia será mayor y también su calidad de vida menor. Pensemos que uno de los pilares fundamentales de la calidad de vida es el grado de autonomía.
Por ello, y por el impacto que tiene el entorno en la calidad de vida y el envejecimiento independiente y activo, se torna harto interesante y primordial la consecución de residencias de ancianos adecuadas, bien establecidas y que puedan satisfacer, más que cubrir, las necesidades de sus habitantes.
Sistema de Evaluación de Residencias de Ancianos (SERA)
Son varios los métodos para evaluar la cualificación de una residencia de ancianos como promotora de calidad de vida. Existe el Sistema de Evaluación de Residencias de Ancianos (SERA) elaborado por la catedrática y psicóloga Rocío Fernández-Ballesteros en 1996 -lo tomaremos de referencia para este artículo-.
En dicho sistema de evaluación se tienen en cuenta tanto las claves contextuales como las individuales. El computo o puntación de las escalas que recoge el SERA es un buen indicador del nivel de la residencia en el tema que nos ocupa.
A continuación, se presentan las claves que recoge el SERA como discriminantes.
Características arquitectónicas y físicas: un buen edificio
El SERA recoge una escala —ICAF— que evalúa la calidad del medio ambiente en referencia a lo físico y lo arquitectónico. Por ello, la mejor residencia de ancianos será la que tenga los siguientes componentes:
- Accesibilidad a la comunidad: inclusión de la comunidad vecina y sus servicios en la vida del individuo. Es decir, ¿puede ir la persona andando a una tienda? ¿Hay parada de autobús en lo albores de la residencia?
- Confort físico: se refiere al atractivo y la comodidad que brindan las instalaciones. ¿El vestíbulo protege de la lluvia? ¿Las paredes del edificio están decoradas y pintadas?
- Ayudas socio-recreativas: elementos que ayudan a la socialización y disfrute del tiempo de ocio. ¿Hay mesas para jugar a las cartas? ¿Hay sofás que definan un sitio cómodo para la comunicación?
- Salas de personal: lugares destinados a que los trabajadores de la residencia de ancianos estén a gusto (no hay que olvidar lo enormes índices de depresión de los cuidadores).
- Ayudas protésicas: todos aquellos elementos del edificio que favorecen la independencia física y la movilidad del sujeto; es decir, que no necesiten a ningún cuidador para tareas que ellos pueden hacer solos, pero que la arquitectura del propio edificio no suele favorecer. ¿Se puede entrar en el edificio sin necesidad de subir escaleras? ¿Hay pasa manos por los pasillos para que no se necesite un cuidador?
- Características de seguridad: favorecer la independencia no significa ser negligentes. ¿Alguien vigila los baños por las noches? ¿Y el acceso al edificio?
- Ayudas de orientación: ayudas eminentemente visuales que faciliten la orientación de los residentes. Es importante que las personas sepan donde están y tengan esa sensación de control, de manera que la escritura grande y los colores chillones son una buena idea.
- Disponibilidad de espacio: mide la capacidad de las áreas comunitarias en relación al número de residentes. No es bueno que los sujetos estén hacinados.
Organización de la residencia: esto no es un colegio
Una vez elegida la mejor residencia de acuerdo con su estructura arquitectónica —es importante no desdeñar este aspecto— es hora de observar cuál es la organización dentro de la residencia. Esto se refiere al control, a la claridad de las normas o a la intimidad del residente.
Algunos de los aspectos que mide el SERA —en concreto, el Inventario de Características Organizativas y de Funcionamiento, ICOF—son:
- Tolerancia a la desviación: es uno de los factores más importantes. Existe mucha tolerancia porque el mito de la baja competencia está unido al de la alta afabilidad. ¿Se permiten comportamientos agresivos, desafiantes o destructivos? ¿Se permite que el residente se niegue a asearse, por ejemplo?
- Intimidad: ¿pueden los residentes cerrar sus habitaciones con llave? ¿Hay habitaciones individuales? Es importante, en la medida de lo posible, fomentar la independencia y la intimidad.
- Expectativas de funcionamiento: dependiendo de las que tenga la residencia, será más o menos adecuada para el sujeto. Se refiere al nivel mínimo de funcionamiento que el anciano ha de mantener en las actividades de la vida diaria: ¿se espera que coma solo? ¿Se espera que no tenga incontinencias?
- Elección organizativa: se refiere al grado en que el residente tiene poder de decisión: ¿puede elegir lo que va a comer? ¿Pueden beber vino o cerveza? ¿Hay toque de queda?
- Disponibilidad de los servicios de salud: provisión de servicios de salud y cuidado. ¿Existe una enfermería? ¿Hay servicios de rehabilitación?
Clima social: ¿somos amigos?
A su vez, igualmente relevante es la personalidad de un ambiente formado por las personas que están en él, tanto ancianos como trabajadores. Para medir el clima social de una residencia de ancianos, se utiliza la Escala de Clima Social —ECS– donde se evalúan aspectos como:
- Cohesión: grado en el que los trabajadores ayudan y apoyan a los residentes, así como la relación entre los propios ancianos: ¿puede apoyarse psicológicamente en los trabajadores? ¿Reciben atención individualizada?
- Conflicto: mide el grado de conflicto, desaprobación o crítica en los ancianos. ¿Pueden expresarse con libertad? ¿Hay muchas quejas dentro de esa residencia?
- Independencia: mide el grado en el que se anima a los residentes a ser independientes y a tomar decisiones propias. ¿Hay actividades organizadas por los ancianos? ¿Participan por ejemplo en la elaboración de las comidas?
- Expresividad: se refiere al grado en el que los residentes pueden expresarse abiertamente y tratar sus problemas y sentimientos.
Conclusiones: la mejor residencia
El clima social es la variable del ecosistema con más influencia sobre el comportamiento de los individuos. A su vez está condicionado variables que se encuentran en diferentes planos: el físico, el cognitivo, el emocional… Un clima social perjudicial es aquel en el que la contaminación no es fluida, los ataque personales contantes, impidiendo o dificultando la resolución de los conflictos que se dan en el marco de una convivencia natural.
En definitiva, hablamos de un caldo venenoso para la calidad de vida de un entorno semicerrado. Frente a ello, lo ideal sería que hubiera altos niveles de cohesión, independencia y expresividad. En este sentido, encontramos que un clima social positivo juega un papel especialmente importante en la fase de adaptación a la residencia, el nuevo entorno.
Por desgracia, las residencias en muchas ocasiones son lugares olvidados por la sociedad. Puntos a hacia los que no se quiere mirar, pensado, por ejemplo, que en ellas se encuentran personas que ya no quieren o no tienen nada que aportar. Esto es especialmente triste si tenemos en cuenta que la calidad de vida de una persona, y su estado de ánimo, mejora sensiblemente cuando se siente útil… y esto es así con independencia del año de nacimiento.