¿Cómo es un narcisista en terapia?
El trastorno de la personalidad narcisista está ganando popularidad: muchos tenemos la sensación de que cada vez hay más ególatras habitando el planeta. Pero, ¿cómo funciona realmente un narcisista? ¿Estamos utilizando bien el término?, ¿existen las personas narcisistas o simplemente es una tendencia de comportamiento que se acentúa bajo ciertas circunstancias?
El narcisismo se entiende popularmente como un amor propio desmedido que se traduce en una priorización y exaltación del yo anormales. El mito, tal como lo describe el poeta romano Ovidio, da testimonio: Narciso, un joven apuesto, tiene muchos admiradores. Pero no le interesan. Está enamorado de sí mismo. Al verse reflejado en el agua, se gusta tanto que muere de deseo. Solo queda la flor amarilla que le da nombre.
Desde el punto de vista de la psicología científica, el narcisismo se entiende como una mezcla de las siguientes características: genialidad (en el comportamiento o la imaginación), necesidad de admiración y falta de empatía evidente. La pregunta es, ¿será capaz de ir algún narcisista a terapia por voluntad propia?
No hay más narcisistas que antes, solo hay una obsesión con esta palabra
¿De dónde vienen todos estos narcisistas? ¿Por qué hay tantos de ellos en nuestras vidas de repente? Se han identificado dos “culpables” en particular del aumento del narcisismo:
- La sociedad que, a través de su extrema orientación competitiva, promueve una mentalidad de codazo exagerada y asertividad egoísta. “Incluso los más talentosos no llegarán a ninguna parte si van con la cabeza agachada.”, escribe un chico por Twitter. Hoy en día, una puesta en escena hábil es al menos tan importante, si no más que la actuación profesional.
- Las redes sociales, como Instagram, Facebook y TikTok, favorecen la reproducción de autorretratos narcisistas y egocéntricos. Por otro lado, las pseudoamistades virtuales con otros atrofiaron las habilidades para el contacto cara a cara y las relaciones en el mundo real.
Todos somos algo narcisistas
Ahora bien, de algún modo, todos tenemos algo de narcisistas -no es una dimensión de todo o nada-. De hecho, nuestra parte narcisista alimenta la confianza en uno mismo, hace que prioricemos nuestras necesidades y que incluso invirtamos recursos en la satisfacción de nuestros deseos.
Por otro lado, si ciertas características ocurren juntas y conducen a un comportamiento característico, especialmente en situaciones interpersonales, se habla de un estilo de personalidad. Pero un estilo de personalidad no es problemático, los narcisistas suelen tener éxito y son reconocidos en nuestra sociedad.
Sin embargo, ellos, o quienes los rodean, se meten en problemas cuando su estilo de personalidad adquiere las proporciones de un trastorno de personalidad. La transición suele ser fluida.
La imagen construida del narcisista no corresponde con alguien que pide ayuda
Vladimir Putin se sienta en un caballo con un pecho desnudo y orgulloso, se inclina sobre un tigre muerto o mira con resolución desde la cabina de un avión de combate. Donald Trump se describe a sí mismo como un “verdadero gran líder” y le gusta insultar a las periodistas. Llamarlas “feas” es uno de sus pasatiempos.
Silvio Berlusconi, Nicolas Sarkozy y Gerhard Schröder son especialmente aficionados a las poses que muestran su magnificencia. En política, siempre ha sido costumbre escenificar una masculinidad poderosa. El narcisismo masculino gobierna el mundo, es una performance a la que ya estamos acostumbrados.
En ninguna parte es más evidente que en la política lo “lejos” que un ego inflado puede llevarte: a la cima o al desastre. Esta ambivalencia acompaña a los narcisistas en el trabajo y en la vida privada.
Una personalidad de “sube y baja”
Que las características narcisistas demuestren ser una ventaja o que lleven a un callejón sin salida depende en gran medida de las circunstancias. En situaciones extremas, el reclamo incondicional de liderazgo de un narcisista puede ser deseable, mientras que la misma crueldad en tiempos más tranquilos puede llevarte al repudio o a prisión. El narcisismo se vuelve problemático solo por la dosis.
El núcleo del narcisismo es un problema de autoestima. El narcisista trata de estabilizar su baja autoestima, mejorándose a sí mismo y devaluando a los demás. La cuestión es que nadie va a un psicoterapeuta solo por su narcisismo. Sin embargo, a veces hay desencadenantes que hacen añicos la frágil autoimagen de estas personas.
Narcisista en terapia: una vez diagnosticado
Si el estilo de personalidad de una persona es tan distintivo que viola las normas y se vuelve socialmente inflexible, puede tratarse de un trastorno de personalidad. En muchos casos, los trastornos de personalidad narcisista se producen en la edad adulta temprana; además, los hombres se ven afectados con más frecuencia.
¿Cómo se comporta en terapia?
Algunos terapeutas entienden el narcisismo esencialmente como un trastorno de la relación con uno mismo y la idea que se quiere representar en los demás. Esto se debe a que en el dominio narcisista, la búsqueda de admiración y la tendencia a abusar de los demás para sus propios fines dificultan que este tipo de personalidades entablen relaciones mutuas sinceras.
Esto convertirá a la terapia en un juego de más caras y será muy difícil poder tratar a la persona, pues una de sus principales características es disimular lo que está sintiendo.
Los narcisistas de alto funcionamiento que son autorreflexivos y se las arreglan bien con la mayor parte de su vida probablemente obtendrán mejores resultados en la terapia que los narcisistas de bajo funcionamiento que no pueden mantener un trabajo y no tienen amigos.
No obstante, las principales características que este tipo de personas suelen presentar en terapia son las siguientes:
- Mienten sobre lo que han tenido, tienen o tendrán en el ámbito económico.
- Pueden inventarse cargos de él mismo o sus familiares.
- Los demás siempre les provocan.
- Su nivel de introspección es muy bajo.
- Bloquean emociones para evitar sentir vergüenza o vulnerabilidad, por lo que el terapeuta tendrá que crear juegos de roles para gestionar la exposición del paciente.
- Adulan y a la misma vez desacreditan los logros del psicólogo, especialmente si se sienten confundidos.
- Pueden conducir el fin de la terapia a temas alejados para mostrar la ignorancia del profesional en ciertos temas.
- Su sistema defensivo está creado a partir de un ego herido, por lo que hay que desmontarlo con cuidado.
Así, la terapia debe ir dirigida a provocar estos cambios:
- Aceptar y mantener relaciones personales reales y de colaboración con los compañeros de trabajo.
- Reconocer y aceptar sus competencias y potenciales reales para que puedan tolerar las críticas o los fracasos.
- Aumentar la capacidad de comprensión y regulación de sus sentimientos.
- Comprender y tolerar el impacto de los problemas relacionados con su autoestima.
- Liberar su deseo de metas inalcanzables y condiciones ideales para obtener una aceptación de lo que es alcanzable y lo que pueden lograr.
En estos casos, las estrategias de autocompasión por heridas emocionales suelen funcionar, pero las personas con trastorno de personalidad narcisista no deben sentirse especialmente vulnerable en terapia.
Cuestión de adaptación
Una comprensión clara de lo que son los trastornos de la personalidad es importante para darse cuenta de que no es tan simple como descubrir “cómo dejar de ser un narcisista”.
Algunos expertos describen los trastornos de la personalidad como adaptaciones del comportamiento. En otras palabras, las personas con trastornos de personalidad pueden adaptarse a situaciones desafiantes, como abuso y negligencia, por ejemplo, al desarrollar ciertos rasgos y comportamientos para protegerse.
Algunos enfoques de terapia se enfocan en desaprender estos comportamientos mientras desarrollan nuevos mecanismos de afrontamiento. Sin embargo, para lograr esto, la persona necesita tomar conciencia del papel que tienen algunos de sus comportamientos en las dificultades que enfrenta.
Investigaciones recientes sugieren que ciertos rasgos narcisistas tienden a disminuir con la edad e indican que la personalidad narcisista está lejos de ser un estado fijo del ser. El cambio es posible.
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