Cómo fue mi salida del armario
Contar al mundo que te rodea por qué te atraen las personas de tu mismo sexo es un relato que no tienen que construir las personas heterosexuales. En general, las personas prescinden de dar explicaciones sobre por qué se sienten atraídas por personas de sexo contrario. Es algo que se da por hecho. Si eres hombre, lo habitual es que te atraigan las mujeres, y viceversa. Es lo que sucede con más frecuencia en la naturaleza. En este artículo voy a narrarte en primera persona cómo fue mi salida del armario.
Como lector, es probable que te hayas dado cuenta de que evito utilizar la palabra “normal” y la sustituyo por “habitual”, porque es normal que dos hombres o dos mujeres se quieran, aunque no sea lo más habitual.
El armario
Sinceramente, detesto la palabra armario. En los armarios se guardan y se ordenan las cosas, la ropa, los recuerdos, los regalos y otros enseres. Pueden guardarse para evitar que se deterioren, pero también para evitar que se vean, y siempre me he preguntado, ¿cómo se puede guardar el amor? ¿Cómo se puede ocultar el deseo? ¿Es posible esconder ese algo que escapa de nuestro control? La respuesta que he encontrado de manera sistemática a tales preguntas es un rotundo no.
En el momento en que seamos capaces de cambiar lo que sentimos, lo que deseamos y lo que anhelamos; a voluntad, dejaremos de ser seres humanos.
Mis amigos
Lo que más angustia me causaba era el hecho de que, en algún momento, se lo contaría a mis padres. A mi padre ya le había escuchado en alguna ocasión referirse a los homosexuales como “maricones“. Cuando escuchaba esa palabra en sus labios, se me aceleraba el corazón. Esta era una de las barreras que tenía a la hora de exponer este tema en casa.
Así que, en primer lugar, decidí contárselo a mi grupo de amigos. Tenía una buena red social que me permitió sentirme en libertad y en fraternidad. Imagina que tienes una mochila con diez piedras y un día caminando por mitad de un bosque, decides compartir su contenido con el grupo que te rodea. Mis amigos aquel día me ayudaron porque cada uno cogió una de las piedras de mi mochila, reduciendo el peso de mi carga.
Mi grupo de amigos me hizo sentir profundamente humano. Recuerdo aquel momento con mucho cariño, porque me demostraron lo que ya sabía: que era perfectamente válido amar a otra persona, fuera cual fuese su sexo. Lo íntimo de esta conclusión estuvo en que, en esencia, somos seres humanos. Y como seres humanos carecemos de la capacidad para decidir a quién amar, a la vez que somos capaces de amar. Y eso, en sí, es algo extraordinario.
Mis padres
Cuando se lo conté a mis padres, me sentí aliviado. Muy aliviado. Pensé que iba a soltar una bomba nuclear de 8 millones de megatones y en realidad solo fueron palabras que susurré a media voz… ¡Ellos ya lo sabían!
Resulta sorprendente que nuestros padres sepan muchas cosas que nosotros aún desconocemos. Y así fue. Cuando por fin di el paso y revelé la naturaleza de mi orientación sexual, pensamos un plan para trasladárselo al resto de la familia.
Los valores que recibimos cuando somos pequeños son los que rigen en mayor medida nuestros actos cuando somos más mayores.
Mi familia
Fue muy afortunada, sin duda. Soy consciente de que hay personas que lo pasan tremendamente mal cuando deciden exponer que se sienten atraídos por su mismo sexo. En mi caso, fue al contrario. Cuando se lo conté a mis tías, tíos y abuelos, la acogida fue tremenda.
¡Mi abuela me insistió en que le presentara a mi pareja!
Me sentí muy respaldado, validado y querido porque en vez de ver a una persona distinta veían a un ser humano. Alguien digno de amar y de ser amado, independientemente de su sexo y de su orientación sexual. Y con sinceridad, creo que esto es lo importante. Amar a alguien es de las cosas más bonitas que podemos llegar a experimentar, a sentir, a desear y a saborear.
Y eso es lo que importa: ama, ama mucho, ama sin reparo, ama con locura, porque la vida está hecha para amar.
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Altmann, W. (2001). Salir del armario. Los estudios" gays" en España. Iberoamericana (2001-), 1(1), 181-195.
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Pérez Iglesias, J. (1997). Salir del armario para entrar en las eatanterías: servicios bibliotecarios para gays y lesbianas.