¿Cómo restaurar la comunicación rota?
Restaurar la comunicación rota no es una tarea fácil, principalmente porque en la mayoría de los casos hasta este punto se han cometido una serie de errores que no se han subsanado. Así, desandar un camino de silencios, posibles faltas de respeto y heridas sin sanar siempre será una labor ardua.
Pese a la dificultad, vale la pena trabajar para restaurar la comunicación rota. Todo vínculo se vuelve y se mantiene saludable en gran medida gracias al diálogo sincero, oportuno y respetuoso. A comunicarnos correctamente es algo que se aprende; si se practica con constancia, termina por internalizarse.
Las relaciones con los demás son mucho más fluidas y armónicas cuando están mediadas por el diálogo. Nunca es tarde para restaurar la comunicación rota y, si de verdad lo deseas, las siguientes pautas pueden ayudarte a conseguirlo.
“Una filosofía de la humanidad se distingue de una filosofía del hombre por su insistencia en el hecho de que no es un Hombre, hablándose a sí mismo en diálogo solitario, sino los hombres hablándose y comunicándose entre sí, los que habitan la tierra”.
-Hannah Arendt-
Elegir bien el momento y el lugar
Hay diferentes grados de ruptura en la comunicación y si esta es muy severa, hay que manejar la situación con mucho tacto. Para comenzar, es importante elegir el momento y el lugar adecuados para intentar una aproximación.
Lo ideal es que no haya interrupciones ni presiones externas para que ambas personas puedan concentrarse en el diálogo. No siempre se logra al primer intento; de ahí la recompensa de la constancia en la práctica.
Evitar generalizaciones
Para mantener una buena comunicación con alguien no es conveniente generalizar sus errores o sus fallos. Eso de “siempre haces esto” o “nunca haces aquello” sobra.
Por otro lado, antes de intentar restaurar la comunicación rota con alguien, debes estar dispuesto a aceptar con tolerancia y nobleza sus errores o defectos. La generalización es una señal de que no lo has logrado.
Mantener una actitud propositiva
Es muy importante tener y mantener el deseo genuino de mejorar las cosas. Esto lo debes pensar y decidir antes de intentar el diálogo con la otra persona.
Si ese objetivo es auténtico, encontrarás la manera de proponer soluciones, en lugar de actualizar reproches o reiterar heridas. La intención de encontrar salidas también se contagia.
Evitar las etiquetas
Uno de los factores que daña la comunicación entre las personas es la tendencia a ponerle etiquetas a los demás. Esto significa simplificarlas y reducirlas a su mínima expresión.
También opera como un prejuicio que no permite ver las situaciones de una manera renovada. Ningún ser humano puede ser reducido a un solo aspecto, así que evita pensar y hablar en esos términos.
Escuchar, una clave para restaurar la comunicación rota
Restaurar la comunicación rota pasa por el proceso de aprender a escuchar al otro. No significa solamente que te quedes callado mientras habla, sino que te esfuerces por comprender su perspectiva.
Solo puedes entender a alguien si logras apreciarlo en sus propios términos y no en los tuyos. Para lograrlo, es indispensable escuchar con atención.
Ser coherente
Nadie es cien por ciento coherente, pero sí es posible alcanzar un nivel más o menos estable en ese aspecto. Ser coherente significa no prometer lo que no se puede cumplir, no decir lo que no se está en capacidad de sustentar, etc.
En suma, cambiar de opinión solo si hay una buena razón para hacerlo y respaldar las palabras con actos. La coherencia favorece la confianza y le da al diálogo su verdadero valor.
Evitar los reproches
Antes de hablar con una persona con la que quieres reparar la comunicación, es importante que tengas claro lo que sientes y lo que quieres de esa persona.
Es de ello de lo que tienes que hablar: de lo que deseas, de tus sentimientos, de tus creencias, de tus objetivos, etc. No tienes por qué mencionar lo que crees que siente, piensa o quiere la otra persona, ya que eso le corresponde a ella y nada más que a ella.
Ser paciente
La buena comunicación no se rompe en un día y tampoco se puede reparar en ese lapso. Se requiere de mucha paciencia para que vuelva a fluir algo que se ha estancado.
Así que probablemente un intento no será suficiente y tampoco puedes comenzar por los puntos de distanciamiento más álgidos. El secreto está en ser paciente, pero sobre todo constante en tu empeño de recuperar la calidad del vínculo.
Lo usual es que el diálogo se vaya recuperando poco a poco y que en el proceso haya altibajos. No te asustes: es normal. En realidad, lo más difícil viene luego, porque es necesario conservar lo logrado. Esto supone un esfuerzo para mantener el respeto, la tolerancia y la escucha. No es tan difícil como suena, una vez que emprendes el camino.
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- Montenegro, N. (2013). Bolaroja en Belén: De cómo la comunicación repara y la comunidad crece.
- Canalé
- , (5), 31-40.