¿Qué hay detrás de las personas testarudas?
Tratar con personas testarudas puede resultar un reto. El poseedor del rasgo tiende a establecer compromisos grandes con las ideas que adopta, edificando muros tan altos frente a otras que no están alineadas con las adoptadas que terminan perdiéndose, en buena medida, la riqueza que emana de la pluralidad del mundo.
No todas las personas testarudas son iguales. Dentro de la dimensión, hay quienes se llevan la palma y están dispuestos a no moverse del sitio aunque todas las evidencias que les rodeen no hagan más que aconsejarlo; eso sí, antes de criticar o echarnos las manos a la cabeza, recordemos que, en mayor o en menor medida, todos experimentamos, aunque sea solo por los sesgos cognitivos, una resistencia al cambio. Sea cual sea el caso, de una tendencia muy marcada suelen derivarse dificultades en las relaciones sociales.
Un motivo frecuente de la testarudez es la economía cognitiva, y otro la inseguridad (mejor lo malo conocido que la incertidumbre). Por otro lado, suelen desarrollar tal apego por las ideas que aceptan que llegan a integrarlas en u identidad, sintiendo que cuando alguien las cuestiona también les está cuestionando a ellos.
“Una persona terca no tiene opiniones, estas lo tienen a él”.
-Alexander Pope-
1. Orgullo, uno de los rasgos de las personas testarudas
Las personas testarudas no solo lo son porque estén muy apegadas a sus creencias, sino también porque les cuesta mucho admitir que están en un error o les molesta tener que darle la razón a otra persona. Esa es la razón por la que muchas veces ni siquiera atienden a lo que se les dice, sino que se niegan a escuchar.
Para este tipo de personas es muy importante mostrarse como individuos seguros de sí mismos, competentes y capaces. Creen que incurrir en un error debilita su imagen ante los demás. Esto tiene que ver con el orgullo y, muchas veces, con el narcisismo. Este último esconde un yo débil.
La mejor manera de sobrellevar este rasgo es buscando la forma de ofrecer una salida digna. Cuando más se les ataque, más tozuda será su posición. En cambio, si se valora lo que dicen y se remarca lo que hay de razonable en ello, pero al mismo tiempo se le plantea otra perspectiva como una forma de complementar sus ideas, es posible que reaccionen de forma positiva.
2. Le dan más importancia a los modelos ideales que a la realidad
Las personas testarudas suelen comparar la realidad con los modelos ideales. Como resulta obvio, la realidad imperfecta siempre termina perdiendo frente a esos esquemas inexistentes. Sin embargo, ellos se empeñan en cuestionar esa realidad por no ajustarse al modelo y esto les sirve de pretexto para mantenerse en sus trece.
Este rasgo los lleva a entrar en muchas discusiones bizantinas, que no tienen final. De una u otra manera, siempre van a tener la razón en ese terreno, pues la realidad nunca va a alcanzar la perfección del modelo. Así, si la discusión gira en torno a una medida para aliviar el hambre en el mundo, dirán que no es suficiente para erradicar ese problema del todo. Y así con todos los temas.
En discusiones así o en situaciones que sugieran esta lógica, la mejor opción es tratar de introducir alguna duda, a través de preguntas. ¿Cuál sería entonces la medida correcta para llegar a esa situación ideal? ¿No constituye un avance que se haga algo al respecto, aunque no sea “lo ideal”? Quizás no admitan que el otro puede tener la razón, pero sí es posible que moderen su tozudez.
3. Son dadas a construir prejuicios, incluso muy razonables en apariencia
Otro rasgo de las personas testarudas es su resistencia a poner en tela de juicio sus creencias, incluso si hay argumentos o evidencias muy contundentes en su contra. Lo usual es que se nieguen a consultar fuentes que los contradicen o que descalifiquen dichas fuentes, sin apenas consultarlas.
Se podría decir que las personas testarudas hacen del prejuicio una forma habitual de pensar. Tienen el resultado antes de haber realizado el proceso, o sea, cuentan con la respuesta antes de haber llevado a cabo la reflexión. Lo usual es que doten a esos prejuicios de una gran cantidad de supuestas razones que los sustentan, aunque sea de forma débil.
Ante esta actitud, lo más adecuado es responder con respeto y empatía. No conviene entrar en ataques personales, ni contradecir la creencia de manera frontal. Con tranquilidad, se puede exponer otro punto de vista y aclarar que no es necesario que el otro lo adopte, pero que sí es provechoso conocerlo.
No se debe olvidar que las personas testarudas también tienen una faceta muy positiva. Esa terquedad les hace más perseverantes que el promedio y mejor dotadas para los grandes desafíos. Son seres humanos ricos y complejos que también pueden aportar mucho al logro de objetivos con su obstinación.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Grunberger, B. (1979). El narcisismo. In El narcisismo (pp. 283-283).
- Novell, J. P. (2003). Obstinación, reputación y efecto rebaño. Revista de Economía Aplicada, 11(32), 97-114.