Complejo de Brunilda: la idealización de la persona amada
¿A qué nos referimos al hablar de complejo de Brunilda? ¿De dónde procede su nombre? Pero, antes de comenzar a profundizar sobre el complejo de Brunilda, ¿qué se entiende por complejo? En psicología, los complejos se refieren al conjunto de sentimientos inconscientes, adquiridos por experiencias vividas durante la infancia y que condicionan nuestra personalidad.
Jung fue el primero en utilizar la palabra «complejo» dentro del marco del psicoanálisis. Para nombrarlos se suele recurrir a personajes históricos, dibujos animados, figuras mitológicas o protagonistas de obras literarias o bíblicas. Por citar alguno de ellos: el complejo de Peter Pan, Münchhausen, Electra, Agripina, Edipo, Bovary o Caín.
De uno de estos nombres, Brunilda, nace otra referencia a un complejo. En este espacio vamos a conocerlo a fondo, comenzando con la figura ficticia. ¿Nos acompañas en este viaje?
¿Quién era Brunilda?
Brunilda es una figura importante en la mitología nórdica. Se trata de una valquiria, semidiosas vírgenes armadas con coraza, escudo y yelmo. Son guerreras y están dotadas de una fuerza excepcional, por lo que luchaban junto a los guerreros en batalla. Cuando morían, ellas los guiaban hasta el Valhalla.
El nombre de valquiria, traducido de manera literal, quiere decir «las que eligen a los caídos». A pesar del aspecto terrorífico y fiero que se les confiere, también destacan por su belleza física y su inteligencia. Ellas mismas participan en las luchas y obedecen las órdenes de Odín, dando la victoria a aquellos que el dios desea.
Brunilda desobedeció a Odín al matar a uno de sus mejores guerreros sin su consentimiento. Después de este acto, Odín destierra a Brunilda y la induce en un profundo sueño. En él, se encuentra en un castillo en llamas custodiado por un dragón y solo podrá ser salvada por un héroe capaz de entrar en la fortaleza y besarla.
«Los complejos son contenidos psíquicos que están fuera del control de la mente consciente. Se han escindido de la consciencia y llevan una existencia separada en el inconsciente, estando en todo momento dispuestos para obstaculizar o para reforzar las intenciones conscientes».
-Carl G. Jung-
La historia de Sigfrido y Brunilda
Sigfrido, héroe de la mitología germánica, fue a rescatar a Brunilda de su maldición. Dio muerte al dragón que custodiaba el castillo con la espada de Odín, la capa mágica de invisibilidad y el anillo que le daba poder sobre el mundo y le permitía adaptar la forma de su cuerpo a sus deseos.
Sin embargo, las valquirias solo se casan con un hombre que las supere en determinadas pruebas físicas. Sigfrido, sabiendo esto, se había preparado previamente para ello y logró superarlas, consiguiendo así la promesa del matrimonio.
Sin embargo, Sigfrido portaba el anillo de poder de Odín, que perdió su efecto y le transformó en otra persona, Günther, justo antes de besarla. Este alter ego no poseía las cualidades físicas para casarse con Brunilda, así que ella acabó por enterarse del engaño. En ese momento, exigió a Odín la muerte de Sigfrido.
El complejo de Brunilda, ¿de qué se trata?
El complejo de Brunilda es un complejo inconsciente que aparece cuando, en una relación de pareja, la mujer, sumida en profundo enamoramiento, ensalza extremadamente a su pareja masculina, de tal manera que es considerado por ella como un «superhombre», un «superhéroe» o como un ser extraordinario de otro planeta. Como consecuencia, estas mujeres se vuelcan por completo en la relación, a veces de una forma desmedida.
Pasado un tiempo, este «superhéroe» pasa a transformarse en un villano a los ojos de la mujer con complejo de Brunilda. Así, comienza a ver los defectos de su pareja y a darse cuenta de que no era tan perfecto como pensaba al principio de la relación.
Normalmente, al comenzar una relación de pareja, sufrimos un sesgo atencional muy radical hacia lo positivo. Como hemos visto, el complejo de Brunilda va más allá. Podemos apreciar que las expectativas e ilusiones que tiene la mujer son bastante elevadas.
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Consecuencias del complejo de Brunilda
Además de la consiguiente y profunda decepción por parte de la mujer al descubrir estos defectos, se suele encontrar una voluntad de cambiar a la otra persona. Al operar sobre la idea que se tiene de ella y no de ese individuo en la realidad presente, los esfuerzos en la relación acaban por orientarse a transformar al otro en aquello que se desea, cuando lo más sano sería encontrar un equilibro en la relación por parte de ambos miembros.
Esto, como te podrás imaginar, rara vez funciona. Tanto aquellas personas que deciden abandonar la relación como las que intentan rescatarla transformando a su pareja de nuevo en un héroe ficticio acaban en el mismo punto: decepcionadas.
¿Cómo se identifica este complejo?
Por lo general, las personas que sufren este complejo suelen actuar de manera exacerbada y precipitada en las primeras etapas de la relación. Un ejemplo práctico son aquellas parejas que comienzan a convivir prácticamente al comenzar a salir.
Es normal confundirlo con un «enamoramiento ciego», en el que la persona obvia los defectos de su pareja de una manera flagrante. Va más allá de encontrar cualidades que otros no ven, sino que estas se exacerban en la etapa del enamoramiento. La idealización y las expectativas poco realistas son el eje central de este complejo.
Por eso, cuando la relación se asienta y aparecen los primeros problemas a resolver, la percepción se invierte y se produce una desvalorización abrupta de la pareja. Se la concibe como mentirosa, villana y mala persona. Como ves, son percepciones sin escala de grises y que afectan también al trato que se le da al otro.
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¿Existe alguna forma de superar el complejo de Brunilda?
Lo primero que debes saber es que el complejo de Brunilda no se encuentra tipificado como trastorno, sino que es un conjunto de percepciones, expectativas e interpretaciones erróneas de la realidad. Estas distorsiones dan lugar a un malestar psicológico considerable, además de problemas para mantener relaciones estables.
Al tratarse de procesos mentales inconscientes, la persona no será capaz de reconocer dónde está el problema. Por tanto, el tratamiento de elección sería la conversacional y de pareja. De esta manera, se ayuda a la persona que sufre el complejo a lo siguiente:
- Interpretar la realidad de una manera más ajustada.
- Ajustar las expectativas en una relación nueva.
- Explorar las raíces del complejo y resolverlas.
- Adquirir habilidades sociales que le permitan afrontar la decepción y resolver problemas en la pareja sin perder la seguridad en la estabilidad de la relación.
- Establecer ideas conscientes y claras sobre el tipo de relación que se desea y con qué características.
- Aprender a trabajar con la incertidumbre y a tolerar los defectos ajenos.
- Establecer una comunicación efectiva y positiva entre los miembros de la pareja.
En todo caso, ante cualquier problema a la hora de relacionarse, lo mejor es acudir a un especialista en psicología. No es necesario tener un trastorno para buscar ayuda terapéutica, pues todos tenemos derecho a construir relaciones sanas. Y tú, ¿conocías este complejo?
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