Comunicación pasiva, ¿la practicas?
Las estadísticas nos dicen que son muchas las personas que practican la comunicación pasiva. Puede que, incluso, nosotros mismos la llevemos a cabo, aunque nunca la hayamos definido de esa manera. Lo cierto es que hablamos de un estilo comunicativo bastante nocivo para nosotros y para los que nos rodean. Repercute negativamente en nuestra autoestima y nos impide relacionarnos de una manera sana y adecuada con los demás.
Como bien señala el artículo Empatía, comunicación asertiva y seguimiento de normas. Un programa para desarrollar habilidades para la vida la comunicación pasiva caracteriza a aquellas personas que no defienden sus derechos, que mantienen una postura distante y que se pliegan a las demandas de los demás ignorando las necesidades propias.
La comunicación pasiva y el miedo al enfrentamiento
Algunos estudios señalan que la comunicación pasiva puede estar motivada por la necesidad de agradar a los demás. Esto es cierto, pero también existen otros motivos, como la falta de habilidades sociales o el miedo al conflicto.
Las personas asiduas a este tipo de comunicación pueden serlo también por haber estado sometidas en su educación a una constante censura. Así, aunque el censor o el poder del censor ya no esté, su huella sigue presente. Estas personas, al no haber practicado la expresión de sus opiniones o necesidades, se sienten inseguras en este sentido.
Por otro lado, si han recibido críticas muy fuertes, pueden seguir sometidas a la tiranía de su eco. Así, siguen siendo presas de una inseguridad que hace muchos años les inocularon.
Lo que pueden experimentar en esos momentos es una sensación de impotencia. “¿Por qué las palabras no me salen y titubeo?” “¿Por qué parece que nuestra mente se paraliza impidiéndonos pensar con fluidez?” La razón está en que existe un miedo desproporcionado al enfrentamiento, a la crítica, al juicio.
“La tarea psíquica que una persona puede y debe establecer por sí mismo no es sentirse segura, sino ser capaz de tolerar la inseguridad”.
-Erich Fromm-
Ejemplos de comunicación pasiva
Tal vez, todo lo que hemos comentado hasta el momento nos haya resultado muy familiar. Sin embargo, vamos a ver algunos ejemplos claros de lo que es la comunicación pasiva y cómo se manifiesta en la vida cotidiana.
- Vamos a un restaurante y le pedimos al camarero que, por favor, nos haga el filete muy hecho. Cuando nos lo trae, no está pasado tal y como queríamos, pero no decimos nada. En el momento en el que el camarero nos pregunta cómo está la comida le contestamos “muy bien”, por mucho que no sea cierto.
- Nuestros amigos planifican hacer algo para el fin de semana y están decidiendo a dónde ir. Nuestra posición es esperar a que alguien proponga algo y decir “a mí me parece genial ir a ese sitio”. Lo mismo ocurre con el día o la hora. Somos incapaces de proponer, esperamos que los demás lo hagan primero.
- Un amigo nos pregunta si le podemos dejar los apuntes de una asignatura. Siempre hace lo mismo y nunca se molesta en coger apuntes en clase, sino que se la pasa hablando con otros compañeros o haciendo dibujos en las libretas. A pesar de esto, nos vemos incapaces de decirle que “no”.
En este sentido, imaginemos que queremos estudiar una determinada carrera porque nos gusta, pero uno de nuestros padres nos dice “no” y además nos hace sentir mal por no compartir sus deseos. Así, si termina cambiando de opinión, en muchos casos dará igual porque nosotros ya nos habremos plegado a su deseo inicial y sentimos la necesidad de agradarle. Al fin de cuentas, es una de las personas que más oportunidades nos ha dado.
Esto puede ocurrir en diferentes circunstancias como querernos ir a otro país a estudiar otro idioma, ir a un cumpleaños o quedarnos a dormir en casa de unos amigos. Si nos han manipulado y nos han arrebatado el hecho de poder defender nuestros derechos, en la edad adulta actuaremos con un estilo de comunicación pasivo con los demás.
“Nunca debemos dejar de ser nosotros mismos a fin de ser aceptados”.
-Mercè Conangla y Jaume Soler-
Debajo de este escenario suele esconderse una falta total de autoestima. Está tan dañada y maltratada que somos incapaces de visualizar, tan siquiera, que podemos más capacidad de decisión de la que pensamos y más derechos de los que hacemos valer.
Si identificamos esta circunstancia y no vemos la forma de conseguir un cambio, el siguiente paso es solicitar ayuda profesional que nos dé las herramientas necesarias para poder salir de la comunicación pasiva y empezar a ser asertivos. Esto no ocurrirá de un día para otro, pero iremos viendo progresos que nos animarán a seguir adelante.