Conocer a la persona perfecta, pero para otro momento

¿Existen personas para momentos? ¿Y momentos para personas? ¿Alguna vez alguien te ha alejado diciendo que no era el momento de los dos? En este artículo, queremos hablar precisamente de eso, de conocer a la persona perfecta, pero para otro momento.
Conocer a la persona perfecta, pero para otro momento
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 17 agosto, 2022

Conocer a la persona adecuada en el momento inadecuado. ¿Qué hay de cierto en esta idea? ¿Es cierto que hay momentos en nuestra vida en que, por diversas circunstancias, debemos dejar ir a esa supuesta “alma gemela”?

Bien, lo primero que debemos decir es que son muchos los que se han visto en esta tesitura emocional. Podemos conocer a alguien que cambie todos nuestros esquemas, justo cuando tenemos ya una familia formada. También, cuando acabamos de terminar una relación traumática y aún no estamos listos para embarcarnos en una nueva aventura, por prometedora que sea esta.

Es común también que, justo cuando iniciamos una vida nueva en otro país por razones laborales, surja esa presencia inesperada. Un hombre o una mujer cuyas aristas encajan en cada uno de nuestros espacios emocionales, alguien que, al mismo tiempo que siembra paz, ilusiona. Sin embargo, y debido a esos temas profesionales, la relación (supuestamente) no es viable.

En efecto, es posible que este tipo de situaciones te resulten familiares. Esas en las que nos acabamos diciendo eso de “era la persona perfecta, pero para otro momento”. ¿Es esto realmente cierto o hay detrás, quizá, una buena dosis de miedo? Lo analizamos.

Por lo general, si aparece la persona perfecta en el momento inadecuado es que en realidad no era la persona perfecta.

Pareja paseando pensando en lo que supone conocer a la persona adecuada en el momento inadecuado
Si encontramos a alguien a quien amamos de verdad, debemos luchar por esa relación.

Conocer a la persona perfecta, pero para otro momento: ¿cliché o realidad?

Decía el escritor André Gide que el ser humano no puede descubrir nuevos océanos a menos que tenga el valor de perder la vista de la orilla. Con el amor sucede lo mismo. Nunca tendremos una relación plena, satisfactoria y feliz si no nos atrevemos, si no le añadimos a la comida una pizca de osadía. Y esto implica, a menudo, tener que asumir riesgos y formar renuncias.

De hecho, en ocasiones, incluso habiendo iniciado una relación de manera sencilla, mágica y espontánea con alguien, llega un instante en el que, para mantener dicho compromiso, hay que dejar algo atrás. Todos debemos adaptarnos a múltiples circunstancias para mantener a flote esa relación en la que creemos, ese amor que vale la pena, las ganas y la alegría.

Por tanto, ¿qué hay de cierto en la clásica idea de que, a veces, podemos conocer a la persona adecuada en el momento inadecuado? Lo primero que podemos decir es que una parte de la población da veracidad a esta idea. Creen en ella porque la han padecido y dicha vivencia, la de dejar escapar a esa presencia tan especial, se convierte después en una herida. En arrepentimiento por lo perdido, en un anhelo por lo que pudo ser y nunca fue…

En las relaciones de pareja existen múltiples clichés y falsos mitos. Asumir que la persona ideal puede surgir en la circunstancia menos propicia es un ejemplo de ello.

Las personas adecuadas son atemporales

La mayor parte de las veces (por no decir todas), el amor de nuestras vidas surge en el instante menos esperado. Y lo sabemos. En ocasiones, llega cuando estamos comprometidos en una relación. Puede que surja cuando más proyectos tenemos en mente: un trabajo nuevo, metas muy altas… Es más, esa persona deslumbrante puede aparecer justo cuando estamos en medio de un duelo.

La vida tiene un orden que para nosotros es caos; aunque comprendamos algunos de los mecanismos que producen variaciones, se nos escapa la comprensión total que nos permitiría tener premoniciones exactas de todo futuro. Es nuestra responsabilidad saber actuar ante cada evento que irrumpe ante nosotros.

Por tanto, si de verdad llega la persona adecuada, ningún momento será el equivocado, porque ambos haremos que ese amor sea posible. Los amores de verdad son atemporales. No importa qué los envuelva, cómo lleguen, no importa la circunstancia; al final, la pareja afrontará cada dificultad para hacer posible lo que, para otros, era imposible.

Si das mayor valor al momento inadecuado, es que no era la persona adecuada

Si alguien nos dice que hemos llegado a su vida en el momento inadecuado, desconfiemos. Si nos cierra la puerta justificando que su existencia ya está atada, que sus metas ya estaban previstas y que no tenemos espacio en su complicado presente, desconfiemos también. Pasemos página porque sus prioridades son otras.

Porque para la persona adecuada, el tiempo no existe y nuestra sola entrada a su realidad, lo cambia todo. Nadie deja ir lo que de verdad se quiere y cuando el afecto es profundo, no hay momentos inadecuados. Las antiguas prioridades se desdibujan y se crean otras nuevas en las que nosotros estamos en primer lugar. Lo demás, se acomoda, se organiza o se deja atrás.

Pareja separada en el campo representando lo que es conocer a la persona adecuada en el momento inadecuado
Seamos valientes, no dejemos ir el amor por miedo o indecisión.

No dejes que el arrepentimiento te carcoma ante lo que pudo ser y no fue

Lo cierto es que para muchos, a veces, sí surge la persona adecuada en el momento inadecuado. No podemos negar que hay épocas en las que no nos sentimos emocional o mentalmente preparados para abordar ciertos hechos. Tal vez, porque somos muy jóvenes y no sabemos, por ejemplo, cómo encarar a esos padres que se oponen a nuestras relaciones con determinadas personas.

También puede darse el caso de que acabamos de salir de una relación tormentosa. De las que dejan secuelas, astillas profundas en el corazón. Si en medio de ese proceso de sanación surge alguien especial, es posible que no estemos preparados. El miedo y la indecisión nos ponen sus grilletes. Así, lo que sí sabemos que sucederá después es que aparecerá una nueva fractura psicológica: el arrepentimiento.

La Universidad Massey, en Nueva Zelanda, explica en un estudio que el arrepentimiento por inacción es el más común de todos. Es el malestar emocional que nos atenaza cuando no actuamos, cuando no respondemos ante una circunstancia que exige una respuesta valiente. Por tanto, es cierto que en ocasiones no siempre estaremos preparados para ser resolutivos, decididos y hasta osados.

Sin embargo, tengámoslo en cuenta. El amor a menudo requiere coraje y esfuerzo. Nadie puede saber al 100 % si esa relación saldrá bien. Pero mejor es haberlo intentado y haber amado, que dar un paso atrás y lamentar para siempre lo no vivido.


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