Cortar y volver con la pareja: ¿cómo afectan estos patrones intermitentes?

Volver con la pareja tras una ruptura puede ser beneficioso, pero también un gran error que nos sumerja en un círculo vicioso. Te contamos más sobre estos patrones intermitentes en las relaciones y sus consecuencias.
Cortar y volver con la pareja: ¿cómo afectan estos patrones intermitentes?
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 01 febrero, 2022

La mayoría de las personas nos involucramos en relaciones de pareja con la esperanza y el propósito de que duren. Sin embargo, nuestras expectativas no siempre se cumplen.

Ante una ruptura hay quien opina que es preferible seguir por caminos separados, que las segundas oportunidades nunca fueron buenas; pero también hay quienes apuestan o defienden que de un nuevo intento por fortalecer el vínculo podemos obtener resultados muy positivos. En este segundo caso, el problema es evidente surge cuando cortar y volver con la pareja se convierte en un bucle capaz de producir un gran desgaste.

En efecto, todos conocemos a esas personas que parecen incapaces de estabilizar su relación, pero también de ponerle fin. De hecho, se estima que cerca del 60 % de los adultos han estado involucrados en un vínculo de este tipo al menos una vez.

Lejos de tratarse de un patrón exclusivo de adolescentes, como en ocasiones se piensa, todos somos susceptibles de caer en las garras de estos ciclos infinitos. Por lo mismo, conviene conocer qué variables los perpetúan y cómo pueden afectarnos.

Mujer triste por ruptura

¿Por qué entramos en un ciclo de cortar y volver con la pareja?

Las relaciones no son estáticas, cambian y se transforman con el paso del tiempo. El enamoramiento inicial, caracterizado por la euforia, la pasión y la idealización de la pareja da paso a un sentimiento más maduro basado en el compromiso y la tolerancia. Esto en el mejor de los casos, y si ambos son capaces de evolucionar a la par.

En otras ocasiones, estos cambios no son comprendidos ni bien recibidos. Cuando comenzamos a descubrir los fallos en el otro, los puntos débiles de la relación, nos asustamos, asumimos que algo no va bien y huimos del vínculo. Sin embargo, en poco tiempo comienzan a surgir las dudas, incluso arrepentimiento por la decisión tomada. Extrañamos la compañía del otro y los beneficios que nos reportaba estar en pareja y decidimos volver e intentarlo de nuevo.

El problema surge precisamente de esta base: no terminamos con el otro porque existan diferencias irreconciliables, lo hacemos porque no comprendemos que la evolución de la relación es natural. Del mismo modo, no tenemos un plan de acción que nos ayude a lograr que esta vez todo sea diferente; simplemente actuamos movidos por impulsos, y es esta inmadurez la que cronifica el ciclo.

El papel del apego inseguro

De lo anterior se puede deducir que no todas las personas tienen el mismo riesgo de caer en esta dinámica de cortar y volver con la pareja. Por lo general, son los individuos evitativos los que con más frecuencia lo hacen.

Estas personas pueden ser egoístas, emocionalmente no disponibles y suelen presentar rasgos narcisistas. Ante las dificultades en la relación optan por desapegarse y abandonar, suelen culpar al otro de la mayoría de sus problemas y no se comprometen a trabajar por el vínculo.

Por otro lado, “la otra parte” suele presentar características totalmente contrarias. Suele tratarse de personas ansiosas e inseguras, con tendencia a desarrollar dependencia emocional y con miedo a la soledad. La huida de la pareja despierta en ellas un sufrimiento tan grande que son capaces de aceptar su vuelta una y otra vez, aunque esta vuelta les genere una gran sensación de inestabilidad y dañe su autoestima.

En ambos casos nos encontramos ante un patrón de apego inseguro. El evitativo aprendió a desconectarse emocionalmente, quizás porque que sus progenitores no respondían a sus demandas. El ansioso creció con la certeza de que el afecto era aleatorio, imprevisible e inconstante, pues quizás fue esto lo que recibió de sus cuidadores. Ahora, de adultos, estas dos tendencias se unen, dando lugar a una serie de huidas y reencuentros que resultan sumamente perjudiciales.

¿Cómo nos afecta cortar y volver con la pareja?

Cortar y volver con la pareja resulta más dañino de lo que podemos llegar a imaginar. Nos sumerge en un estado de alerta y ansiedad constante que mantiene nuestro organismo experimentando elevados niveles de estrés. Esto, entre otras consecuencias, afecta a nuestro sistema inmunitario y al estado de salud, deteriorando gravemente la calidad de vida.

Por otro lado, al mantenernos en este estado de peligro constante, perdemos la capacidad de procesar información y comenzamos a actuar de forma impulsiva y primitiva: atacando, defendiéndonos o huyendo. Así, es frecuente que la comunicación se deteriore cada vez más al tiempo que aumenta el riesgo de abuso.

Además, el vínculo que debería aportarnos confort, afecto y seguridad resulta completamente inestable por lo que no solo no podemos apoyarnos en él, sino que es una gran fuente de angustia. Esa ausencia de compromiso aumenta la incertidumbre en el futuro y genera insatisfacción e infelicidad.

Por último, no podemos olvidar que cortar y volver con la pareja es un patrón que suele repetirse y cronificarse, por lo que el sufrimiento y el desgaste emocional se prolonga durante años. Estas personas no consiguen ponerle fin a la relación, pero tampoco logran alcanzar un punto en la que esta contribuya a su equilibrio y bienestar.

Pareja discutiendo

Tomar una decisión para romper el ciclo

Retomar una relación tras una ruptura puede ser beneficioso y ayudar a fortalecer el vínculo. Normalmente, sucede así si se ha reflexionado sobre del origen de los problemas, se han buscado soluciones y consensos y se ha trabajado y madurado a nivel personal. Si las rupturas y reuniones se suceden, es momento de tomar una decisión: estabilizar el vínculo o terminarlo definitivamente.

Ambas alternativas pueden resultar sumamente complicadas dado que el ciclo ya se ha instalado y existen tendencias personales que nos mantienen en esta dinámica. Por ello, buscar ayuda profesional resulta sumamente necesario.

Un terapeuta puede ayudar a identificar la mejor solución y ponerla en práctica, bien sea que se decida continuar o terminar. Si te encuentras en esta situación, no dudes en pedir apoyo.


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