7 cosas que aprendes de tus hijos
Los niños son una fuente inagotable de enseñanzas. Cuando miramos a través de los ojos de un niño, reconectamos con una parte de nuestra infancia y descubrimos que, en el fondo, aún queda algo de ese “yo” de la infancia en nuestro interior. Seguro que hay muchas cosas que aprendes de tus hijos casi sin darte cuenta.
En este artículo hemos seleccionado 7 de ellas que nos harán reflexionar sobre la magia de las primeras veces y sobre cómo aún podemos ilusionarnos con las cosas siendo adultos.
“Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan”.
-Antoine de Saint-Exupéry-
Las cosas que aprendes de tus hijos las observas a través de su día a día y de su crecimiento, en comportamientos, comentarios, actitudes… Hay un montón de aprendizajes que podemos obtener a través de ellos, aunque aquí hemos seleccionado solo los que nos parecen más reseñables.
La ilusión de las primeras veces
Los primeros años de vida están repletos de primeras veces. La ilusión de esas primeras veces caracteriza a los niños, y es algo que podemos aprender de ellos: la magia de percibir la novedad en las pequeñas variaciones, en las repeticiones con diferencias muy pequeñas.
A medida que crecemos y que tenemos más responsabilidades, la ilusión muchas veces pasa a un segundo plano. Además, ya no tenemos esa inocencia de la infancia en la que tenemos la sensación de que existe un aura que nos protege.
La capacidad para sorprendernos
Muy relacionada con la anterior, lo cierto es que la capacidad para sorprendernos también va disminuyendo con el paso del tiempo. En los hijos este aspecto está muy vivo, sobre todo entre los más pequeños, que se dejan sorprender con más facilidad.
Así que, otra de las cosas que aprendes de tus hijos son los beneficios de dejarse sorprender, de no esperar nada de nadie. Esta alteración emocional resulta de un evento inesperado e imprevisto, que muchas veces desemboca en emociones positivas (aunque la sorpresa, en sí, es una emoción “neutra”).
La búsqueda de la diversión
Los niños son exploradores innatos del entorno, y tienen una necesidad intrínseca de buscar, a través de él, la diversión. Además, la energía que los caracteriza facilita que nunca se cansen de buscar pasárselo bien.
Los adultos, en cambio, tendemos a centrarnos en otras cosas y a dejar esta faceta de la vida arrinconada, en muchas ocasiones, por la falta de tiempo, la adquisición de responsabilidades, etc.
A veces es necesario sacar al niño que llevamos dentro y empezar a disfrutar.
La pérdida de la vergüenza
Aunque no todos, a la mayoría de los niños no les da vergüenza interactuar con los demás, decir lo que piensan, comportarse de una manera espontánea… Esta “pérdida” de la vergüenza hace que disfruten más de las cosas, porque no tienen tanto miedo al qué dirán.
Por ello, otra de las cosas que aprendes de tus hijos es a perder la vergüenza y bajar un poquito el nivel de inhibición sobre tu discurso, dejando de lado los prejuicios y el miedo al ridículo.
La falta de rencor
El rencor es la emoción que surge de una rabia mal gestionada (o directamente no gestionada). Por norma, al llegar a adultos ya hemos pasado por varias experiencias que vamos “acumulando” en la mochila de la vida, y eso hace que a veces queden aspectos por “pulir”.
Algunos de estos aspectos son experiencias dolorosas o personas que nos han herido y que aún no hemos perdonado. Por ello, el rencor es mucho más probable en adultos que en niños, ya que estos últimos no han experimentado tantas cosas y, además, tienden a centrarse más en el momento actual que en el pasado (y revivir el pasado muchas veces nos “ancla” al rencor).
La falta de miedo en las relaciones
Los niños se relacionan de forma mucho más espontánea que los adultos. Se guían por estímulos, por aquello que les atrae, les gusta o les llama la atención.
Y eso hace que no tengan miedo a relacionarse. Esta es, seguro, otra de las cosas que aprendes de tus hijos en tu día a día: el perder el miedo a relacionarte con desconocidos, y la gracia de conocer a los demás sin expectativas de nada.
La magia de ser uno mismo
Otra de las cosas que aprendes de tus hijos, casi con seguridad, es la magia de ser uno mismo. La autenticidad es la que nos permite, en realidad, conectar con los demás de forma profunda.
Y es que los niños son auténticos, no tienen tantos “filtros” a la hora de actuar o pensar, porque no están tan influenciados por lo que “se espera de ellos”. Se dejan llevar con mayor facilidad y eso es lo que les hace, precisamente, tan puros. ¡Contágiate de esa autenticidad!
Al igual que los niños aprenden de los mayores, los adultos podemos aprender múltiples cosas de los niños. Quizás esa apertura a la experiencia bañada de inocencia tan típica de la infancia, sea la que facilite un aprendizaje más enriquecedor, de la vida.
“Lo que uno ama en la infancia se queda en el corazón para siempre”.
-Jean-Jacques Rousseau-
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- Bruner, J. (1990). La elaboración del sentido: la construcción del mundo por el niño. Barcelona: Paidós.