¿Cuáles son los límites en la relación de pareja?
Cuando hablamos de límites en la relación de pareja, nos estamos refiriendo a esos criterios propios que definen lo que está permitido y lo que no dentro del vínculo; que son inviolables o innegociables. Asimismo, los creamos a partir de nuestra historia de vida, por lo que pueden diferir de una persona a otra.
Por ejemplo, en las relaciones de pareja, hay personas que son capaces de soportar e incluso perdonar una infidelidad; mientras que hay otras que jamás lo harían, por muy enamorados que estén. En este sentido, influye mucho la educación que ha recibido cada uno, las experiencias personales, así como los valores y la autoestima.
No obstante, es recomendable saber que, aunque cada uno pueda establecer sus límites personales y que entre estos pueda haber diversidad de criterio, hay conductas del otro que no deberíamos dejar pasar, si es que queremos conservar nuestra autoestima y nuestra dignidad. Profundicemos en ello.
Los límites en la relación de pareja
Los límites en la relación de pareja se refieren a las fronteras físicas, emocionales o psicológicas que establecemos para proteger nuestro bienestar.
Ahora bien, muchas parejas le huyen al establecimiento de límites porque creen que estos pueden afectar de manera negativa la relación o porque los creen innecesarios. Además, existe la falsa creencia de que nuestra pareja debe ser capaz de anticipar nuestros deseos y necesidades, por lo que la idea de establecer una frontera perjudicaría la calidad del vínculo.
Sin embargo, es un hecho que cualquier relación saludable tiene límites definidos. En este sentido, la comunicación de dichos límites es crucial, ya que garantiza que las personas comprendan las necesidades del otro y lleguen a acuerdos que sean beneficiosos para ambos
Para comprender mejor los límites en la relación de pareja, a continuación detallamos en qué consiste cada tipo:
- Límites físicos: se refieren a la comodidad de la persona en relación con su cuerpo. Como por ejemplo: el espacio personal, la privacidad, así como el contacto físico y personal. En este caso, un límite físico, necesario en toda relación, es el respeto a la voluntad del otro al momento de tener relaciones sexuales; por tanto, cuando uno de los miembros dice que «no», es no.
- Límites psicológicos y emocionales: demarcan la línea entre lo que uno piensa y siente, así como lo que sienten y piensan los demás. Requiere de entender que hay cosas que nos hacen sentir cómodos e incómodos, que hay actitudes o comportamientos que no estamos dispuestos a tolerar.
En toda relación de pareja se requiere aceptar, negociar y renunciar. El problema surge cuando esa respuesta de negociación va mucho más allá y excede los límites, afectando de manera directa la valía personal de uno de sus miembros.
Límites sanos vs. límites poco saludables en la relación de pareja
Los límites en una relación deben ser justos y suficientes, de manera que garanticen el respeto hacia uno mismo y hacia el otro. Ahora bien, es importante que seamos conscientes que un límite puede ser considerado justo y sano por una persona, pero para otra, este puede asumirse como todo lo contrario. Y es que todos tenemos experiencias e historias de vida distintas.
Aun cuando no existe un acuerdo universal entre los límites, es cierto que algunos son insanos. Por ejemplo:
- Límites poco saludables: son aquellos que pueden afectar de manera negativa el bienestar de la relación. Por ejemplo: el control excesivo, la dependencia emocional, las faltas de respeto, los maltratos, no tener privacidad, etc.
- Límites sanos: son los que promueven el bienestar de las partes involucradas. Estos límites deben proteger la relación y fomentar la individualidad, como lo sugiere un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México. Por ejemplo, el respeto, la comunicación asertiva, los límites sexuales y económicos, la privacidad, etc.
Límites y dependencia emocional
Casi todo el mundo tiene claro qué es lo que no quiere en su relación de pareja. Sin embargo, suele ocurrir que, cuando esos límites —establecidos de manera personal— son rebasados por el otro, la persona sigue en la relación y no se siente capaz de terminarla y emprender otro camino.
Es como que aun sabiendo que aquello no les conviene en absoluto, prefieren el sufrimiento diario al dolor de la pérdida para siempre.
Todo esto se conoce como «dependencia emocional». Este fenómeno se asocia con la dificultad para controlar los impulsos y con el estilo de apego preocupado. Así lo sugiere un estudio publicado en la revista Anales de Psicología.
Las personas con dependencia emocional contemplan a su pareja como una necesidad vital, como el alimento o el descanso y, por lo tanto, el desapego se hace imposible. El miedo a perder a su «ser amado» es tan grande para algunas personas que son capaces de aguantar comportamientos como la mentira, el maltrato o la anulación con tal de mantener la relación.
Esta forma de pensar en la pareja como una necesidad es el resultado de la dependencia emocional y surge cuando no somos capaces de imponer nuestros criterios y establecer límites fijos.
El pensamiento del dependiente es expresado de la siguiente forma: «Seguro que cambiará», «No es para tanto… Quizás yo esté exagerando», «Lo hace porque está estresado, esto no durará siempre», etc.
Justifican la conducta de la pareja, a pesar de que les esté haciendo daño, porque necesitan darse a sí mismos argumentos. Razones que, aunque en su interior saben falsas, al menos les tranquilizan, hacen que perdonen a su pareja y sigan con la relación.
Cuando amamos de manera dependiente y entregamos todo sin limitaciones, perdemos nuestra identidad y somos absorbidos por el otro, sin importar nuestras necesidades. Una vez pasado el límite, volver no resulta tan sencillo, porque nos encontramos atrapados en la tela de araña de los sentimientos y pensamientos que hemos ido creando junto a los deberes asumidos.
Límites y autoestima
La autoestima saludable, es decir, aceptarse a uno mismo es un pilar de la salud mental y el bienestar emocional. La baja autoestima o la falta de aceptación predispone a algunos trastornos psiquiátricos como la depresión, según la revista Psychological Bulletin.
Aceptarse y quererse a uno mismo, con defectos, virtudes, limitaciones y potencialidades, es lo que realmente necesitamos si queremos ser felices.
La autoestima tiene mucho que ver con los límites, en todas las áreas vitales y en la pareja. Si valoro más a la otra persona que a mí mismo o si creo que no soy capaz de estar solo; si creo que necesito a esa persona para ser feliz o que mi pareja le da sentido a mi existencia, estaré colocando minas muy potentes en mi autoestima. Minas que, por otro lado, pueden explotar en cualquier momento.
Hasta cierto punto, esto es peligroso. Pues, si lo dejamos pasar, podemos llegar a un punto en el que nos sea muy difícil salir de la relación, o en el que nos encontremos muy tristes con esa pareja.
Solo podremos ser felices en pareja si sabemos qué es lo que estamos dispuestos a permitir y que no, qué es lo que queremos para nuestra vida.
Al tenerlo claro y ser consecuente con ello, no subordinamos nuestras necesidades a las necesidades del otro. Una actitud que no es para nada egoísta, si es que llegas a pensar eso, sino más bien sensata. Si estamos en paz y en consonancia con nuestras ideas y valores, podremos estar en armonía con la otra persona. Y, a su vez, esa persona también se sentirá mejor con nosotros.
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7 límites saludables que debes establecer con tu pareja
Como hemos comentado al comienzo, lo que cada uno quiere para su relación de pareja es una decisión muy personal. Si estamos dudosos con nuestra relación, podríamos preguntarnos: ¿es esto lo que quiero para mi vida? ¿Me veo con esta persona de aquí a cinco años? ¿Es este comportamiento algo que estoy dispuesto a tolerar?
Lo más importante, si te planteas estas preguntas, es ser sincero con las respuestas. Las respuestas negativas serían razones para dejar la relación, a sabiendas de que, probablemente, después vamos a tener que pasar un proceso de duelo en el que nos vamos a tener que reconstruir.
Quizás el duelo no sea algo agradable, pero más desagradable es un sufrimiento prolongado en el día a día. ¿Y qué es lo que nunca tendríamos que tolerar? Veámoslo.
1. Ser anulados como persona
Nadie puede decirle ni ordenarle a otra persona que deje de ser quien es porque entonces no tiene sentido el haberlo elegido como pareja. Por lo tanto, no debemos permitir que nuestra identidad, eso que somos como personas, sea invalidado, suprimido o negado.
2. Recibir maltrato físico o verbal
No podemos permitir que nadie nos agreda porque nadie tiene el derecho a hacerlo. Por tanto, encontrar justificaciones para el maltrato solo hará que alargues la situación. Así que deja la relación la primera vez que se produzca.
3. Perder la libertad individual
Es lo más valioso que tenemos. Tenemos que ser libres para salir y entrar, para decidir que estilo de vida queremos llevar, para tener nuestros amigos, etc. Por lo tanto, has de poner tu libertad siempre por encima de todo.
4. Ser controlados
Si nos encontramos en una situación donde los límites de horario y barreras para estar con otras personas aparecen, entonces sí que debemos comenzar a preocuparnos y hablarlo. También es importante recordar lo esencial que es tener libertad para tomar nuestras propias decisiones dentro de una pareja y tener nuestra propia vida y su control, no que lo hagan los demás.
5. Escuchar mentiras
Las mentiras constituyen una de las formas más sencillas de arruinar una relación. La confianza es la base de cualquier relación y más de aquella que forma una parte tan esencial en nuestra vida.
Mentir nos desgasta, nos destroza emocionalmente. Además, la persona que comienza a mentir tiene que seguir haciéndolo para dar credibilidad a la mentira que ha contado con anterioridad, entrando así en un bucle difícil de parar.
6. Ser usados para el sexo
El sexo es un añadido más dentro de una relación. Si no tenemos relaciones sexuales, no debemos sentirnos mal u obligados. Tenemos que decir no cuando no nos apetezca… Siempre es bueno conversar y aclarar las cosas dentro de este punto, ya que el sexo es un acto de ambas personas nacido del respeto mutuo.
7. Continuar con alguien no nos apoya
El apoyo, junto la confianza, constituye la base de cualquier relación. Si conocemos a una persona que no cree en nosotros mismos y duda de nuestra valía, entonces debemos dejarle ir.
¿Por qué? No debes permitir que nadie te quite las ganas de luchar por lo que te hace sentirte vivo: tus sueños. Si dejas que hagan eso, entonces no serás el dueño de tu propia y auténtica vida.
4 Claves para establecer límites en la relación de pareja
Los límites en la relación de pareja son necesarios, ya que garantizan el respeto, la confianza y la dignidad de los miembros. Es por ello que, a continuación, dejamos una lista de consejos para empezar a establecerlos.
- Practica el autoconocimiento. El primer paso para establecer límites sanos es la autoconsciencia. Esto implica ser capaces de identificar lo que nos gusta y lo que no; cuáles son nuestras necesidades físicas y emocionales; con qué nos sentimos cómodos y qué nos da miedo, etc. Solo así podremos comunicarle al otro qué estamos dispuestos a permitir y qué no.
- Trabaja la autoestima. Hacer respetar nuestros límites supone valoramos como personas. Por ello, es importante que fortalezcamos el amor propio.
- Aprende a comunicarte con asertividad. De nada sirve saber nuestros deseos y necesidades y no saber comunicárselos a la otra persona. Por tanto, debemos ser capaces de expresar nuestros límites de forma clara, sin faltarle el respeto al otro.
- Sé empático. Debemos ser capaces de comprender la perspectiva de nuestra pareja y respetarla.
Consideraciones finales
Hay que crear una relación de ida y vuelta, un amor de ida y vuelta, a través de un yo digno que nos permita equilibrar el intercambio afectivo. No se trata de arroparnos bajo un individualismo egocéntrico o exaltar una autonomía rígida y tajante, sino de incluirnos en la relación, salvando nuestro amor propio.
Tenemos que recordar que ambos somos valiosos, balancear el péndulo de un lado para otro, incluyéndonos en ese vaivén donde respetamos el ritmo de cada uno. Gracias a los límites en la relación de pareja podemos negociar y aceptar las discrepancias.
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