Cuando la pereza nos visita
Quizá haya sido compañera en tu vida durante un largo periodo de tiempo.
Quizá sólo apareció en ocasiones y después desapareció, sin dejar huella.
¿Por qué aparece la pereza?
La pereza es amiga de la comodidad, de lo conocido, de no arriesgarse. Cuando nos acompaña, sólo queremos permanecer con ella, en soledad, sin hacer nada, sin movernos, sin investigar… Y no es casualidad, que precisamente cuando viene a visitarnos la pereza, es cuando más necesitaríamos salir, arriesgar, probar cosas nuevas… Se trata de una “errónea estrategia emocional y mental”, que aparentemente nos protege de todo aquello que nos desborda, que nos hace sentirnos mal, que nos da miedo…
Por eso, la pereza aparece en nuestras vidas, precisamente, cuando estamos desbordados, cuando los problemas son demasiados, cuando todo nos hace daño, y no sabemos qué hacer, o no quieremos hacer nada…
La pereza, nos protege de cualquier movimiento, porque dispone a todo nuestro cuerpo y a nuestra mente al “descanso”. Pero, ¿realmente descansamos, estamos tranquilos? Sólo el recuerdo de la pereza, ya despierta en nosotros una sensación incómoda, de malestar…sabemos que “algo debemos hacer”, pero como no sabemos ni por dónde empezar, seguimos ahí… tirados en el sofá, dejando pasar los días, sin tomar decisiones, sin dar pasos, sin arriesgar nada, sin hacer deporte, sin buscar trabajo, sin estudiar, sin dejar de fumar…
¿Y qué hacer con la pereza? ¿Por dónde empezar?
Si su compañía no es agradable, nos irá mejor sin ella. Lo que sucede es que ahora, después de un tiempo “perezoso”, no es fácil.
Te propongo hacer un plan, en primer lugar, algo sencillo, no muy arriesgado ni atrevido, con el fin de comenzar a moverte, a salir… para caminar hacia algún destino sencillo.
Y en segundo lugar, imponte a ti mismo cumplirlo, cada día, sin excepción. Esto generará satisfacción y movimiento, y el movimiento genera más movimiento, que es el motor que necesitamos para dejar atrás la pereza.
Si en tu casa, un día entró la pereza, déjala sola, sal de allí, proponte un plan y cúmplelo. Invita en cambio a tu fuerza de voluntad, con ella conseguirás caminar, realizar planes, motivarte hacia el cambio…
Cultivar la fuerza de voluntad
La fuerza de voluntad hay que cultivarla, hay que invitarla y cuidarla, para que se quede contigo. Lo único que necesitas es tener la “voluntad”, es decir, “querer” dejar la pereza, y retomar tu vida. Para ello, emplea todas “tus fuerzas”, ésas que existen dentro de ti cuando algo te importa mucho y vas a por ello. En la medida que sacas esa “fuerza interior”, sentirás que más tienes, que eres fuerte, y que si te lo propones, nada ni nadie puede pararte, ni volverte a encerrar en la pereza, porque puedes conseguir lo que quieras.
Y lo mágico de éste descubrimiento, es que aunque en un principio, te costó un esfuerzo, te lo tuviste que imponer, poco a poco, vas reconociendo, que la fuerza de voluntad nace sola, porque son muchas las cosas que te motivan y te ponen en movimiento, y sin necesidad de ningún esfuerzo, lo haces.
Por eso, el regalo de éste comienzo “forzado”, es la satisfacción y la motivación de “ponerse en acción”, que te hará sentirse muy bien contigo mismo/a.