Cuando nace un hijo fruto de la infidelidad: ¿cómo afrontarlo?
Una infidelidad siempre es un evento sumamente doloroso, que no solo destruye la confianza en la pareja, sino que también afecta a la autoestima de la víctima. Sin embargo, la recuperación y la restitución del vínculo se vuelven aún más complicados cuando nace un hijo fruto de la infidelidad. Si estás atravesando esta compleja situación, hay varios puntos importantes a tener en cuenta.
Esa nueva vida que llega al mundo no tiene culpa alguna de lo sucedido, pero representa la materialización de una traición, y para la persona engañada puede ser realmente duro de aceptar. Perdonar una infidelidad y reconstruir la pareja nunca es una decisión fácil de tomar, pero cuando hay un niño de por medio, la reflexión debe ser mucho más profunda. De lo contrario, el dolor para todos los implicados puede prolongarse y agravarse.
¿Qué hacer cuando nace un hijo fruto de la infidelidad?
Un hijo fruto de una infidelidad puede nacer en muchas circunstancias. En algunos casos se tratará de un desliz ocasional, y en otros de una auténtica doble vida. La persona infiel puede tener ya una familia formada, y otras en las que no. Igualmente, la persona que ha sido traicionada puede descubrir el engaño de inmediato o transcurrido un tiempo.
Antes de apresurar una decisión equivocada o de retrasar la ejecución de otra ya tomada, es recomendable tener en cuenta los siguientes aspectos.
1. Permítete sentir todas las emociones
Ante esta situación pueden surgir un sinfín de emociones negativas. Decepción, tristeza, ira, rencor y desconfianza son algunas de las más comunes. Sin embargo, también puede aparecer un fuerte sentimiento de culpa al rechazar o sentir resentimiento hacia ese niño que no es responsable de lo ocurrido.
En este momento es importante permitirse sentir sin juzgarnos, reprimirnos ni reprocharnos. Para esto es necesario contar con un espacio seguro, una persona de confianza que nos permita ventilar los sentimientos, anticipando no arrojará juicios de valor ni recriminaciones. En estos casos, es común que temamos recurrir al entorno cercano por vergüenza, por lo que el apoyo profesional puede ser muy necesario.
2. Sopesa las opciones antes de decidir
Antes de decidir perdonar y retomar la relación de pareja tras un engaño, es necesario sopesar varios puntos. Pero en el caso de que haya nacido un hijo fruto de la infidelidad, esto es mucho más importante. Se debe analizar el estado previo de la relación, las carencias o puntos que condujeron a este desenlace y las posibilidades de cambio.
¿Existe arrepentimiento por parte de la persona infiel? ¿Tú, como víctima, estás dispuesto a perdonar y continuar? ¿Hay un compromiso por ambas partes para trabajar en el vínculo? ¿Estás preparado para afrontar los cambios en la dinámica de pareja y familiar que se producirán debido al nacimiento de esta nueva vida?
3. Seguir después de lo ocurrido
El problema de muchas parejas que deciden seguir con la relación después de una infidelidad es que el hecho pasa a ser el protagonista de la nueva etapa. La persona infiel no puede dejar de sentirse culpable, la persona que ha sufrido la infidelidad en el fondo no ha perdonado al otro y tiene mucho miedo de que vuelva a pasar.
Así, el estado emocional de la unión pasa a ser gobernado por el miedo, la culpa, el remordimiento o la sensación de falta de libertad. Uno no puede confiar y el otro no puede actuar como si tuviera esa confianza.
Este panorama es muy común, ya que, además, pueden entrar en juego los llamados reforzadores secundarios. La persona que ha sido víctima de la infidelidad puede perdonar a su pareja, pero también darse cuenta de que al materializar este perdón debe renunciar a la carta que termina decantado la victoria en muchos de los juegos de poder que se plantean en la pareja.
La infidelidad es el argumento definitivo con el que gana muchas discusiones, de manera directa o indirecta, así que el hecho de pasar realmente página también puede tener un precio, y es que la situación en la pareja se vuelva más simétrica. Destacar que este fenómeno puede actuar a nivel consciente, pero también inconsciente.
Un hijo fruto de esa infidelidad suele intensificar las emociones de las que hemos hablado. En la realidad hay un estímulo físico, que además va a demandar un buen volumen de recursos, que puede ser el constante señuelo para traer al presente el recuerdo de lo que ocurrió. La culpa al verle y el miedo al escuchar su nombre pueden marcar la relación de aquellos que deciden seguir juntos, pero también la infancia del nuevo hijo.
4. Llega a acuerdos
El nacimiento de un niño fruto de un engaño transforma completamente la dinámica previa de la pareja. Por esto, es momento de dialogar, comunicarse y exponer con claridad las expectativas y necesidades. Ambas partes deben dejar claro qué esperan que ocurra a continuación, cómo ven la vida en común y hacer solicitudes antes de continuar.
Llegar a acuerdos es fundamental para que posteriormente no surjan sensaciones de injusticia, irrespeto y desequilibrio. ¿Qué relación va a tener cada uno con el niño?, ¿y con el otro progenitor de este niño?, ¿cómo se va a repartir el tiempo y la economía?…
5. Asume los roles adecuados
En esta situación, la persona que ha sido engañada ha de aceptar que su pareja asuma una responsabilidad tanto económica como moral con ese niño. Finalmente, como hijo tiene sus derechos y no podemos pretender negarle la atención, la presencia y el apoyo de un progenitor.
Por otro lado, es importante que la pareja no caiga en el error de ejercer de padre o madre de ese niño, o de tratar de aceptarlo o congraciarse con él a fin de tener el control. Es importante asumir la situación con madurez, sin recurrir a chantajes emocionales que pueden perjudicar a un menor inocente.
6. Reorganización familiar
Si la pareja ya tiene hijos comunes previos, será necesario comunicarles a los hijos la existencia de este nuevo hermano. Compartir con ellos el contexto en que ha sucedido puede ser realmente complicado, y habrá que tener muy en cuenta el nivel de madurez cognitiva de los pequeños que van a ser receptores de esa información. En cualquier caso, puede resultar muy positivo contar con acompañamiento profesional en este punto de transición.
En suma, un hijo fruto de una infidelidad no destruye necesariamente a la pareja, pero sí plantea un desafío mayor que cuando la infidelidad no tiene esta consecuencia. El proceso de adaptación necesario va a a ser más importante y, por lo tanto, los desafíos a superar de mayor calado, tanto que en muchas ocasiones será necesaria la intervención de un profesional que facilite herramientas para la gestión del nuevo escenario y los deseos e inquietudes que puedan plantearse respecto a este.
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