Cuando no sientes nada durante una depresión
Cada persona vive de un modo la depresión. Hay quien experimenta una mezcla de tristeza y rabia combinada con abatimiento. Otros en cambio, solo perciben un vacío y la ausencia total de emociones. Es como tener plomo en el cuerpo y niebla en la mente, porque cuando no sientes nada durante una depresión es como si el propio ser se desdibujara para quedarse suspendido en una nada absoluta…
Phillip Lopate, un conocido ensayista y escritor norteamericano, describió en una ocasión esta misma situación en un sobrecogedor poema titulado Numbness (Insensibilidad). En él dibujaba un retrato milimétrico y descarnado de ese tipo de depresión en la que la persona experimenta un completo vacío emocional. Es, decía, como avanzar por campos de hielo, es indiferencia y un corazón que late a cero grados, una ilusión anoréxica que nos desplaza del mundo.
“Lo opuesto a la depresión no es la felicidad, sino la vitalidad, la propia vida”.
-Andrew Solomon-
Algo que debemos entender en primer lugar sobre la depresión es que pocas enfermedades pueden llegar a ser más complejas y multifacéticas. Hay quien evidencia una clara sintomatología, otros en cambios la llevan con ellos de forma invisible durante meses o incluso años. Afecta al sueño, la concentración, la memoria, el movimiento e incluso al manejo del lenguaje de una persona.
Ahora bien, en medio de este cuadro clínico hay un aspecto del que no siempre se habla. Es ese donde el paciente muestra una insensibilidad absoluta, donde dice no sentir emoción alguna, y solo percibe una pared que los ha desconectado por completo del mundo e incluso de ellos mismos.
Cuando no sientes nada durante una depresión es como si el propio ser se desdibujara.
Cuando no sientes nada durante una depresión: ¿a qué se debe?
Cuando no sientes nada durante una depresión se debe, sencillamente, a que con anterioridad ya sentiste algo excesivamente intenso que no supiste cómo manejar. Así, un aspecto que nos indica la literatura clínica al respecto de este tema, es que lo que experimentan muchos pacientes con esta característica es un tipo de “resaca emocional”. Es el resultado de algo que en un momento les superó por completo. Es más, tras la propia depresión pueden existir además otras condiciones, como trastornos de ansiedad o incluso traumas no resueltos.
Por otro lado, cabe señalar también la clásica idea que muchos mantienen sobre las personas con depresión. Este trastorno se sigue asociando en exclusiva a la tristeza. Sin embargo, en una buena parte de los casos esta realidad presenta otras capas, otra arquitectura. Porque depresión no es es solo tristeza, es pesimismo, es ira, es abatimiento… Y lo que también se da es insensibilidad, una neutralidad emocional que a menudo se entremezcla con otros síntomas físicos: migrañas, dolores musculares, problemas digestivos…
Los pacientes con este perfil se caracterizan además por una hipersomnia, pueden llegar a dormir entre 10 y 15 horas al día. Asimismo, tal y como ellos declaran se sienten incapaces de sonreír o llorar. Es como si su mente, su cuerpo, hubiera olvidado no solo cómo se hace, sino el propio sentido de estos gestos emocionales. Algo en apariencia tan devastador tiene varias explicaciones que pasamos seguidamente a detallar.
Emociones reprimidas
Cuando no sientes nada durante una depresión es porque tal vez, te enseñaron desde niño que es mejor camuflar, esconder, tragar lo que duele, molesta o preocupa. De hecho, es algo habitual cuando por ejemplo, atravesamos momentos familiares complejos, situaciones laborales estresantes o momentos de cierta adversidad.
Estas situaciones generan una elevada ansiedad, la cual poco a poco se va cronificando, hasta que la persona deriva en una depresión. Acostumbrados durante meses o años a no liberar, a no manejar o exteriorizar preocupaciones, miedos o pesares el propio cerebro acaba por mostrar ese “grado cero” en la escala de emociones. Algo así conforma también la clásica niebla mental, esa donde no solo cuesta reaccionar ante nuestro entorno, sino que además, se reduce la atención, la concentración, la memoria…
Pasado traumático
Si leemos el poema citado al inicio, el de Phillip Lopate describiendo la insensibilidad de su depresión, nos encontraremos con una parte realmente reveladora. Esa donde habla de cómo su padre lo llamaba desde los nueve años “pescado frío”. Las críticas tempranas de una figura de autoridad a su comportamiento tímido, burlándose de su apariencia y comportamiento fueron condicionado el modo de percibirse a sí mismo.
Así, algo que ha podido verse con frecuencia es cómo el peso de un pasado complejo o de traumas no resueltos, median a su vez en el desarrollo de este tipo de depresión caracterizada por la insensibilidad emocional.
¿Cuál es la estrategia terapéutica en estos casos?
Nuestro cerebro es un órgano asombroso. Ahora bien, además de maravilloso, sofisticado y crucial para asegurar nuestro éxito evolutivo lo que le caracteriza también es su complejidad. De ahí, que a veces, nos sea tan desafiante el hacer uso con efectividad de un órgano tan complicado para resolver precisamente esas situaciones igual de complejas que nos presenta la propia vida.
Algo que debemos entender en primer lugar es que por mucho que repitan aquello de que el cerebro es como un ordenador, hay muy poco de cierto en esta idea. No somos máquinas, y este órgano sensacional está regido básicamente por emociones. Entender sus procesos, comprender cómo manejarlas y ponerlas a nuestro favor es el único modo de salir de nuestra propia cárcel, de la depresión.
De este modo, algo que recomiendan los psicólogos en estos casos donde no sientes nada durante una depresión, es empezar nuestras frases con un “yo siento”. Es necesario hacer un viaje interior donde retirar capa a capa esas emociones incrustradas, atrapadas e infectadas. Hay que explorar al forma de posibles traumas, resolverlos y sanarlos… Por tanto, terapias como la cognitivo-conductual pueden ayudarnos, sin descartar tampoco otros tratamientos destinados a controlar y resolver los trastornos de ansiedad que suelen presentar estos cuadros clínicos.
En el momento en que empecemos a liberar nuestra rabia, nuestros enfados, miedos y preocupaciones, estaremos iniciando el camino de la recuperación.