Cuanto más mejor
El sexo es uno de los mayores gustos que podemos darle a nuestro cuerpo. Es beneficioso para la salud en muchos aspectos, nos hace sentir mejor y nos libera del estrés, refuerza los lazos afectivos con la otra persona mejorando las relaciones y, sin duda, es divertido. De ahí a que tengamos en mente que cuanto más sexo, mejor.
Un estudio realizado en el año 2004 indicó que la cantidad ideal serían tres o cuatro veces por semana. Y, aunque tiene sentido por lo bien que nos hace sentir, la realidad es que llevarlo a la práctica puede resultar complicado. La realidad es que en el día a día, o no tenemos tantas ganas, o no tenemos oportunidad, o estamos muy ocupados como para tener tanto sexo como decimos querer. Además, plantearnos este objetivo semanal puede llevar a sentir presión y frustración si no logramos cumplirlo, reduciendo sus potenciales beneficios.
¿Cada cuánto tenemos sexo?
Las personas presumen de disfrutar mucho del sexo y de que cuanto más lo practiquen mejor. Otras personas se quejan, incluso con humor, de lo poco que lo hacen. Pero, ¿cuánto lo hacemos en realidad?
Una encuesta realizada en el año 2017 en España a mayores de 18 años encontró que el 1,8% lo practica a diario, el 16,9% tres o cuatro veces por semana, y el 23,5% una vez a la semana. Por el otro lado, casi un 10% reportaba tener sexo menos de una vez al mes, y un 10,6% no tuvo relaciones en el último año antes de la encuesta.
No obstante, parece ser que la frecuencia con la que deseamos tener sexo va disminuyendo con la edad, primando la calidad frente a la calidad.
¿Qué dicen los estudios?
Un prestigioso estudio realizado por los investigadores Amy Muise, Ulrich Schimmack y Emily A. Impett de la Universidad de York afirma que una frecuencia sexual está relacionada con un mayor bienestar, pero más no significa mejor. Los resultados indicaron que la relación entre la frecuencia y el bienestar es curvilínea. Es decir, tendría forma de U invertida, por lo que una escasa frecuencia, así como una muy alta, se asociarían a niveles más bajos de bienestar. Por lo tanto, los mayores índices se encuentran en frecuencias medias.
Igualmente, en el estudio se comparó la felicidad, y la frecuencia sexual, de las personas solteras y con una relación romántica. Se observó entonces que en las solteras, la frecuencia con la que tenían sexo no estaba relacionada con su nivel de felicidad. En cambio, en las personas con pareja, sí, pero hasta cierto punto.
La conclusión general de la investigación fue que quien tenía más relaciones sexuales eran más felices, pero no más que aquellas que lo tenían una vez a la semana. Así pues, parece ser el número mágico, pues este resultado se replicó con otras muestras. Más de una vez, no sumaba más satisfacción.
Calidad frente a calidad
Teniendo en cuenta lo anterior, ¿por qué más no significa mejor? Un curioso estudio llevado a cabo por la Universidad Carnegie Mellon de Pensilvania podría tener la respuesta. En él, se le indicó a 64 parejas entre 35 y 65 años cuánto sexo debían practicar semanalmente. Una mitad debía doblar la frecuencia, y la otra mantener el mismo ritmo que tuvieran.
Tras tres meses de experimento, el grupo que más sexo tenía no era el que mayor felicidad indicaba, al contrario. Los académicos atribuyeron este hallazgo a que una mayor frecuencia podría haber dado lugar a una disminución del deseo y el placer. Es decir, que hacerlo más, y especialmente como una “obligación”, hace que pierda la gracia, la espontaneidad y, por tanto, la diversión.
En definitiva, parece ser que la creencia popular de “Cuanto más, mejor” no es totalmente cierta. Mejor dedicarse en cuerpo y alma a encuentros menos frecuentes, que querer ocupar gran parte de nuestro tiempo en la cama. Además, hay muchas otras formas de tener sexo que no revolcándose entre las sábanas, como caricias, besos u otras prácticas que no incluyan la penetración.
Lo importante, y lo que realmente nos hace más felices, es disfrutar realmente de lo que estamos haciendo y, cuando hablamos de sexo, centrarnos sólo en satisfacer y satisfacernos. Y, por supuesto, ¡hacerlo cuantas veces necesitemos, queramos y nos haga felices!