Cultivar inseguridades para el futuro no da frutos nada buenos
Llevo varios días con preguntas rondando por mi mente. No me dejan dormir. ¿Me querrá mi pareja? ¿Se habrá enfadado mi compañero de trabajo por lo que dije? ¿El proyecto tendrá éxito? ¿Qué dirán de mí por detrás? No tengo respuestas, tampoco mi objetivo es conseguirlas. Cultivar inseguridades se ha convertido en mi nuevo pasatiempo.
Hay que tener mucho cuidado con forzar nuestros pensamientos. En la mayoría de las ocasiones, se volverán en nuestra contra
Los pensamientos fluyen de forma continua por nuestra mente. Así como nacen, se desvanecen. Quizás algunos gocen de una mayor intensidad que otros. Sin embargo a muchos no les dejamos seguir su curso natural. Los retenemos, los hacemos más grandes… En ocasiones, no los liberamos hasta que terminan por explotar.
Cultivar inseguridades no nos lleva a buena puerto
Hay personas que son capaces de transformar un pensamiento en una preocupación. De hecho, es aquí cuando surge el problema. Empezamos a suponer, lo que genera dudas, miedos y equívocos. Pongamos como ejemplo que por nuestra mente pasa la pregunta de “¿mi pareja me ama?”. Si aceptamos esta idea, pero dejamos que transcurra con libertad, se irá. No obstante, si empezamos a darle vueltas comenzarán a surgir razonamientos de todo tipo.
Los primeros serán los negativos que brotan de las dudas. Estos son los más fuertes y los que llevarán la voz cantante hasta desembocar en una serie de preocupaciones donde el miedo se hará patente. Temor a perder a nuestra pareja, a que hayamos hecho algo que provocase que haya dejado de querernos… En el mejor de los casos seremos conscientes de nuestra angustia sin fundamentos y pararemos estas ideas a tiempo.
Sin embargo, ¿por qué no todos los pensamientos sirven para cultivar inseguridades? Porque muchos de ellos no nos afectan a nivel emocional. Por ejemplo, pensar en comprar el pan o en hacer la comida, no será lo mismo que creer que alguien está molesto con nosotros.
No todos los pensamientos nos afectan a nivel emocional. Pero, a los que sí lo hacen intentamos encontrarles una explicación
De hecho, nos afecta mucho todo lo que tenga que ver con las relaciones interpersonales. La confianza, la seguridad con nuestra pareja, a todo esto le damos una gran importancia. En muchas ocasiones, esto sucede así porque nuestra autoestima es muy baja. Por lo tanto, nos encontramos en una incansable búsqueda de la aprobación de los demás.
Si estoy con alguien es para que me haga feliz, si se hace llamar mi amigo es porque hay una estrecha confianza entre nosotros. A veces, nos equivocamos. Esperamos demasiado y terminamos decepcionándonos. Quizás porque le damos demasiadas vueltas a todo. Retenemos esos pensamientos que tendrían que fluir con naturalidad. Lo hacemos inconscientemente, pero es una actitud que no tiene sentido. Nos estamos haciendo daño gratuitamente.
La meditación nos puede ayudar
Seguro que piensas que la meditación no es para ti, que te vas a aburrir, que no lograrás concentrarte. Nadie ha nacido siendo maestro y es normal que al principio te cueste y quieras abandonar. Sin embargo, los beneficios que te acarreará a largo plazo hará que cambies de idea.
Piensa que tu problema es que ahondas demasiado en tus propios pensamientos. Para, después, darte cuenta de que no era para tanto, que fuiste tú el que los interpretaste a tu manera e hiciste una montaña de un grano de arena. Por todo esto, ¿a qué sería genial observar tus ideas como si de una película se tratase?
Cultivar inseguridades entonces sería algo que se quedaría en el pasado. Empezarías a no reaccionar a todo lo que pasa por tu mente. Simplemente, te convertirías en un mero observador que no le daría vueltas a lo que ve, no supondría en vano y no retendría la información sin dejarla fluir.
La meditación puede ayudarte a esto, de hecho son muchas las personas que ya se benefician de esta práctica. Para hacerlo y no dejar que tus suposiciones más negativas te lleven a engaño, aprenderás a centrarte en un punto. Por ejemplo, puedes poner toda tu atención en la respiración. De esta manera, empiezas a dejar que los pensamientos fluyan. Estos entrarán en tu mente, pero no se quedarán, sino que continuarán su camino.
Los pensamientos son solo eso, pensamientos. Tú le das el poder para que se conviertan en la verdad de las cosas cuando esto no es así.
En este sencillo ejercicio no se trata de no pensar en nada, sino de evitar el apego a todas esas ideas que asoman por nuestra mente. Tendemos a hacerlo, construyendo historias que no son reales y que afectarán a las personas que están a nuestro alrededor. La duda, el miedo y la inseguridad tan solo provocarán malas reacciones.
Deja de cultivar inseguridades que te traerán situaciones desagradables. Es el momento de observar esas imágenes que aparecen por nuestra mente, sin darles demasiada importancia, ni profundizar tanto en su significado. Tus pensamientos tienen que fluir. Permíteles que lo hagan.
Imágenes cortesía de Henn Kim, Jacques Lacan