¿Qué es la Inteligencia Emocional?

Daniel Goleman es el autor de una de las teorías más importantes sobre la inteligencia, pero en este caso, la emocional.
¿Qué es la Inteligencia Emocional?
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 18 agosto, 2023

De poco nos sirve un cerebro brillante y un elevado cociente intelectual si no entendemos de empatía, si no sabemos leer emociones propias y ajenas. Ser extranjeros del propio corazón y de esa conciencia social, es dejar a un lado valiosas capacidades. Porque la inteligencia emocional es, lo queramos o no, un pilar esencial para ser felices.

A nadie le sorprendería si decimos que a día de hoy, el debate sobre lo que es y no es la inteligencia parece no haberse cerrado del todo. La evidencia empírica constata, por ejemplo, la existencia del factor «G» de Spearman, entendido como un fundamento básico y esencial que define todo comportamiento inteligente. También tenemos la teoría triárquica de Robert J. Sternberg, y cómo no, el popular enfoque de las inteligencias múltiples de Howard Gardner.

¿Dónde queda entonces la llamada inteligencia emocional de Daniel Goleman? Bien, en realidad es interesante saber que esa idea, ese concepto y esa esencia siempre ha estado presente a lo largo de la historia de la psicología. El profesor Goleman no la formuló, solo la popularizó en 1995 gracias a su libro Inteligencia emocional, del cual lleva vendidas ya más de 5 millones de copias. Vamos a profundizar en esta teoría.

Historia del término «inteligencia emocional»

Edward L. Thorndike definió ya en 1920 lo que él llamó la «inteligencia social», esa habilidad básica para comprender y motivar a otras personas. David Wechsler, por su parte, y llegados los años 40, dejó claro que ningún test de inteligencia podía ser válido si no se tenían en cuenta aspectos emocionales.

Más tarde, el propio Howard Gardner ya pondría los primeros cimientos con la séptima de sus inteligencias, la llamada inteligencia interpersonal, muy parecida sin duda a la emocional. No obstante, fue en 1990 cuando Peter Salovey y John Mayer acuñaron el término «inteligencia emocional».

En un artículo publicado en Imagination, cognition and personality, estos autores la definieron como «la habilidad para monitorear las propias y las emociones de los demás, para discriminar entre ellas y para usar la información para guiar los pensamientos y acciones».

No obstante, más tarde, Daniel Goleman, un psicólogo y periodista estadounidense, la popularizó. Goleman desencadenó un movimiento que aún continúa, permitiéndonos a todos descubrir el profundo impacto que tienen las emociones en nuestra identidad, acciones y relaciones.

¿Qué es la inteligencia emocional (IE)?

Esta dimensión responde a otro modo de entender la inteligencia más allá de los aspectos cognitivos, tales como la memoria y la capacidad para resolver problemas. Hablamos ante todo de nuestra capacidad para dirigirnos con efectividad a los demás y a nosotros mismos, de conectar con nuestras emociones, de gestionarlas, de automotivarnos, etcétera. Dicho de otro modo, la inteligencia emocional alude a la capacidad para reconocer nuestros propios sentimientos y emociones, comprender cómo nos afectan y aprender a manejarlos de manera efectiva. 

La inteligencia emocional empieza con la consciencia de uno mismo y se extiende a la conciencia social. Es decir, cuando somos capaces de reconocer e identificar las emociones, tanto las propias como las de las personas que nos rodean.

Asimismo, supone entender que gran parte de nuestros comportamientos y decisiones se basan en emociones. El ser humano es una criatura emocional que un buen día, y como legado de nuestros antepasados, aprendió a pensar y a razonar. Éste puede parecer un aspecto algo polémico, pero no está exento de verdad. Entenderlo, asumirlo nos permitirá tener un mayor control sobre nuestro comportamiento.

Las dimensiones que conforman la inteligencia emocional según Daniel Goleman

Daniel Goleman en varios de sus libros, como La inteligencia emocional y Working with Emotional Intelligence, define que dentro de su enfoque sobre la inteligencia emocional hay 5 dimensiones básicas que la vertebran. Son las siguientes:

1. Autoconsciencia emocional

Hace referencia a nuestra capacidad para entender lo que sentimos y de estar siempre conectados a nuestros valores y esencia. Algo así supone tener una especie de brújula personal bien calibrada que nos permitirá guiarnos en todo momento por el camino más acertado. Siempre que tengamos en cuenta esas realidades internas, es decir, nuestro estado emocional, estaremos preparados para actuar en consecuencia.

2. Autocontrol

Este componente es esencial para tener un equilibro emocional y tomar decisiones efectivas. Implica identificar, comprender y direccionar las emociones de manera asertiva y constructiva. Gracias al autocontrol podemos regular nuestras reacciones emocionales ante sucesos que nos afectan de manera negativa o positiva.

3. Automotivación

Nos permite orientarnos hacia nuestras metas. De recuperarnos de los contratiempos y focalizar todos nuestros recursos personales en una meta, en un objetivo. Si aunamos optimismo, constancia, creatividad y confianza, sobrellevaremos cualquier dificultad para seguir conquistando triunfos y logros.

4. Empatía

En nuestra forma de relacionarnos hay un aspecto que va más allá de las palabras. Hablamos de la realidad emocional de cada uno. Esa que se expresa con gestos, con un tono de voz particular, con determinadas posturas, miradas, expresiones… Descifrar todo ese lenguaje, ponernos en el lugar del otro y descubrir aquello por lo que está pasando es la empatía.

Esa capacidad nos permite no solo obtener información sobre aquellos que tenemos en frente, sino que ayuda a establecer vínculos más fuertes, lazos sociales y afectivos más profundos.  

Además, reconocer las emociones y los sentimientos de los demás es el primer paso para comprender e identificarnos con las personas que los expresan. Las personas empáticas son las que, en general, tienen mayores habilidades y competencias relacionadas con la IE.

5. Habilidades sociales

Y tú, ¿cómo te relacionas con los demás? ¿Te comunicas con efectividad y de modo asertivo? ¿Sabes manejar los conflictos o las diferencias? Todas esas dinámicas potencian o limitan tu capacidad para disfrutar o no de tus relaciones. De construir entornos laborales sanos, cómodos y productivos. De dar forma a relaciones de pareja, familiares o de amistad más satisfactorias.

Como curiosidad, Daniel Goleman nos recuerda en sus libros la necesidad de ser competentes en estas cuatro áreas. No vale dominar una o tres. La persona con inteligencia emocional es eficaz en todas ellas. En caso de no serlo, podríamos tener, por ejemplo, al clásico directivo entrenado en inteligencia emocional que solo ha llegado a a asumir la autoconsciencia, pero no su capacidad de empatizar con los demás, de entender esos mundos ajenos a sus propias necesidades y valores.



La inteligencia emocional se aprende

Tanto en su libro Inteligencia emocional como en Inteligencia social nos explica que parte de esta habilidad se halla en nuestra propia epigenética. Es decir, se puede activar y desactivar, dependiendo del entorno emocional y social en el que crezcamos.

«En el mejor de los casos, el CI parece aportar tan sólo un 20 % de los factores determinantes del éxito»

-Daniel Goleman-

Sin embargo, y aquí reside la auténtica magia, la inteligencia emocional responde a esa plasticidad cerebral donde cualquier estímulo, práctica continuada y aprendizaje sistemático crea cambios, construye conexiones y nuevas áreas donde ser mucho más competentes en cada una de las 4 antes señaladas.

Daniel Goleman señala también la necesidad de educar a los niños a través de este enfoque. Ya sea en el hogar o en la escuela, todos deberíamos ser capaces de crear un contexto válido y significativo en inteligencia emocional.

Por otro lado, en lo que al mundo adulto se refiere, sabemos que no faltan en nuestro día a día cursos de todo tipo, que cada día se dan seminarios, conferencias y que todos tenemos, además, múltiples libros y revistas a nuestro alcance para formarnos.

Lograrlo, es cuestión de voluntad, de constancia y de aplicar esa conciencia real donde hacer presentes y constantes esas claves que el profesor Goleman nos señala en sus trabajos:

  • Debemos detectar la emoción que hay detrás de cada uno de nuestros actos.
  • Es necesario que ampliemos nuestro lenguaje emocional: a veces no basta con decir «estoy triste», hay que ser más concretos. «Estoy triste porque me siento decepcionado, algo enfadado y confuso a la vez».
  • Controla lo que piensas para controlar cómo te comportas.
  • Busca un porqué al comportamiento de los demás y acepta las perspectivas y los mundos emocionales ajenos.
  • Expresa tus emociones de forma asertiva.
  • Mejora tus habilidades sociales.

8 ideas para potenciar tu inteligencia emocional

A continuación, te ofrecemos algunas ideas que puedes llevar a cabo en tu día a día para desarrollar en la práctica tu inteligencia emocional. ¡Atrévete y ponlas en marcha! Te sorprenderás de sus beneficios.

1. Ten predisposición a mejorar emocionalmente

No cambias mientras no pones de tu parte. Nadie nos puede ayudar a dejar de fumar, a adelgazar etc., si no tienes predisposición. En la inteligencia emocional ocurre lo mismo. Y es que hay un refrán que reza «Más hace el que quiere que el que puede».

2. Aprende a encajar los pequeños reveses del día a día

Busca el lado positivo de todo lo que te ocurre. ¿Has perdido el amor, el trabajo, un amigo? No te preocupes en exceso, piensa que son momentos malos pero que todo pasa y que la vida vuelve a sorprenderte con nuevas oportunidades.

3. No te castigues con pensamientos negativos

Entrar en la espiral de los pensamientos negativos no nos sirve para nada. ¿Qué solucionas con los pensamientos negativos? Intenta aprender a decirte «basta». Pon música, baila, haz ejercicio, habla con otros, distrae a tu mente.

4. Cuando te sientas mal, acude a quien sabes que te aporta paz y refugio

Seguro que tienes cerca a alguien que cuando te sientes mal tiene la habilidad de hacerte ver la vida de una forma positiva. Búscala, recibe sus palabras y termina agradeciéndole su amistad.

5. Ten una mente abierta con los demás

En definitiva, sé empático. No censures tanto a los demás, trata de comprenderlos. Pretender que los demás sean como tú quieres que sean es una guerra sin sentido. Saca el lado positivo de las personas. Todos tenemos defectos y virtudes. No te olvides de ser tolerante y no juzgar a las personas, cada uno lleva su mochila y fija su óptica.

6. Escucha a tu cuerpo

Esto te ayudará a identificar tus sentimientos. ¿Se te ha hecho un nudo en el estómago cuando te han dado una mala noticia? ¿Sientes mareo ante esa situación nueva? Descubre cómo tu cuerpo es el primero que identifica las emociones y te ayuda a comprenderlas, incluso a transformarlas. Aprende a respirar y a serenarte.

7. No te tomes las cosas «tan a pecho»

Si te detienes a pensar un poco, verás que estás de paso por este mundo. Entonces, ¿por qué no poner de tu parte e intentar tomar las cosas con más serenidad? Que el jefe está hoy insoportable es cosa suya, no dejes que te influya; no aguantas al nuevo que se ha incorporado a tu grupo de amigos, no dejes que te haga perder la amistad con el resto.

8. Resuelve los conflictos con los demás de manera positiva

Dicen que hablando se entiende la gente. Cuando tengas un problema con alguien intenta resolverlo de la mejor manera posible, dialogando y exponiendo tus puntos de vista. Si sientes que es una persona negativa y que con ella «no se puede», aléjate cantando bajito.

Los beneficios de potenciar la inteligencia emocional

Investigadores de diversos campos han estudiado la inteligencia emocional y han descubierto que el constructo está asociado con una variedad de factores intrapersonales e interpersonales, como la salud mental, la satisfacción en las relaciones y el desempeño laboral.

Una revisión sistemática sobre inteligencia emocional ha encontrado que es posible aumentar esta habilidad y que dicho entrenamiento tiene el potencial de conducir a otros resultados positivos. Tales como:

1. Aumenta el desempeño laboral

Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas son más propensas a la efectividad, ya que pueden regular aquellos hábitos que potencian su propia productividad. En cambio, aquellos que no pueden dominar su vida emocional mantienen conflictos internos que sabotean su capacidad para trabajar con atención y precisión.

2. Mejora la calidad de vida

La inteligencia emocional afecta de manera positiva la calidad de vida de quienes la practican. Esto es así debido a que mejora la salud mental y hace que las relaciones interpersonales sean más satisfactorias. En la actualidad, se sabe que para gozar de una buena vida es imprescindible contar, entre otras cosas, con una mente sana y con vínculos afectivos estables.

3. Optimiza el rendimiento académico

La inteligencia emocional puede optimizar la educación al mejorar la capacidad de los estudiantes para entender y controlar sus propias emociones, lo que puede tener un impacto positivo en su rendimiento académico.

Según la revisión sistemática citada en lineas anteriores, varios programas escolares han señalado que esta inteligencia tiene efectos positivos en el rendimiento académico. No obstante, estos resultados deben tomarse con cautela.

4. Enriquece la vida social

La inteligencia emocional también incluye la habilidad para relacionarnos con las emociones de los demás, así como también poder expresar nuestros sentimientos de forma asertiva. Estos dos factores nos ayudan a establecer vínculos más sanos y duraderos.

Una adecuada inteligencia emocional ayuda a prevenir distintos trastornos psicológicos y mejora la salud general . De hecho, se correlaciona con una menor angustia psicológica, ansiedad y depresión. 

En esta línea, se asocia con la salud psicosomática, por lo que es un factor de protección para el desarrollo de los trastornos de este tipo. Dichas patologías son aquellas dolencias físicas cuyo origen y desarrollo se ven influenciados por factores psicológicos.

Además, las investigaciones analizadas en una metaanálisis publicado en The Journal of Positive Psychology indican que se correlaciona de manera positiva con el bienestar; es decir, las personas con mayor inteligencia emocional tienden a tener un mayor bienestar subjetivo.

Conclusión

Más allá de esa cifra que nos ofrecen los clásicos test estandarizados sobre inteligencia, existe otra esfera, otra dimensión y otra inteligencia con la cual, podemos alcanzar el éxito. Hablamos de ese éxito personal donde ser capaces de ajustar comportamientos y emociones, donde conectar mejor con los demás, donde vivir en equilibrio y armonía sintiéndonos competentes, libres, felices y realizados personalmente. Lograrlo es una aventura que conquistar a diario.


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