Depresión y relaciones sexuales
La depresión, esa enfermedad invisible cubierta de prejuicios que se sostienen gracias al desconocimiento, afecta a todas las esferas de la vida de una persona: la laboral o académica, familiar, social…, y cómo no, también afecta a la esfera más íntima, la de la sexualidad y, concretamente, a las relaciones sexuales.
A pesar de lo que mucha gente pueda creer, la depresión no es sinónimo de estar extremadamente triste. Más allá de los signos o síntomas descritos con precisión por los manuales de psicopatología, la depresión se vive como si algo nos impidiera realizar nuestras tareas y actividades cotidianas.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud, en esta misma línea, diseñó un vídeo en el que ilustraban esta idea. Dicho vídeo, llamado Yo tenía un perro, se llamaba depresión, representaba a un hombre que quería realizar sus quehaceres pero un perro se lo impedía constantemente, no dejando que éste se levantara de la cama, tirando de él, etc.
Depresión y relaciones sexuales: ¿cómo se relacionan?
La depresión condiciona las relaciones sexuales de muy diferentes formas, aunque incide especialmente en aquellas dinámicas que se dan en el seno de una pareja por existir una vinculación emocional, una comunicación más íntima, un compromiso presente y futuro y, al fin y al cabo, una vida común. En la pareja, cuando uno de los miembros está inmerso en un proceso depresivo, se producen una serie cambios:
- Deseo sexual o erótico bajo o nulo. Es el principal afectado, en tanto que es el motor que nos mueve a tener una relación sexual. El placer se ve muy reducido si previamente no hay un deseo, más o menos específico, más o menos concreto, pero un deseo, que predisponga a tener una relación íntima. La pérdida de motivación en todas las áreas vitales se refleja especialmente en la pérdida o disminución del deseo sexual o erótico que afecta directamente a las relaciones sexuales.
- Incapacidad para crear fantasías eróticas. Se trata de la consecuencia de la pérdida del deseo, en tanto que las fantasías están asociadas al mismo. Si tener una relación sexual fuera como comer una tarta de queso, el deseo sexual se correspondería con los ingredientes y las fantasías sexuales serían las diferentes formas de combinar dichos ingredientes para llegar a crear algo que se va a disfrutar.
- Déficits en la asertividad. La asertividad es la forma correcta de comunicar nuestros deseos, sin ceder ante cualquier presión y sin expresar lo que queremos (o no queremos) de una forma agresiva. A menudo, las personas con depresión generan un gran sentimiento de culpa por no cumplir con las expectativas de los demás y, a su vez, esto genera una respuesta de comunicación pasiva, como mecanismo compensatorio.
La relación entre depresión y relaciones sexuales puede darse de diversas formas.
En un contexto íntimo, las personas tenemos la capacidad para decidir cuándo tener relaciones sexuales y cuándo no tenerlas. De hecho, es frecuente que en una pareja suceda que una persona tenga ganas de tener relaciones y la otra no. Pero cuando una persona tiene depresión, suele tener más dificultades para expresar su falta de deseo sexual y recurre a este mecanismo compensatorio, que consiste en ceder ante el deseo de tener relaciones del otro miembro de la pareja.
- Alteración de las relaciones con uno mismo o una misma. Aunque hablemos en términos de pareja, la autoestimulación merece una especial consideración, ya que constituye una parte de nosotros muy importante, una fuente de autoconocimiento, exploración y placer al que podemos acceder en nuestra intimidad. Este tipo de relaciones también se ven afectadas cuando padecemos una depresión. De hecho, no es nada raro que la frecuencia de la masturbación disminuya considerablemente.
La relación entre depresión y relaciones sexuales es un hecho, ya que el bajo estado de ánimo afecta al deseo sexual y a la capacidad de crear fantasías.
Mi pareja tiene depresión, ¿cómo actuar?
Es importante recordar que las personas deprimidas no desean estarlo, y desearían tener un nivel de actividad, un estado de ánimo diferentes y disfrutar de las relaciones sexuales. Aunque cada proceso depresivo presenta una serie de variables que lo dotan de idiosincrasia, cabría destacar una serie de ideas en el caso de que nuestra pareja estuviese pasando por una depresión:
- Sin juicios. Lo último que necesita una persona con depresión por parte de su pareja es que ésta cuestione su comportamiento, sus decisiones o sus ritmos. Dudar o prejuzgar solo va a ocasionar más dolor en la persona deprimida, además de frustración y, la ya mencionada y muy presente culpa. Emitir este tipo de juicios cuando nuestra pareja expresa su falta de deseo ante una relación sexual puede ocasionar un malestar especialmente significativo.
- Sin presiones. Lo ideal es acompañar a tu pareja, pero respetando sus ritmos y espacios. A veces tu pareja necesitará compañía, a veces necesitará estar sola, otras veces no tendrá ganas de hablar, otras simplemente querrá llorar acompañada… Este respeto ha de mostrarse en el ámbito más íntimo, y no confundir su estado de ánimo con una falta de deseo hacia la pareja, es decir, asumir que el no querer tener relaciones responde a un proceso depresivo, no a una cuestión personal.
- Mostrar disponibilidad. No presionar a nuestra pareja no significa desentenderse de la misma. Es importante hacer entender a nuestra pareja que estemos dándole el espacio que necesita y respetando profundamente sus ritmos mientras la acompañamos. Este acompañamiento se puede expresar explícitamente a través de frases como “si necesitas hablar, tan solo dímelo“.
- Pedir ayuda. Cada vez son más las personas con depresión que recurren a la ayuda de un psicólogo o de una psicóloga, y sabemos que esa decisión no suele ser fácil, ni inmediata. Por ello, es importante mostrar apoyo a nuestra pareja a la hora de tomar dicha decisión, e incluso mostrar disponibilidad para acudir con ella, en el caso de que sea necesario.
La depresión afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo según la Organización Mundial de la Salud. Además, sabemos que lo que muchos valoran como un gasto se convierte más bien en una inversión si decidimos ponernos en manos de un psicólogo.
Incluso con ayuda profesional, superarla no es un proceso fácil. Sin embargo, si contamos con una pareja que comprende la situación y la respeta, especialmente en el ámbito más íntimo, su apoyo será muy valioso, además de una variable que ayude a que esa depresión se quede atrás mucho antes.