“Yo tenía un perro negro llamado depresión”, el corto que nos ayuda a comprenderla

“Yo tenía un perro negro llamado depresión”, el corto que nos ayuda a comprenderla
Raquel Aldana

Escrito y verificado por la psicóloga Raquel Aldana.

Última actualización: 06 octubre, 2022

“Yo tenía un perro negro llamado depresión” es un cortometraje educativo realizado por Organización Mundial de la Salud que tiene como objetivo ayudarnos a comprender lo que verdaderamente supone la depresión para las personas que la padece.

Tenemos que destacar en este punto que la depresión no es una elección y, por lo tanto, deberíamos trabajar por evitar las etiquetas y el estigma que la acompaña. Precisamente con este fin se editó el vídeo con el que ilustramos este artículo.

La depresión y la ansiedad no son sinónimos de debilidad. Tampoco son consecuencia de una elección personal, no podemos decidir si queremos o no queremos que nos acompañen

Perro negro pisando a un hombre

Un corto que ya ha dado la vuelta al mundo

“Yo tenía un perro negro llamado depresión”  es un corto que ha dado la vuelta al mundo desde que hace unos años se populizara en la red. Desde entonces psicólogos y otras personas al servicio de la salud mental utilizamos este vídeo como manera de ilustrar y representar la depresión.

No obstante antes de ver el vídeo debemos destacar que la metáfora de usar la imagen del perro negro como la depresión se remonta a la expresión que Winston Churchill utilizó para describir su melancolía. Este poderoso político británico que combatió al nazismo con fiereza manifestó que con frecuencia se veía atrapado en la depresión, una bestia que lo acompañó siempre y que lo poseyó durante los últimos años de su vida.

Un perro cuyos lúgubres aullidos atormentan la mente de quien los escucha, sometiendo su vida a la angustia, la pesadez y la apatía. Veamos el vídeo:

Cuando la claridad se vuelve dolor y sombra

La depresión no es una elección ni tampoco un signo de debilidad. No hay nadie que pueda decidir sobre esta sentencia. No funcionamos de esa manera ni tenemos un botón que active nuestra capacidad para sentirnos bien o mal.

Así, a todos puede pasarnos. Un día, de pronto, todo pierde sentido para nosotros. No hay nada que nos motive, que nos anime o que nos merezca levantarnos de la cama. El perro negro comienza a hacerse más y más grande, haciéndonos sentir profundamente tristes e irritables.

Su presencia nos agota y nos agobia, la angustia nos invade y nos vencen las circunstancias, alimentando a nuestro perro negro sin fuerzas ni ganas. A veces somos más conscientes de la presencia del animal pero también existe la posibilidad de que en cierto momento nos dé un respiro. Eso no significa que haya desaparecido.

La depresión no te deja levantar de la cama

 

La inestabilidad es su especialidad, lo cual contribuye al aislamiento social y emocional. Cuando te acompaña el perro negro puedes acabar por sentir que no mereces la compañía de aquellos que tienes al lado o que no eres capaz de darle a nadie lo que necesita.

Es habitual comenzar a ver al perro negro al tiempo de haber tenido que lidiar con una pérdida emocional, con un cambio vital importante o, simplemente, un día cualquiera como consecuencia de “la gota que colmó el vaso”

Habrá momentos en los que el perro negro esté más pesado y otros en los que esté más revoltoso, pero tener la certidumbre de que permanece a nuestro lado es asfixiante. Por eso es importante que acudamos a un profesional de la salud mental, psicólogo o psiquiatra, pues ellos pueden ayudarnos a darle coherencia emocional a la existencia y el acecho de este perro negro.

Existen tantos perros negros como personas, por lo que ninguno de nosotros está libre de peligro. Así, si no conocemos la depresión en primera persona, debemos tener cuidado de juzgar y hacer comentarios hirientes y críticos a las personas que lo padecen.

Persona-con-perro-negro

 

No nos olvidemos, todas estas sugerencias son tan FALSAS como PELIGROSAS:

“Estás así porque quieres”, “Anda, levántate y haz algo con tu vida”, “Eres un flojo o una floja”, “Tienes una edad para andar con infantilismos”, “No llores, no es para tanto”, “Eres un cobarde”, “Enfréntate a la vida de una vez y déjate de tonterías…”

Si alimentamos este estigma, estamos alimentando la idea de que hemos elegido sufrir. No incendiemos nuestra mente de un diálogo interno que desmerece y menosprecia nuestras emociones y problemas. El perro negro existe y da sombra a millones de personas en el mundo. Comprendámoslo y ofrezcamos ayuda, aunque sea a modo de información mediante este medio de comunicación.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.