Despierta la abundancia que hay en tu interior
Muchos de nosotros mantenemos un tipo de mentalidad enfocada hacia la carencia: nos obsesionamos en todo lo que nos falta en lugar de tomar conciencia de lo que ya tenemos. Agradecer, apreciar lo que somos y lo que nos rodea, es sin duda el mejor acercamiento hacia la auténtica abundancia.
No es un mal moderno. Esa indefinible sensación de que nos falta algo y de que rondamos el filo de un abismo donde siempre se abre algún tipo de deficiencia, es la eterna crisis existencial del ser humano. Ahora bien, es imprescindible controlar y racionalizar este tipo de pensamientos. De lo contrario, esa carencia crecerá como la mala hierba, como la hiedra que acaba cubriendo las ventanas de una casa.
“La abundancia es mi estado natural, y yo lo acepto”
Sabemos también que no es precisamente fácil gestionar esta sensación. No lo es porque la actual y patente desigualdad social hace más palpable que nunca la palabra “carencia”. La falta de un trabajo, de unos ingresos o la perspectiva de un futuro incierto hace que el concepto de abundancia nos sea irónico. Sin embargo, entender este término y aplicarlo a nuestra realidad desde un punto de vista motivacional, nos puede ayudar a encarar de un modo más sabio nuestro día a día.
Estamos seguros de que este tema te será de gran utilidad.
La abundancia natural y la abundancia artificial
Existe un libro muy interesante titulado “Sapiens, una breve historia de la humanidad”, del historiador Yuval Harari. En él, hace un análisis un poco provocativo sobre la historia de la evolución y del éxito del homo sapiens, donde, de algún modo, el lector acaba intuyendo que la crueldad de nuestra especie parece haberse impuesto sobre la ética en muchos casos.
Uno de los aspectos que señala el doctor Harari es que nos hemos habituado a vivir en algo que podríamos definir como “abundancia artificial”. A modo de ejemplo, hemos sobreexplotado el mundo natural hasta obligarlo a ofrecernos mucho más de lo que el propio equilibrio de la Tierra y de los ecosistemas puede permitirnos. Asimismo, nuestra modernidad está orientada hacia ese materialismo donde “la acumulación” o la obtención de “cosas” define el estatus de la persona. La carencia de ellas, sin embargo, genera malestar e infelicidad.
Hemos distorsionado el concepto auténtico y original del término abundancia. En el medio natural, abundancia es, por encima de todo, equilibrio y respeto. Es apreciar lo que ya está presente, lo que nos envuelve sin necesidad de romper esa armonía para que nos ofrezca más de lo que está dentro de sus propias posibilidades.
Algo que sin duda el homo sapiens moderno no puede entender, porque tal y como dijo Benjamin Franklin una vez, hemos llegado a un punto donde pensamos que el tiempo es dinero; cuando en realidad, el tiempo no es más que un regalo que se nos olvida aprovechar como merece.
Cómo vivir en la abundancia
Llegados a este punto tenemos claro que abundancia no es sinónimo de dinero, de acumulación de bienes o incluso de poder. Abundancia es vivir en plenitud sabiéndonos enteros, sin faltas, sin vacíos o con un corazón raído por donde pasa el viento, dándonos la eterna sensación de estar huecos por dentro.
“La primera semilla para la abundancia es el agradecimiento”
Por irónico que parezca, en tiempos de dificultad y de carencia es más necesario que nunca sentir esta abundancia interior. Solo así dispondremos de una auténtica fortaleza psicológica para afrontar la adversidad, para intuir las oportunidades y ser así más receptivos hacia todo lo que nos envuelve.
Te proponemos por tanto reflexionar en las siguientes dimensiones.
Claves para construir una auténtica abundancia interior
Muchos de nosotros estamos muy acostumbrados a lo que se conoce como “motivación por deficiencia”: mi teléfono móvil aún está en buen estado, pero ahora ha salido la última generación de esta marca que todo el mundo tiene y está claro que no puedo estar sin él.
Son muchas las cosas que nos faltan. Puede que no tengas una casa con grandes comodidades. Es posible que tu cuerpo no sea el ideal y que tu pareja tenga sus defectos. Hasta cabe la posibilidad de que aún no hayas podido ir de vacaciones a ese destino paradisíaco, mientras que tus amigos, fueron el verano pasado. Vivir en la economía de la carencia es como un virus, como una enfermedad imparable que poco a poco, se extiende como la mancha de una humedad en una pared. Siempre está ahí, con su apariencia desagradable.
- Alejémonos del lugar que nos da este enfoque mental. Focalizar nuestra existencia en exclusiva hacia la esfera de lo material es una fuente inagotable de malestar. Nunca nos veremos satisfechos.
- Cambia el enfoque de tu mirada mental. Oriéntala hacia lo que ya tienes para percibir dónde se concentran tus fortalezas reales, tus auténticas bellezas y tu abundancia.
Desarrollemos un estado de conciencia capaz de abrazarse a lo positivo, a lo presente y a lo concreto. No a lo que no está, a lo que no existe o a lo que falta. Solo cuando seamos capaces de agradecer lo que somos, lo que nos define y lo que nos envuelve en plena confianza, podremos abrir las puertas a la prosperidad.
Imágenes cortesía de Sonia Kosh