Diferencias entre miedo y fobia
Miedo y fobia, a pesar de compartir ciertos aspectos, no son los mismo. El miedo es una emoción que existe en el repertorio de todos los seres vivos. Es una de las emociones primarias presentes que garantiza la supervivencia en situaciones donde se observa una amenaza.
El desarrollo de las fobias tiene más que ver con los seres humanos, al poder relacionar arbitrariamente determinados eventos gracias al poder del lenguaje y la experiencia. A diferencia de los miedos, las fobias pueden desarrollarse ante cualquier evento que haya producido una sensación desagradable -por norma, miedo, ansiedad o asco-.
El miedo como emoción primaria
La emoción primaria del miedo lleva asociado un repertorio conductual típico. Desde la lucha contra el objeto temido hasta la huida como forma de librarse de la situación peligrosa son respuestas que han en muchas ocasiones han garantizado nuestras supervivencia.
Esta clase de respuestas se dan en todas las especies y tienen una larga trayectoria evolutiva. Echando la vista atrás, en la etapa del Neolítico, los seres humanos compartían hábitat con los depredadores. Desarrollar conductas dentro del sistema de lucha/huida ante el miedo por su propia seguridad aumentaba la probabilidad de supervivencia.
En este sentido, hay miedos que solemos desarrollar muy rápido, como a las serpientes o a las arañas -al ser su mordedura tóxica y tener consecuencias para la salud-. Otra clase de miedos innatos pueden ser los siguientes:
- Miedo a las tormentas.
- Miedo a los ruidos fuertes.
- Miedo al olor de ciertos depredadores (esto se dan más en el reino animal).
- Etc.
¿Qué hay de las fobias?
Las fobias se pueden desarrollar a través de condicionamiento clásico y operante, aunque también pueden jugar un papel importarte la transmisión directa o indirecta o la predisposición biológica, sobre determinados objetos que no necesariamente comprometen la seguridad de las personas. En estos casos, las fobias constituyen un miedo intenso e irracional hacia objetos con los que se haya contactado previamente, sea por experiencia directa o indirecta.
Las fobias pueden tener un impacto importante sobre la vida diaria de la persona, pudiendo constituirse en un condicionante importante para la toma de decisiones. Por otro lado, la conducta de evitación suele ser la más habitual frente a las fobias -la persona intenta evitar el contacto con el estímulo temido, aunque para ello tenga que pagar un precio alto-.
Las diferencias entre miedo y fobia
A pesar de que comparten ciertas características, como es el desarrollo de ciertos procedimientos conductuales enfocados en la evitación o el escape, los miedos y las fobias pueden diferenciarse por los siguientes puntos clave:
Reacciones psicofisiológicas
Ante estímulos que elicitan miedo, la tasa cardíaca aumenta. Además, pueden observarse temblor y sudoración, quizá incluso cierta paralización si el miedo es muy intenso. Estos síntomas psicofisiológicos suelen darse en presencia del estímulo temido.
Por otro lado, en la fobia hay un fuerte componente de ansiedad que no suele dispararse a su máximo porque en cuanto comienza a crecer la persona pone en marcha la conducta de evitación. En cualquier caso, la activación del organismo es muy similar, ya que en la fobia puede estar presente el miedo. Además, en una fobia imaginar o recordar alguna experiencia donde se entró en contacto con el estímulo fóbico puede ser suficiente para que la respuesta ansiosa se desencadene.
Intentos de escapar o huir
Como se ha comentado anteriormente, el miedo promueve respuestas enfocadas en evitar el estímulo y huir de la situación temida. La respuesta en este tipo de casos se podría considerar como normal al garantizar la supervivencia del organismo.
Ante la fobia, la respuesta de escape o de evitación suele ser anticipatoria y desproporcionada. Llorar, gritar, correr o incluso pedir ayuda a otras personas para retirar el estímulo fóbico son respuestas comunes.
Grado de control en la vida diaria de la persona
En función de la presencia del estímulo fóbico en la vida de la persona, esta puede condicionar su vida para evitar el contacto con su fobia. A diferencia del miedo, este no suele provocar graves interferencias en su vida si vive en un entorno seguro y libre de amenaza.
Desarrollar estrategias enfocadas en prevenir la aparición de los estímulos fóbicos en la vida diaria puede tener consecuencias. La persona ve limitadas sus opciones, descartando todas aquellas que tengan que ver con el estímulo fóbico o con una posible generalización del mismo. Por ejemplo, pensemos en la persona que tiene fobia a los gatos y evita visitar a familiares y amigos si tienen esta mascota en casa.
En suma, el miedo es una emoción básica, intensa y breve, ante una amenaza percibida. En cambio, la fobia se caracteriza por formar parte de los trastornos de ansiedad específicos, donde no hay presencia de peligro real. Así, la respuesta más habitual frente a los estímulos fóbicos es la evitación, que precisamente refuerza la propia fobia.
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