Disonancia cognitiva en dependencia emocional
La disonancia cognitiva es un concepto clásico en psicología, acuñado por el psicólogo Leon Festinger en 1957. Se refiere al hecho de que las personas solemos esforzarnos por mantener una coherencia interna entre nuestras creencias, valores y conductas.
Cuando este equilibrio se ve amenazado, la persona se siente muy incómoda, apareciendo un interés por restablecerlo. La disonancia cognitiva es un efecto psicológico muy común y todos, en mayor o menor medida, lo hemos experimentado alguna vez. Hoy nos centraremos en el efecto de la disonancia cognitiva en dependencia emocional (estado).
Muchas veces no somos conscientes de esa disonancia; al detectarla en este plano, es usual que pongamos en marcha distintas estrategias, también de forma inconsciente, para afrontarla: bien trivializamos nuestra conducta (“no tiene importancia”, “de algo hay que morir“) o autoengañándonos (“estoy segura de que cambiará“).
En otras ocasiones, también podemos cambiar nuestra propia opinión, intentar influir para que los demás cambien la suya e incluso generar estrategias para que otras personas dejen de ser comparables (“si, es verdad, murió de cáncer por fumar, pero tenía antecedentes familiares y yo no”).
La disonancia cognitiva en dependencia emocional es un tema bastante habitual. Cuando alguien se encuentra inmerso en una relación tóxica, en el fondo de su ser sabe que lo deseable sería conseguir salir de ahí. Pero por otro lado, algo le impide hacerlo. El miedo a la soledad y a experimentar un duelo se da de bruces con el malestar que se siente diariamente al estar en una relación destructiva.
Cuando el “debo” choca con el “necesito”
La disonancia cognitiva en dependencia emocional surge en el momento en que la persona siente que cada día es una condena al lado de otra persona. Bien sea porque la pareja la humilla, la anula, es agresiva o discutidora, le es infiel, etc. El resultado es que progresivamente la autoestima de la persona dependiente se ve cada vez más afectada.
En el momento en el que el dependiente emocional tiene un instante de lucidez, abre los ojos y es capaz de contemplar esta realidad, toma conciencia del dolor que está sufriendo. En ese trance, sus ideas giran en el sentido de “debo dejar esta relación porque me hace daño”.
Desgraciadamente, la dependencia emocional alberga en sus entrañas algo aun más poderoso: el miedo al rechazo o la soledad. El temor a quedarse a solas con uno mismo. Por lo tanto, ese instante de lucidez del que hablamos, se desvanece rápidamente.
En lugar de actuar conforme a ese “debo dejar esta relación” y generar una coherencia, la persona se refugia en el “necesito a esta persona para no quedarme solo” y por lo tanto, se mantiene la conducta de siempre.
El individuo dependiente persiste en una relación tóxica y genera una disonancia cognitiva muy incómoda: esto me hace daño, tendría que escapar, pero el anuncio de una posible soledad me aterra.
La disonancia cognitiva en dependencia emocional se hace aun más desagradable cuando el entorno, desde su propio punto de vista, ve claramente que la persona tendría que abandonar la relación. Por lo tanto, con la mejor de sus intenciones y con pretensiones de ayudar, envía mensajes y consignas de cómo se debería actuar: ¿Pero no ves que te está siendo infiel?, No deberías soportar que te gritara, déjalo antes de que sea demasiado tarde.
Esto, evidentemente, genera un conflicto interno mucho mayor y el individuo dependiente puede llegar incluso a repudiar a estas personas o a cortar esas relaciones para evitar que le provoquen más disonancia. La disonancia cognitiva en dependencia emocional aumenta cuantas más personas, sobre todo si son importantes para nosotros, estén en desacuerdo con nuestra forma de comportarnos.
Disonancia cognitiva en dependencia emocional: excusas y autoengaño
En el marco de las relaciones tóxicas, son comunes las excusas y el autoengaño para reducir el malestar que produce la disonancia cognitiva. De esta manera, las personas terminan pensando como real aquello que han generado en sus mentes para mantener la idea de coherencia.
La disonancia cognitiva en dependencia emocional nos da claves para que sepamos detectar ese autoengaño. La más sobresaliente es la pista emocional. Cuando uno está en una relación dañina y, sin embargo, su conducta es disonante con este hecho, se siente incómodo. A veces incluso puede llegar a padecer un episodio depresivo, con todo lo que eso conlleva: insomnio, falta de apetito, apatía…
Si sentimos una incomodidad fuerte, un malestar continuo o sensación de que no estamos asentados, quizás podríamos replantearnos nuestro diálogo interno y ver qué nos estamos diciendo para seguir en el mismo punto de siempre.
Otra de las claves para darnos cuenta de que nos estamos auto-engañando es pensar en la posible ruptura y experimentarla como si fuese un abismo profundo. En este sentido, seguramente tengamos un miedo intenso a la incertidumbre que puede derivar de un futuro con cambios. Esto puede traducirse en una necesidad extrema de estar al lado de la pareja, ya no tanto por amor, sino más bien por pensar que no puedo estar solo: no confío en mi capacidad, recursos, potencialidades…
Acudir a terapia es esencial para ir destapando todas estas triquiñuelas mentales con las que intentamos asegurarnos un futuro conocido, aunque no deseado. En este sentido, la terapia psicológica puede ayudarnos a reducir la disonancia utilizando estrategias que no nos dañen. La idea es dar pasos que nos conduzcan al afrontamiento de la realidad.
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- Morales, F.(1994). Psicología Social. Madrid: McGraw-Hill.