¿Dónde esta la línea que separa la preocupación de la obsesión?
Todos hemos tenido una preocupación que perturba nuestro pensamiento y que interrumpe nuestra vida normal. Las preocupaciones nos afectan en nuestras tareas en el trabajo e influyen en nuestra atención mientras mantenemos una conversación o vemos una película.
Los problemas que van apareciendo ocupan nuestro pensamiento y nos hacen buscar una solución efectiva que acabe con nuestra preocupación. Hay personas que se preocupan más de lo normal, o de cosas que no merecen tanta atención o angustia. ¿Cuándo una preocupación se escapa de lo “normal” y se convierte en patología?, ¿cómo podemos saber que se ha traspasado la línea de la preocupación y ha pasado a ser una obsesión?
Existen diferentes patologías catalogadas como trastornos de ansiedad, y están relacionadas con la forma, cantidad o intensidad de preocupación que se sufre o con el motivo de dicha preocupación. Hablamos de ansiedad generalizada, fobias, fobia social o trastorno de estrés postraumático.
Pero si hay una patología que se caracteriza por las obsesiones que inundan la mente del que la padece esa es el trastorno obsesivo compulsivo, que en el nuevo manual diagnóstico se ha separado de los trastornos de ansiedad.
Las obsesiones son la cárcel del pensamiento
Hay que tener clara la diferencia que existe entre un episodio de preocupación normal y un periodo “obsesivo” o una obsesión concreta. Los siguientes puntos pueden ayudarte a identificar una obsesión:
- ¿Es realista tu preocupación? El motivo de tu preocupación es muy poco probable y simplemente te estás anticipando a un hecho que es muy raro o casi imposible que ocurra.
- ¿Es tu preocupación desproporcionada? La cantidad de preocupación no se corresponde con la gravedad del problema o con el asunto al que no paras de darle vueltas.
- ¿Pasas gran parte del día pensando sobre un tema o un problema concreto? Te pasas el día entero preocupándote hasta el punto en el que interfiere en tu día a día.
- ¿Te genera malestar estar constantemente con esa idea? Las obsesiones son egodistónicas, esto es, generan un gran malestar y te gustaría eliminarlas de tu mente, aunque parece imposible.
- ¿Esos pensamientos te empujan a realizar algo que sabes es absurdo o que no va a solucionar el problema y aún así lo haces? Lavarte constantemente las manos, abrir y cerrar la puerta un número determinado de veces, no tocar con las manos ningún objeto…
- ¿Te da vergüenza reconocérselo a otros? Sabes que tienes un problema, que tu pensamiento y/o comportamiento no es “normal” pero prefieres mantenerlo en secreto porque nadie te entendería o pensaría que eres raro.
- ¿No puedes controlar su aparición ni su duración? Los pensamientos que te disturban aparecen de repente, sin avisar, y puedes hacer poco por controlarlos y hacer que desaparezcan.
Si contestas afirmativamente a alguna de estas preguntas tendrías que plantearte consultar con algún profesional para profundizar y valorar el problema. Las diferencias fundamentales son que las obsesiones aparecen involuntariamente, interfieren en nuestro pensamiento, generan malestar, ocupan gran parte del día y en algunos casos empujan a realizar acciones y rituales (compulsiones) dirigidas a reducir la ansiedad asociada.
Obsesiones comunes
Aunque son círculos de pensamiento muy heterogéneos y se pueden expresar de diferentes maneras, existen objetos de obsesión típicos. Estos serían algunos de las más comunes:
- Temor a contaminarse. Temer tocar objetos directamente con las manos por miedo a contaminarse, pensar que las manos están sucias aún cuando se las limpia constantemente. Temer estar cerca de alguien que está enfermo y pensar que va a contagiarlo.
- Sobre la salud y el aspecto físico. Obsesión por la apariencia física, buscarse defectos que ni siquiera existen, estar constantemente mirándose al espejo.
- Relacionadas con el sexo. Es muy común entre los que tienen este tipo de obsesión tener pensamientos sobre si se es homosexual. Normalmente, un hecho que no se corresponde con la realidad.
- De contenido agresivo. Temor a hacer algo violento, agredir a alguien o que algo horrible le pase a alguien cercano.
- Verificación somática o hipocondría, temor a enfermar, hacerse multitud de pruebas para saber si tiene alguna enfermedad… en este tipo de obsesiones es común pensar que se ha podido contraer VIH o cualquier enfermedad potencialmente peligrosa.
- Tener pensamientos considerados como “malos”, de perjuicio a una persona o pensamientos obscenos que no paran de aparecer y que le atormentan, haciendo que se sienta culpable de ellos.
Todas las obsesiones tienen algo en común y es que son pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes vividos como repugnantes o sin sentido.
Compulsiones para reducir la ansiedad
En muchos casos, a las obsesiones les siguen compulsiones, con el objetivo de reducir la ansiedad provocada. En ocasiones la compulsión no está aparentemente conectada con la obsesión que se padece o la intensidad con la que se realiza no concuerda con la realidad. Al igual que existen obsesiones típicas, también hay compulsiones típicas como lo son las siguientes:
- Lavarse una y otra vez, incluso hay ocasiones en las que pueden llegar a provocarse heridas.
- Comprobar de manera constante si se dejado el gas abierto, una puerta abierta una luz encendida…
- Tocar un número determinado de veces un objeto.
- Contar mentalmente o en voz alta hasta un determinado número para poder comenzar una acción, abrir una puerta…
- Ordenar, tener todo en su sitio, y aunque ya lo esté volver a colocarlo otra vez hasta que este perfecto a sus ojos, y si sufriera cualquier cambio o algo se mueve de su sitio tiene que volver a empezar, en ocasiones, incluso cuando está intacto.
- Acumular, se le hace intolerable la idea de tener que desprenderse de algo, aunque lleve años sin usarlo o sepa que nunca lo va a necesitar, la idea de tirarlo le angustia.
- Rezar una y otra vez por pensar que se ha pecado, por tener pensamientos que considera intolerables e imperdonables, es una forma de redimirse de sus malos pensamientos.
Aunque las compulsiones pueden reducir la ansiedad por un corto espacio de tiempo, el efecto no es duradero y enseguida tiene que seguir realizando los rituales, que aunque no proporcionan ningún tipo de gratificación o placer transmite una falsa y corta sensación de control sobre las obsesiones que irrumpen en el pensamiento.
¿Existe una salida a la obsesión?
Una especialista en este tema, Judith L. Rapaport, ha estudiado y experimentado con diferentes tratamientos en personas que sufren trastorno obsesivo compulsivo (TOC). En concreto sus estudios se centraron en la utilización de la clomipramina (Anafranil) como tratamiento a las obsesiones.
En un alto porcentaje de personas se reducían, aunque en otras el efecto era nulo. Hoy en día se utilizan lo antidepresivos ISRS, que tienen menos efectos secundarios y persiguen el mismo objetivo, aunque la elección del fármaco puede variar.
Como terapia psicológica, existe la exposición con prevención de respuesta (EPR) que consiste en que el paciente se enfrente al objeto de obsesión mediante la imaginación o de manera directa, evitando los rituales y las compulsiones. Estos son tratamientos que se consideran efectivos y que combinados pueden tener una respuesta muy positiva, suponiendo un alivio del gran sufrimiento que padecen las personas bajo el yugo de una obsesión.