Cuatro estrategias contraintuitivas para resolver problemas
Cuando se habla de estrategias contraintuitivas, se hace referencia a métodos que chocan con lo que nos dice la intuición, pero que al final funcionan, contra todo los pronósticos. Nacen de la idea de que eso que pensamos que es sentido común a veces nos engaña.
Lo habitual es partir de la idea de que la lógica superficial es la llave que abre todas las puertas, que resuelve todos los problemas. Hay unos pasos razonables, que van desde la identificación de la dificultad, pasando por el planteamiento de las posibles soluciones, el proceso de sopesarlas y la elección de la más adecuada.
Sin embargo, a veces esto no funciona. Por más que seguimos la secuencia, no somos capaces de diseñar un buen plan. Es entonces cuando las estrategias contraintuitivas pueden ser de gran ayuda para desatascarse y resolver el problema que está entre manos.
Las estrategias contraintuitivas
Frente a los problemas, en especial si nos afectan en el plano emocional, tendemos a adoptar estrategias defensivas, enfocadas en las carencias, ausencias o dificultades. Se parte de la idea de que pensando en ellas, y repensándolas, se encontrará una solución viable. Esto, sin embargo, lo que sí suele asegurar es una sensación de angustia.
La ansiedad no es la mejor consejera. Al dar vueltas a un mismo problema y no encontrar soluciones razonables, lo más probable es que esto incremente la angustia y aparezca eso que llamamos niebla mental -nuestro cerebro se satura-. A veces, también la falta de soluciones conduce a nuevos problemas.
En muchas ocasiones, el cerebro necesita de la paciencia suficiente como para trazar estrategias que no hemos empleado. Una situación nueva puede hacer inservibles esas vías ya existentes. En ese punto puede ser buena idea apostar por las estrategias contraintuitivas. Las siguientes son cuatro de ellas.
1. Desenfocar, en lugar de enfocar
Este es el camino opuesto a centrar toda nuestra atención en el problema. Se supone que para resolver algo debemos enfocarnos en ello, hasta comprenderlo a fondo y encontrarle una salida. Sin embargo, en el marco de las estrategias contraintuitivas, todos hemos encontrado la solución a un problema cuando lo hemos dejado en un segundo plano.
En muchos casos lo que se recomienda es buscar el desenfoque. Esto significa salir del claustro de la dificultad aún sin resolver. En lugar de tratar de estructurar una solución, la idea es dispersarla. Esto se logra, primero, alejándose del problema como tal.
En segundo lugar, ampliar la perspectiva. Para ello, podemos preguntarles a otras personas que puedan haberse enfrentado a una dificultad similar. Contar con alguien que haya empleado con éxito una estrategia nueva para nosotros sin duda nos va a aportar una dosis de seguridad extra, en ocasiones necesaria.
Por otro lado, a veces alguien propone una solución absurda e inaplicable, pero su visión termina encendiendo la llama de una buena idea para salir del atolladero.
Es muy probable que al desenfocarse, de todos modos, se dé pie para que la ansiedad se reduzca. Una mente tranquila es mucho más capaz de ver y de encontrar caminos viables para vencer obstáculos mentales.
2. Exagerar al máximo
La segunda de las estrategias contraintuitivas consiste en hacer uso de la hipérbole, o exageración, de un modo constructivo. La idea es sobredimensionar el problema. Esto supone asumir que sus efectos y sus consecuencias son todo lo graves que pudieran llegar a ser. El objetivo, también en este caso, es adoptar una nueva perspectiva.
El ejercicio mental de exagerar un problema es algo que por sí solo ayuda a verlo con mayor detalle y, quizás, encontrar aspectos que antes no se habían visto. Por lo tanto, en ese propósito de exagerar al máximo es posible que se comprenda mejor la situación y se detecten con más precisión los puntos clave.
Así mismo, esta es una de las estrategias contraintuitivas que, de un modo u otro, incrementan la presión. Sin embargo, en este caso esa presión puede ayudarnos. Por lo tanto, puede echarnos una mano a la hora de enmarcar mejor el pensamiento, sin provocar los mismos efectos que generaría la ansiedad.
3. Empeorar la situación
Cuando nos enfrentamos a un problema, el primer mecanismo que se activa es de mejorarlo. Pero, ¿y si lo empeoramos que sucedería? Aunque sea contraintuitivo que para resolver una situación problema debamos empeorarla más de lo que ya está, apelar a esta estrategia nos puede ayudar mucho a solucionar el conflicto en el que nos hallamos.
Nardone (2012), en su libro Problem solving estratégico, sostiene que para facilitar el análisis de las soluciones que han fracasado, no es suficiente observar cuáles de las que se han puesto en práctica hasta ahora no han producido resultados positivos, sino que es importante estudiar también las que podrían ponerse en práctica en el futuro y resultar fallidas.
Por lo tanto, debemos preguntarnos, respecto al problema: «Si quisiera empeorar más la situación en vez de mejorarla, ¿cómo lo haría?». Luego, enumeraremos todas las modalidades posibles. Cada una de ellas debe ser descrita de tal modo que se perciban con claridad los métodos mediante los que, en la práctica, podría agravarse el problema en vez de resolverlo.
¿Cómo es posible que empeorar el problema puede ser efectivo? Según Nardone (2012), cuando incitamos a nuestra mente a buscar opciones para empeorar todo, hacemos que deje de esforzarse en soluciones positivas y que deje de bloquear el proceso creativo. «De este modo, nuestra mente podrá descubrir alternativas por el hecho de haberse liberado de la trampa paradójica del esfuerzo voluntario, que impide el descubrimiento espontáneo».
4. Escalar el problema
Cuando tenemos un problema lo más intuitivo es empezar de cero e ir avanzando hacia la meta a la que queremos llegar. Sin embargo, si queremos ser contraintuitivos, debemos darle vuelta a la situación: empezar desde la meta y retroceder hasta el punto de partida.
En Problem solving estratégico se nos sugiere que para construir una estrategia eficiente, además de eficaz, es pertinente partir del objetivo que hay que conseguir e imaginar el estadio inmediatamente anterior, luego el anterior a este y así sucesivamente hasta llegar al punto de partida. De este modo el recorrido se fracciona en una serie de etapas.
Lo anterior nos invita a dividir el objetivo final en una serie de microobjetivos que parten del punto de llegada para volver al primer paso que hay que seguir. «Esta estrategia mental contraintuitiva permite construir fácilmente la secuencia de acciones que hay que realizar para resolver un problema, partiendo del cambio más pequeño y concreto posible» (Nardone, 2012).
Para concluir, las estrategias contraintuitivas son particularmente útiles cuando hay que enfrentar problemas que nos desconciertan. También, como se ha indicado, cuando después de pensar mucho, no se encuentran soluciones.
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- Codina, P. L. S. (2010). El pensamiento y las ciencias de" la complejidad" y la comunicación. Quórum Académico, 7(1), 120-140.
- Chand, S. & Marwaha, R. (2022). Anxiety. StatPearls. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK470361/
- Nardone, G. (2012). Problem solving estratégico. Herder.