El efecto Batman o cómo enseñar a los niños a ser perseverantes
Al enseñar a los niños a ser perseverantes les facilitamos un valor, una imagen donde entender la importancia del esfuerzo continuo, a no doblegarse ni a quedarse solo con lo fácil. Esta herramienta vital se adquiere con el ejemplo, pero también mediante los juegos, como el conocido como efecto Batman, una técnica tan sencilla como estimulante que estimula la persistencia y la voluntad.
Si hay algo que tenemos que admitir es que no es sencillo trasmitir a un niño esa fuerza mental y emocional que implica el acto de dar continuidad a un esfuerzo, a un proyecto personal con el fin de alcanzar un objetivo. ¿Cómo hacerlo? La mayoría de nuestros pequeños tienen a su alcance ese fascinante mundo contenido en los dispositivos digitales, ahí donde se les ofrece una gratificación instantánea, un escape fácil al que recurrir cuando están aburridos, enfadados o cuando necesitan una información determinada.
“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa”.
-Mahatma Gandhi-
Así, un hecho que a menudo se observa en las aulas es que una buena parte de los alumnos de primaria presentan unos periodos de atención cada vez más bajos. Además, tienen menos paciencia, menos tolerancia a la frustración y una peor gestión emocional. No se trata ni mucho menos en proyectar toda la culpa de esto sobre las nuevas tecnologías, sino en entender que a la hora de educar hay ciertas prioridades.
Una de ellas es entrenar a nuestros niños del presente en la motivación al logro, en la perseverancia de quien no se deja llevar por lo cómodo para poco a poco, dar al mundo personas del futuro más hábiles, más felices y proactivas.
Ser perseverantes, el valor que se aprende
Un trabajo publicado en el “Journal of Leadership & Organizational Studies” puso en evidencia un dato en el cual vale la pena reflexionar. La capacidad de un niño para tolerar la frustración y para afrontar un desafío manteniendo la motivación en la tarea, se traduce no solo en mejores logros académicos, sino también en un mejor autoconcepto y en una autoestima mucho más fuerte.
La mayoría de nosotros no nos obsesionamos por tener niños de matrícula, pequeños que rinden por encima de la media y que triunfan académicamente. Lo que deseamos son niños felices, pequeños y adolescentes con adecuados recursos personales y emocionales para superar adversidades, asumir sus propias metas y luchar por ellas.
Por tanto, algo que deberíamos tener claro a la hora de enseñarles a ser perseverantes es lo siguiente:
- La educación en perseverancia se inicia a la edad de 2-3 años. Es el momento perfecto por una razón muy simple: es cuando empiezan a ser más autónomos, a comer solos, a sacar y a guardar sus juguetes, a atarse los zapatos, etc.
- Si quieren ser competentes en esas primeras tareas que caracterizan su día a día, deben responsabilizarse, deben estar motivados y ser capaces de hacerlas por sí mismos. No vale abandonar a la primera.
- En esta primera etapa de su ciclo vital, la comprendida entre los 2 y los 3 años, los niños empiezan a construir también su sentido de realidad, a conformar esas primeras representaciones de cómo, según ellos, está hecho el mundo.
- Así, el hecho de hacerles ver que armarse de paciencia para sortear las dificultades es algo normal y habitual, y que todo objetivo requiere motivación y esfuerzo para vencer el desánimo, les permitirá dibujar en su mente una realidad más productiva a la vez que satisfactoria.
¿En qué consiste el efecto Batman?
El efecto Batman es una propuesta para enseñar a los niños a ser perseverantes que apareció publicada en la revista Child Development. En este trabajo se invitaba a los padres y educadores a que propusieran a sus hijos un modelo inspirador al que imitar. Podía ser Batman, podía ser Dora la exploradora o alguno de los últimos personajes femeninos de Disney.
La técnica del efecto Batman está recomendada para niños de entre 2 y 4 años, y las pautas a seguir serían las siguientes.
- Cada vez que los pequeños se enfrentan a una tarea compleja: atarse los zapatos, hacer un puzzle, ordenar su habitación, comer solos, vestirse solos, se les invita ser un personaje: “Ahora eres Batman, y Batman no se rinde cuando hace algo. Seguro que tú lo haces tan bien como él”.
- Asimismo, es necesario que cada una de esas tareas las afronte el pequeño por sí mismo, sin ayuda. Si en algún momento decae en su esfuerzo o se rinde se le aplica un nuevo refuerzo “¿Cómo le va a Batman?”… En lugar de llamar al niño o a la niña por su nombre se le llama por el personaje de ficción para infundirle motivación y evitar que abandone la tarea.
El efecto Batman consiste en proponer a los niños un modelo inspirador al que imitar con el objetivo de desarrollar su perseverancia.
Este tipo de juego, por lo general, anima a los niños a ir más allá de sus posibilidades, a desarrollar una adecuada perseverancia, a descubrir que todo esfuerzo trae consigo un progreso y lo que es mejor, a descubrir qué es eso llamado satisfacción personal. Poco a poco se darán cuenta de que ellos son los auténticos héroes, y que con buenos hábitos, motivación y confianza en uno mismo, no hay límites en el horizonte.