El arte de amar
El amor. Sencilla palabra para un sentimiento tan complejo, desbordante y excitante a la vez. Es una lástima que todos nosotros lleguemos a este mundo sin un manual de instrucciones, caemos desde una chimenea a este jardín exótico llamado vida para andar por él sin los conocimientos adecuados, llenos de miedos y dudas… pero con las ansias suficientes como para desear aprender, experimentar, amar y también sufrir.
Y es curioso comprobar cómo esta actividad, la de amar, se inicie con tantas esperanzas y expectaciones como ninguna otra, y sin embargo, fracase tan a menudo. Como seres racionales que somos todos deberíamos aprender de nuestras experiencias y saber reconocer errores, preocuparnos por saber qué podemos cambiar en nosotros mismos para ser mejores, para poder superar el fracaso y comprender un poco mejor qué significa y qué conlleva eso llamado “amor” al que habitualmente se asocian tantos errores…
El amor es una actividad, no un acto pasivo ni un súbito arranque, se trata de un estado continuado en el que “dar y recibir”, pero eso sí, no confundamos la palabra “dar” como obligado sinónimo de “renuncia”; de “sacrificio”.
Fue el psicólogo Erich Fromm quien en su magnífico ensayo “El arte de Amar” nos introdujo por primera vez los elementos comunes al concepto de amar, que todos deberíamos tener muy en cuenta. ¿Qué tal si les damos un pequeño vistazo?
1. CUIDADO
El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de quien amamos. Sin una preocupación sincera y demostrable no hay amor. Con este concepto no nos referimos únicamente a ese bienestar físico que tendría por ejemplo una madre por su hijo, cuidar a otra persona requiere saber también cuáles son sus necesidades en el círculo de la pareja y, por supuesto como persona, enriquecerla, ofrecer confianza, respeto, una escucha activa…
2. RESPONSABILIDAD
No se trata de un término que implique deber u obligación, algo impuesto desde el exterior. En absoluto, en su verdadero sentido se refiere a un acto enteramente voluntario por nuestra parte, constituye una respuesta adecuada a las necesidades, expresadas o no, de nuestra pareja. “Nadie me obliga a ser responsable de ti, lo hago porque así lo quiero y porque deseo tu bienestar”. Bien es cierto que este concepto puede degenerar en ocasiones en algo tan peligroso como la dominación o la posesividad, sentirse “responsable” a veces provoca que caigamos en el error de “me responsabilizo de ti porque me perteneces”. Nada más lejos de la realidad. Ser responsable es respetar y preocuparse por la otra persona, permitiendo su crecimiento personal y valorando también su individualidad.
3. RESPETO
Si queremos a una persona y estamos unidos a ella, debemos tener claro que amar es “respetar al otro tal y como es y no como yo necesito que sea”, los seres humanos no somos objetos que poseer o dominar, sino personas que aportamos y enriquecemos a los demás con nuestra forma de ser y con nuestra individualidad, se trata de una interacción en la que dos ofrecen y dos reciben por igual. Pero hay que tener claro que para constituir y “ser pareja”, primero hemos de haber alcanzado nuestra propia madurez, solo seremos capaces de respetar si hemos alcanzado nuestra propia independencia, sin necesidad de proyectar en el otro nuestros miedos, inseguridades o necesidades, sin explotarlo, sin convertirnos en “vampiros emocionales”…
El amor es un desafío constante – lo sabemos-, no es algo fácil ni un espacio calmo donde todo discurre en placidez y armonía, hay que moverse, crecer, comprender… trabajar juntos; es una feria imparable donde se sucede por igual la armonía y el conflicto, la alegría o la tristeza, el amor es un arte que nos enriquece como personas y del que podemos aprender cada día.