El arte de pensar bien para vivir mejor

El arte de pensar bien para vivir mejor
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 06 agosto, 2023

Pensar bien, tener un mayor control sobre el flujo de nuestros pensamientos es invertir en calidad de vida. Porque quien controla el rumor de la negatividad es capaz de influir directamente sobre sus emociones. Porque quien piensa y siente mejor influye en su comportamiento, en su organismo e incluso en su propia salud. Al fin y al cabo, la felicidad parte de lo que ocurre dentro de nosotros, no fuera.

A pesar de que todos tengamos claros estos principios, en nuestro día a día sigue pesando en exceso esa voz crítica y amante de la negatividad. Es ella la que nos recuerda los fallos del ayer. Es esa presencia la que tira de nosotros para llevarnos al umbral de la ansiedad, anticipándonos lo que puede o no puede ocurrir si no hacemos esto o lo otro. Lejos de desesperarnos por este estilo de pensamiento que a menudo nos caracteriza, vale la pena tener claro un aspecto.

“Ningún pesimista ha descubierto nunca el secreto de las estrellas o abierto la esperanza a otro ser humano”.

-Hellen Keller-

Los neurocientíficos nos recuerdan que el cerebro humano está programado para centrarse en lo negativo. No es una maldición ni un castigo impreso en nuestro ADN. Es nuestro mecanismo de supervivencia. Al anticipar los peligros (aunque estos no sean reales) preparamos a nuestro organismo para defendernos de ellos. Dimensiones como la preocupación, la inquietud o la ansiedad liberan al instante diversas sustancias químicas como el cortisol, para permitirnos estar siempre “alerta”.

Por otro lado, algo que nos señalan también los neuropsicólogos es que los pensamientos negativos actúan como el humo del tabaco. No solo impactan sobre nuestra salud y bienestar. A menudo, quedan impresos en nuestros entornos, afectando a nuestras familias, amigos, compañeros de trabajo… Porque el cerebro de quien nos escucha también cambia, también acaba sintiéndose nervioso e irritable…

Aprendamos por tanto a pensar mejor, invirtamos en calidad de vida entrando el estilo de nuestros pensamientos.

chica con esferas que reflexiona sobre el arte de pensar bien

Pensar bien para entrenar a tu cerebro hacia el bienestar

Barbara Fredrickson es una conocida científica de la Universidad de Stanford, famosa por sus estudios sobre psicología positiva. Tal y como nos explica en sus trabajos, superar el sesgo de la negatividad es un reto que, al conseguirlo, se transforma en una inversión rentable. Más que un arte, pensar bien es el resultado de un entrenamiento continuado con el cual cambiar la programación de “fábrica” de nuestro cerebro.

Como ya sabemos, la inclinación natural de nuestra mente es focalizarnos en lo negativo para garantizar nuestra supervivencia. Por tanto, debemos ser capaces de incluir en nosotros otro plan de ruta, otro programa más sofisticado con el cual invertir no solo en evitar riesgos, sino también en bienestar, en felicidad. Al fin y al cabo, un buen pensamiento genera claridad, equilibrio y dirección. Es dejar de perdernos en las marismas del miedo para ser más proactivos, más seguros de nosotros mismos.

Veamos a continuación cómo podemos entrenar a nuestro cerebro para que aprenda a pensar bien, a pensar en positivo.

1. Entrena tu atención para focalizarla en el presente

Daniel Goleman nos recuerda en su libro “Focus” la importancia de entrenar nuestra atención. Debemos verla casi como un músculo, una entidad que poner a nuestro servicio, y no al servicio de una mente errática. El objetivo, es que este proceso psicológico básico esté más controlado por nosotros que por los estímulos externos o un pensamiento anárquico.

  • Como curiosidad, cabe recordar que el circuito del pensamiento se extiende a lo largo del giro cingulado posterior y el córtex prefrontal medial. Nuestros razonamientos fluyen a través de estas estructuras cerebrales. En ocasiones, esa carretera de células, conexiones y neuronas está tan hiperactivada que es difícil tener un control sobre ella. Al poco aparece el agotamiento, el estrés, la apatía, la negatividad…
  • Un modo de tener control sobre el pensamiento es controlando nuestra atención. Para lograrlo, nada mejor que “desconectar” ese flujo de pensamientos. Intentemos durante al menos 15 minutos, no pensar en nada. Imaginar la superficie de un lago silenciosa y lisa como un espejo. Todo es equilibrio, no hay sonidos. Solo calma.
  • Una vez logremos silenciar el rumor de pensamientos, centraremos nuestra atención en lo que nos envuelve. En el momento presente.
hoja en el agua representando el arte de pensar bien

2. Pensar bien, el arte de tener un propósito

Pensar bien exige tener un propósito. La negatividad y todo ese rumor de pensamientos invalidantes es como un ciclón sin rumbo que todo lo atrapa. Por tanto, para romper con ese sesgo mental improductivo es necesario definir nuestro propósito.

Quiero sentirme bien, quiero tener calma, quiero lograr mis objetivos, quiero estar bien conmigo mismo…

Todas esas metas tienen una direccionalidad, un sentido claro. Así, y una vez tengamos nuestra atención focalizada en el momento presente, lo que haremos es enunciar uno por uno todos nuestros propósitos con convencimiento. La fijación de objetivos es clave de bienestar, es dar sentido a la vida, es ilusionarnos y dejar que esas emociones positivas influyan en nuestra conducta.

3. Entrena la capacidad de tu cerebro para trabajar con información positiva

Pensar bien no solo requiere de un buen enfoque, de una adecuada atención, propósitos y voluntad. Requiere a su vez extender redes en nuestro cerebro para recordarle la importancia de trabajar con información positiva. ¿Qué queremos decir con esto? Básicamente que en ocasiones, aunque nos digamos aquello de “tengo un objetivo que cumplir” nuestra mente, a veces, sigue posicionada en mecanismos antiguos, en rutas de acción negativas e invalidantes.

  • Para trabajar con información positiva hay que derribar nuestras actitudes limitantes.
  • Asimismo, hay que dar forma a un yo más relajado, abierto a la experiencia y optimista. Debemos dejar a un lado los errores del ayer para ver las oportunidades del presente.
  • Asimismo, nos será muy útil aprender a poner filtros para quedarnos solo con la información útil, la que ayuda, la que estimula y no la que nos coloca una vez más en nuestra zona de confort.
mujer con barco que aprende a pensar bien

Para concluir, sabemos que pensar bien nos permite sin duda vivir mejor y disfrutar de un adecuado equilibrio interior. Ahora bien, el “buen pensamiento” exige a su vez un profundo trabajo personal. Debemos reconciliarnos con nuestro “yo” presente para sentirnos merecedores de algo mejor. Solo así nuestro “yo” futuro se consolidará como alguien más fuerte, creativo y amable consigo mismo.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.