El arte de vivir aquí y ahora
¿Conoces el poder del vivir aquí y ahora, de experimentar conscientemente el presente? Aunque saber disfrutar el momento presente parece una obviedad, son muy pocos los que lo logran, ¿por qué? Porque la verdadera presencia es más que estar físicamente en un lugar; es estar conectados con nuestra esencia, nuestra interioridad en perfecta armonía con el entorno.
Lamentablemente, esa paz interior se ve perturbada, a veces violentamente, por nuestros pensamientos y emociones, que nos alejan del momento presente, del aquí y ahora.
“El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente”.
-Gustave Flauvert-
Quedarse anclado en el pasado
Existen dos formas de dejar de vivir en el aquí y ahora; y ocurren cuando nuestra mente pasa la mayor parte de la vida estancada en pasado, o en el futuro.
Cabe acotar que no estamos condenando la capacidad de recordar o anticipar, ya que son facultades muy útiles para el ser humano. Por ejemplo, el recuerdo nos permite revivir momentos agradables que ya pasaron y esto en sí no tiene nada de malo.
El problema surge cuando revivir el pasado se vuelve una costumbre y se realiza para aliviar el malestar que estamos sintiendo en el momento presente. En estos casos, añorar los viejos tiempos se convierte en una forma de evitar estar aquí y ahora.
Entonces, si ante momentos difíciles nuestra mente se dirige a eventos pasados, y añoramos lo que perdimos y ya no tenemos, en vez de revivir momentos agradables, estaríamos condenándonos al lamento y a la tristeza.
Por ejemplo, imaginemos que hemos invertido tiempo y dinero en un proyecto personal que a la larga no tuvo éxito. En este caso, una forma de anclarnos en el pasado es lamentarnos por haber intentado semejante cosa, que debimos haberlo pensado mejor, etc.
No obstante, si recurrimos a la experiencia del pasado para sacar un aprendizaje, está genial. El problema aparece cuando nos quedamos anclados en la inculpación y no logramos aprender nada de lo ocurrido.
Quedarse atrapado en el futuro
Por su parte, las preocupaciones y expectativas también son una forma de no vivir el aquí y el ahora. No obstante, sucede lo mismo que con los recuerdos. Es decir, anticiparnos a eventos futuros no es malo per se, ya que esta facultad puede ayudarnos a reducir posibles riesgos y estar prevenidos.
Pero, si lo que hacemos no es más que rumiar una y otra vez sobre lo que tememos que suceda, estaremos torturándonos a nosotros mismos con escenarios que ni siquiera han sucedido. Así, nos desprendemos de lo que está pasando en el momento presente, nos desligamos de la realidad.
Por ejemplo, si ante una presentación importante de trabajo estamos constantemente preocupados de que pueda salir mal y nos imaginamos constantemente los peores escenarios, la angustia y la ansiedad experimentada serán desproporcionadas, a tal punto de entorpecer nuestro desempeño.
Otra manera de quedarse estancado en el futuro es guiarnos por nuestras expectativas, donde nos anticipamos a los hechos en función de nuestras creencias y deseos sobre algo o alguien. Por ejemplo, creer que nuestra pareja tiene los mismos proyectos que nosotros sin siquiera haberlo conversado.
En este caso, podríamos crearnos expectativas de que nuestra pareja quiere casarse y formar una familia con nosotros. Pero, cuando llegamos a la hora de la verdad, nos damos cuenta que sus pretensiones son otras. Entonces, cuando la realidad no se ajusta con nuestras expectativa, cuando esa otra persona no se comporta como nosotros deseábamos, solemos experimentar frustración y decepción.
El arte de vivir aquí y ahora
Como vimos, dejar de vivir en el aquí y el ahora es consecuencia de estar atrapados en el pasado y/o el futuro. Afortunadamente, todos podemos desprendernos de estas ataduras mentales y disfrutar del momento presente.
Por tanto, a continuación mostramos algunas claves básicas para aprender a vivir el aquí y ahora.
1. Eres mucho más que el contenido de tus pensamientos
Descartes, el famoso filósofo francés del siglo XVII dijo: “Pienso, luego existo”. Esta frase define la forma con la que el ser humano moderno se identifica a sí mismo. Es decir, a través de sus ideas y pensamientos. Sin embargo, en la actualidad existen otras visiones que permiten disentir del planteamiento cartesiano tradicional.
Y es que, aunque los pensamientos e ideas son poderosos e importantes, no dejan de ser lábiles y efímeros. Es decir, si nos definiéramos a nosotros mismos por lo que pensamos, estaríamos asentando nuestra identidad sobre arenas movedizas.
Así, lo que pensamos de nosotros mismos, no nos define. Sino que son solo conceptos que no logran abarcar nuestra verdadera esencia. Además, la cadena interminable de pensamientos que constituye nuestro diálogo interno produce un ruido que nos desconecta de nuestra esencia y del presente.
2. Eres mucho más que tus emociones
Desde que Freud expuso su teoría del inconsciente, y otros autores conectaron el inconsciente con las emociones, de forma mecanicista, pareciera que nuestra voluntad es doblegada ineluctablemente por fuerzas ajenas a nuestra consciencia, efímeras y caprichosas.
Siguiendo esta idea, las emociones influirían en nuestro pensamiento, y este en nuestra conducta. Aunque es innegable que las emociones son parte de nuestro ser, estas son pasajeras y no constituyen la parte más profunda ni real de nuestra persona.
Además, hoy en día existen multitud de técnicas eficaces para aprender a gestionar correctamente las emociones. Por lo tanto, ni estamos predeterminados por ellas, ni son parte de nuestra esencia más profunda.
Las emociones son fenómenos temporales como lo son las tormentas. Siempre pasan, y el imperturbable firmamento reaparece porque en realidad siempre estuvo allí, a pesar de lo escandaloso que haya podido haber sido el fenómeno meteorológico (o psicológico).
Por lo tanto, como diría Eckhart Tolle, autor de El poder del ahora, “no te tomes tus emociones demasiado en serio”. Estas solo se instalan si nos identificamos con ellas y dejamos que se posesionen de nosotros.
3. Eres mucho más que aquello que te limita
Hay otras variables que pueden estar impidiéndote conectar con tu verdadera esencia y ser en el tiempo. Como muchas veces no sabemos quienes somos, tendemos a identificarnos con elementos espúreos. Por ejemplo, al identificarnos con nuestras habilidades o con el rol que ocupamos en la sociedad (soy inteligente, o soy tonto), posesiones (soy rico o pobre), logros o títulos (soy ejecutivo, doctor, o delincuente).
Todas estas condiciones van y vienen, y son relativas, no son más que máscaras que nos permiten ver lo que subyace a la misma, nuestro universo interior. Ser uno consigo mismo es ser uno en el tiempo y, por tanto, ser en el aquí y ahora.
Cómo conectar con el aquí y ahora
Thich Nhat Hanh, uno de los maestros budistas zen más importantes y conocidos de nuestro tiempo, nos dice que:
“aunque no estemos hablando con alguien, leyendo, escuchando la radio, mirando la televisión o interactuando en Internet, la mayoría de las personas no nos sentimos centradas o en calma […]. Incluso mientras estamos sentados en quietud, sin recibir estímulos del exterior, seguimos manteniendo un interminable diálogo en nuestra cabeza”.
Si queremos conectar con el aquí y ahora lo mejor que podemos hacer es centrar la atención en aquello que estamos haciendo. Nuestra mente tiende a divagar muy fácilmente. Disponemos de un potencial inmenso, pero está desperdiciado. Debemos simplificar y enfocarnos en lo que hacemos; te sorprenderá ver lo rápido que se esfuman los pensamientos automáticos cuando nuestra consciencia se centra con una tarea concreta.
También podemos llevar a cabo técnicas que nos ayudarán en nuestro día a día. La meditación es una herramienta muy poderosa que, sin duda, nos aportará enormes beneficios para centrarnos y vivir el presente.
En definitiva, hemos hablado de la importancia de conectarnos con el momento presente y vivir en paz y armonía, para ser verdaderamente auténticos y conectarnos con nuestra verdadera esencia, oculta tras la máscara de las prisas, las preocupaciones, los traumas. Quien sabe vivir en el presente, vive en la eternidad.
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